De verdad de la buena

Si lo que quieres
Es que yo sea sincera,
Lo seré…
Porque yo también lo quiero.

Si lo que quieres es que te quiera
lo haré, yo también lo quiero.

Si lo que quieres es seguir queriéndome
O mejor
O más…
Hazlo.

Ambos lo queremos, no?

Pero si miras atrás
y te caes
Por falta de cuidado,
No vuelvas a mí
A ponerme las cosas difíciles.
No vuelvas a mí, a entorpecer mi evolución.

Vuelve para adorarme
Para estar por mí

De verdad de la buena.

M.N.

Vuelve a mí.

Deja de volar
No dejo de esperarte
No trotes ni trepes tanto, por favor…

Ven…
Vuelve a hacer las cosas conmigo
Envejecer juntos? Se puede?

Tesoro, vuelve,
Sigo en la espera
De encontrarme
Con lo nuestro de nuevo

Pero creo que
Están transcurriendo los años
Y yo he dejado de vivirlos
Porque tu vuelta es
La mentira más dulce que tengo.

 

 

 

 

– ssshhh –

No estoy en casa.

Te quiero
Te echo de menos
Pienso mucho en ti

Cuando pienso en ti lloro
Todo lo que me recuerda
A mi pequeña familia
Me hace llorar

Y también sin pensar!

Sólo una imagen puede, de repente, con todo…
Con todo lo que yo conozco
Que no es poco…

Te quiero.

Te quiero muchísimo…
Cómo Persona
Cómo Hombre
Cómo Corazón
Cómo Cerebro
Cómo Alma

Te huelo y me siento en casa…

Pero no estoy en casa, Miguel Ángel…

Despierto
Y no estoy en casa.

 

 

 

– ssshhh –

Ahora estoy yo.

Yo ya estoy muerta….

La pura

La inocente

La creativa…

Murió…

Ahora estoy yo.

Yo soy mucho más fuerte 

Más inteligente.

Soy más lista.

Más rápida.

Más fuerte.

Más dura…

Un pedazo de mierda…

que no me gusta para nada.

Sólo quiero que me quieras

Sólo quiero que me quieras

Aunque te sienta por encima

Aunque te sientas por debajo

Sólo quiero que me quieras

Por delante, a la cara

Por detrás, a mis espaldas

Sólo quiero que me quieras

Con todo tu corazón

Con todo tu cuerpo

Con tu alma

Bien, mal, regular

Da igual

Sólo quiero que me quieras

Una patética realidad

Existe una frase muy popular, y muy extendida entre la población española, que afirma rotundamente que los borrachos, los locos y los niños dicen la verdad. Dejemos, ahora, a un lado a los locos y a los niños (que son temas apasionantes para tratar en otra ocasión) y centrémonos en los borrachos (también conocidos como alcohólicos). ¿De verdad creéis, amigos y amigas de lecturas y escrituras, que los borrachos dicen la verdad?. Sobre los borrachos y el alcoholismo mi esposa (Liliana) realizó un verdadero ensayo que fue calificado con la nota más alta (20 sobre 20) en la Universidad de Loja en Quito (Ecuador). En dicho ensayo ella investigó a fondo el tema y quedó en la Universidad como algo tan extraordinario que sirve para que lo lean las futuras generaciones.

Empecemos, entonces, por decir que el alcoholismo no sólo destruye el hígado y otros órganos internos del cuerpo humano sino que destruye el cerebro. En este sentido me hago una pregunta. ¿Teniendo el cerebro destruido los borrachos están capacitados para decir la verdad? Supongo que, como mucho y en todos esos casos, lo que dicen es “su verdad” y “su verdad” no es otra cosa sino una tragedia totalmente patética. ¿O no es patético ver a un hombre caminar dando tumbos de un lado para otro, agarrarse a las farolas y terminar cayendo al suelo sin tener fuerzas para levantarse? Patética escena que sólo hace gracia -si es que tiene gracia- a los que no tienen conciencia de que ese hombre es, en efecto, un enfermo mental. Y tengo que aclarar que no es lo mismo un loco que un enfermo mental.

