El Sol proyectaba con cansancio sus últimos rayos.
El mar,en calma,reflejaba los tenues rayos como para ayudar al viejo astro a terminar la jornada.
La brisa paseaba por su pelo haciendome más perceptible su delicioso aroma.
-Tengo que marcharme-me dijo mirándome con unos ojos más brillantes que nunca anegados quizá por la tristeza.
Lo entendí todo,le tomé el rostro con ambas manos e intenté tatuar en mi retina su imagen.
Se marchó y yo quedé allí inmóvil ante el horizonte que ahora había adquirido un tono púrpura.
Siempre había deseado enamorarme y ahora maldecía en silencio y con la cara empapada haber conseguido mi sueño.
Me descubrió la luna sentada en la playa solitaria llorando amargamete y maldiciendo mi destino...
Me levanté torpemente, mis piernas se habían dormido y tenía mucho frío ahora que había despertado de mi letargo, me fuí a casa, contenta,alegre,quizá simplemente había sido un mal sueño.