Si habéis escuchado bien lo que hablan los borrachos cuando el alcohol los vuelve eufóricos, ¿no os habéis dado cuenta de la enorme cantidad de incoherencias que cuentan? Pues escuchádlos con total atención y descubriréis que afirman ciertas cuestiones para, de inmediato, negar lo que antes han afirmado sobre esas cuestiones para, seguidamente, volver a afirmar algo pero de otra manera diferente y para rápidamente, volver a negar esta nueva afirmación. Se pasan todo el tiempo en que están hablando afirmando y negando cosas sobre cuestiones que, a decir verdad, ni tan siquiera son capaces de entender. Es patético escuchar todas sus incoherencias mentales. Un patetismo que sólo produce lástima y misericordia. A mí, personalmente, no me produce ninguna clase de risa oír y escuchar a los borrachos. Yo afirmo que ni dicen verdades, puesto que sólo hablan necedades, ni me produce risa todas esas necedades que dicen. No es necesario ser un psicólogo ni un psiquiatra para descubrir esta patética realidad.

Como uno de los muchos ejemplos que podría poner ahora, voy a referirme a uno de los más abundantes temas de los que suelen hablar los borrachos. Se refiere a las mujeres. Ellos, que se las dan de saber la verdad de las mujeres, siempre terminan diciendo, después de una larga cantidad de majaderías y sandeces contra el género femenino, que las van a matar o, si están casados, que van a matar a sus esposas y, sobre todo y de manera especial, a sus suegras o a todas aquellas personas (hombres y mujeres) que han llegado a conocer. ¿Y esa es la verdad que predican los borrachos? Para quienes seguís continuamente mis reflexiones y comentarios sobre asuntos sociales debéis saber que la Santa Biblia es “El Libro de la Verdad”. Así que os presento un primer grupo de versículos bíblicos sobre la borrachera en general (después os presentaré otro grupo de versículos sobre los borrachos en particular). Leed detenidamente y paraos a pensar por un momento.

En Deuteronomios 21.20 se lee: “Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho”. En Primera de Samuel 25.36 se lee: “Y el corazón de Nabal estaba alegre, y estaba completamente ebrio, por lo cual ella (se refiere a Abigail) no le declaró cosa alguna hasta el día siguiente”. En Primera de Reyes 20.16 se lee: “Y estaba Benadad bebiendo y embriagándose en las tiendas”. En Isaías 19.14 se lee: “Jehová mandó espíritu de vértigo en medio de él (se refiere a Egipto); e hicieron error en Egipto en toda su obra, como también el ebrio en su vómito”. En Jeremías 23.9 se lee: “A causa de los profetas (se refiere a los falsos profetas) mi corazón está quebrantado dentro de mí, todos mis huesos tiemblan; estoy como un ebrio, y como hombre a quien dominó el vino, delante de Jehová, y delante de sus santas palabras”. Y en Primera de Corintios 5.11 se le: “Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuese fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con los cuales ni aún caminéis”.

Tomemos un poco de descanso para pensar y meditar antes de seguir con el siguiente grupo de versículos. Razonemos. En Deuteronomíos se nos está hablando de un hijo terco, de un hijo que, entre otras cosas, decide dedicarse a beber alcoholes hasta convertirse en un borracho además de un glotón. Centrémonos en lo de borracho. Contumaz y rebelde. ¿Contumaz y rebelde con causa suficiente para serlo o sólo pasara convertirse en un “vividor”?. Pues resulta que a todos los “vividores” (como sucede con los borrachos) les gusta contar asuntos según sus propias conveniencias personales; para ir diciendo pro todas partes donde hablan sus necedades y en todos los corrillos donde les escuchan creyendo que son hombres, que beber hasta caerse al suelo es, precisamente, cosa de hombres según ellos. Lo que yo tengo entendido que es ser un hombre es defenderse de los ataques de la vida siempre en pie, siempre sereno, siempre consciente y siempre hablando con la verdad por delante. O sea, todo lo contrario a lo que dicen y hacen los borrachos.

¿Por qué Abigail prefiere hablar con Nabal al día siguiente de que este se encuentra totalmente ebrio, que es lo mismo que decir que está completamente borracho? Porque Abigail, mujer prudente y sabia, sabe que con un borracho no se puede dialogar ya que ha perdido toda clase de conciencia. ¿Y un hombre en el estado en el que se encontraba Nabal puede estar diciendo verdades cuando se sabe que ha perdido toda clase de conciencia? ¿No descubrís ahí una total falta de coherencia que es lo que descubrió Abigail para esperar al día siguiente? Si un borracho dijera la verdad cuando está ebrio estoy seguro de que la sociedad estaría totalmente destruida; puesto que quien se destruye a sí mismo es capaz de destruír a los demás. ¿Recordáis lo de ámate primero a ti mismo para después amar a los demás? Si esto es verdad (y lo es) nos debemos dar cuenta de que ningún borracho se ama a sí mismo y por eso amenaza con matar a quienes se encuentren a su paso y le digan lo contrario de lo que ellos dicen. Abigail fue sabia ante el necio Nabal porque supo que intentar dialogar con un borracho es perder el tiempo o, en su caso, hasta poder perder la vida.

Benadad bebía y se embriagaba en sus tiendas. Los hombres que se emborrachan se creen que son valientes pero, la verdad sea dicha, están tan acobardados ante la vida que, incapaces de enfrentarse a ella como verdaderos hombres, buscan el refugio del alcohol para intentar darse el valor que no tienen. ¿Un hombre que se cae continuamente al suelo sin que nadie le ponga la mano encima es un hombre valiente? Los borrachos no hacen más que predicar que son los hombres más valientes del mundo pero siempre terminan en el suelo y llorando ante sus impotencias. ¿Cuál es entonces la verdad que predican? ¿Es hombre quien no se mantiene en pie mientras proclama necedades a los cuatro vientos o quien guarda silencio para hablar solamente cuando sabe que lo que va a habar es una gran verdad? A mí me da por guardar silencio cuando veo y escucho a los borrachos hablar de valentía porque son capaces de beber hasta caer vencidos por el alcohol. ¿Qué clase de verdad es esa? La mentira más piadosa (pero totalmente mentira) es oír a muchas gentes decir que los borrachos son valientes porque beben para olvidar. Yo creo que para poder olvidar es necesario estar totalmente sereno y dominando todas nuestras pasiones sin tener que recurrir a ninguna clase de falso estímulo (uno de ellos es el alcohol) que sólo demuestra impotencia para saber olvidar.

Espíritu de vértigo y vómitos. ¿Habéis visto cómo los borrachos caen al suelo? Presos del vértigo se les nubla el cerebro, pierden la clara visión de las cosas y, envueltos en sus propios vómitos, caen como peleles. Vértigo. Esa sensación de vacío que entra a apoderarse del cerebro de los borrachos y les deja flotando a la deriva. Vértigo. Esa verdad social de quienes no saben dominar su personalidad y la destruyen cayendo al “fango” entre vomitonas que no producen ninguna clase de risa. Por lo menos eso es lo que pienso yo. ¿Y esa clase de peleles sociales son los que están preparados para decir la verdad? Perdonad que os diga que si eso fuese cierto todos estaríamos en manos de títeres sin conciencia porque eso es lo que son, en realidad, los borrachos.

¿Y las palabras? ¿Qué podemos decir de las palabras que sueltan los borrachos a diestro y siniestro mientras les domina eso de “me cago en Dios” que repiten tan continuamente que quien les oye se dan cuenta de la falta de capacidad lingüística que tienen para poder ser predicadores de las verdades? Cuando un hombre comete tales errores a través de lo que sale de su boca es un hombre incapacitado para decir cosas que valgan la pena de ser escuchadas. Y si lo que escuchamos de los borrachos no vale la pena de ser escuchado es que no poseen capacidad alguna para contarnos verdades que nos atraigan para considerarlas como tales. Por eso al final todos les dan la espalda y les dejan solos con su impotencia verbal.

Pablo, uno de los cristianos que más sabía de la vida de los mundanos y paganos puesto que había pertenecido a ellos antes de hacerse seguidor a muerte de Jesucristo y que, por lo tanto, conocía profundamente a los borrachos, nos advierte y aconseja, en su Primera Carta a los Corintios, que nos alejemos totalmente de quienes son fornicarios, avaros, idólatras, maldicentes, borracho o/y ladrones; aun incluso en el caso de que se llamen hermanos nuestros. Habéis observado bien que uno de los grupos que cita es el de los borrachos. ¿Por qué razón Pablo de Tarso nos aconseja alejarnos de los borrachos y nos advierte que no tengamos vida en común con ellos? Por algo muy fácil de entender. Existen mcuhos hombres que se juntan con los borrachos porque, en un principio, parece que les resulta gracioso alternar con ellos y escuchar todas las necedades que cuentan. A mí, en particular, nunca me han caído graciosos aunque los haya conocido de lejos, bastante de lejos pero lo suficiente como para haber aprendido cómo actúan; pero hay muchos hombres que, sin darse entera cuenta de lo que hacen, cada vez se ven más atraídos por la convivencia con esos borrachos a los cuales consideran tan graciosos y, por lo tanto, comienzan a beber también para meterse en sus ambientes. Cuando quieren darse cuenta del error cometido están ya alcoholizados y se han convertido en borrachos diciendo tonterías a diestro y siniestro; tonterías que no son la verdad de la vida sino la verdad de su cretinismo. También hay que tener cuidado con las fiestas sociales puesto que muchos hombres terminan alcohólicos tras efectuar continuamente lo que ellos llaman “alternes”, que falsamente creen que son necesarios para vivir en sociedad. ¿Esa es la verdad o esa es la falsa verdad? Esa es la falsa verdad.

Y ahora tomemos un poco de respiro para entrar a analizar el segundo grupo de los versículos bíblicos que he seleccionado porque se dirigen directamente ya al caso concreto de lo que es un borracho; o, en otras palabras, un individuo que ha perdido la categoría de ser para entrar en la sub categoría de parecer: esto quiere decir que dejaron de ser personas para convertirse en peleles. Y existe una gran diferencia entre ambas clases de hombres mucho más allá de las falsas apariencias; porque en esta sociedad en que vivimos lo que es verdad parece mentira y lo que es mentira se nos presenta como verdad. Por eso señala la Biblia que llegarán tiempos en que lo bueno parezca malo y lo malo se nos presente como bueno. El mundo de los valores totalmente invertido. Así que para poder construir un mundo mejor y más habitable hay que darle completamente la vuelta. Sepamos lo que son los borrachos por ver si entendemos ya bien lo que significa dar la vuelta para encontrar la verdad.

En Job 12.25 se lee: “Van a tientas, como en tinieblas y sin luz. Y les hace errar como borrachos”. En Salmos 107.27 se lee: “Tiemblan y titubean como ebrios, y toda su ciencia es inútil”. En Isaías 28.3 se lee: “Con los pies será pisoteada la corona de soberbia de los ebrios de Efraín”. En Joel 1.5 se lee: “Despertad, borrachos, y llorad; gemid todos los que bebéis vino a causa del mosto, porque os he quitado la verdad de vuestras bocas”. En Nahum 1.10 se lee: “Aunque sean como espinos entretejidos, y estén empapados en su embriaguez, serán consumidos como hojarasca completamente seca”. En Mateo 24.49-51 se lee: “Y comenzó a golpear a sus consiervos, y a comer y beber con los borrachos, pero vendrá el Señor en un día que no él no espere, y a la hora que no sabe, le castigará duramente y le pondrá entre los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes”. En Hechos 2:14-15 se lee: ” Pedro, poniéndose en pie ante los once, alzó su voz y les habló: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio y oíd mi palabra. Porque no estáis ebrios”. En Primera de Corintios 6-10 se lee: “Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicentes, ni los estafadores, heredarán el Reino de Dios”. Y en Primera de Tesalonicenses 4:6-8 se lee: “No somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios”.

Analicemos ahora este último grupo de versículos bíblicos (entresacados del “Libro de la Verdad” que sabemos que es, únicamente, la Biblia) para terminar, de una vez por todas, con todas las mentiras que se cuentan y siguen contándose sobre los borrachos. ¿Dicen la verdad los borrachos o dicen solamente necedades? ¿Son los que dicen que los borrachos dicen la verdad todavía mucho más necios que los propios borrachos? ¿Dan pena y lástima los borrachos que son motivos de burlas, de mofas, de chistes por parte de quienes, por otro lado, gustan mucho de escucharles por puro escarnio contra la dignidad de un ser humano? Tomemos un poco de conciencia antes de seguir analizando el tema.

Ya estamos preparados. Tranquilos. Serenos. Concentrados para seguir analizando. Los borrachos van a tientas, como en tinieblas y sin luz. ¿Se puede concebir la gran estupidez de creer que quien vive en tinieblas y sin luz, tartamudeando palabras sin sentido, está diciendo verdades? Pues no. Un sujeto que ha perdido la noción de lo que es su realidad y se cree el amo del mundo cuando la realidad es que se encuentra entre la basura del mundo no puede ser claro ni conciso cuando habla. Y todos sabemos que las verdades, para ser verdades, tienen que ser claras y concisas y, además, comprensibles por todos los que escuchan; lo cual es todo lo contrario de lo que sucede con los borrachos quienes, en medio de sus tinieblas mentales, una vez perdido el juicio de lo que están diciendo, no hacen más que soltar una sarta de idioteces que a algunos les produce risa pero que nadie se lo toma en serio, sencillamente porque no están diciendo ninguna verdad sino verdaderas idioteces. En tinieblas no se puede tener la mente clara y sin mente clara no se pueden decir verdades.

Tiemblan y titubean y su ciencia resulta inútil. He aquí otra estampa de los borrachos. Temblando como seres asustados y titubeando. ¿Creéis de verdad que quienes dicen las verdades titubean al decirlas? Pues los borrachos se pasan, todo el tiempo en que están hablando, titubeando por completo. Mientras les tiembla el pulso también les tiembla la lengua y, entre temblores y más temblores, ni saben lo que dicen ni dicen lo que saben. De ahí que la Biblia afirme que su ciencia resulta inútil. Cuando alguien sabe de verdad la verdad de algún asunto jamás la expone estando borracho porque sabe que, si se emborracha, acaba por perderse en las dudas, en los titubeos, en los temblores de unas palabras que dejan de ser precisas (condición indispensable para que digan la verdad) para entrar en un laberinto de palabras incoherentes, demostrativas de que se ha perdido el uso de la razón y que, en esos momentos de ebriedad, sólo son capaces de articular frases sin sentido, frases que no se coordinan bien y frases que no se entienden con claridad. Pero precisamente las verdades tienen que ser lo contrario. Las verdades tienen que tener sentido (algo de lo que carecen las frases de los borrachos). Las verdades tienen que estar bien coordinadas (algo que no saben hacer los borrachos). Y las verdades tienen que ser entendidas con total claridad (algo que es imposible de entender cuando los borrachos sueltan sus frases sin razonamiento válido alguno). La razón juega un papel fundamental en la exposición de las verdades y resulta que los borrachos pierden toda la noción de lo que es razonable. Luego los borrachos no dicen verdades.

La soberbia de los ebrios. ¿Habéis observado bien la enorme soberbia que desprenden los borrachos cuando se dirigen hacia los demás? Sabiendo que son peleles de la sociedad, y para no decir la verdad de lo que son, se dirigen a los demás con una soberbia impropia de un ser humano normal. Para ocultar la verdad de su impotencia (puesto que de impotentes se tratan) buscan esconderla y así resulta que miente para esconder y ocultar la verdad de ellos mismos y si eso es lo que hacen, ¿cómo se puede entender y se puede creer que dicen verdades para los demás? Partiendo de la base de que intentan ocultar su verdadera impotencia humana es normal que se muestren agresivos, altaneros, prepotentes y hasta soberbios cuando se dirigen a quienes les escuchan. En definitiva, todo ese conjunto de complejos de inferioridad que tienen en su personalidad, les hace contar mentiras para resultar ser personajes atractivos hacia los demás. ¿Habéis observado cómo los borrachos intentan hacerse pasar por gentes importantes en medio de una sociedad que al final solamente se burla de ellos? ¿Cómo se intenta hacer siempre eso de ocultar la verdad de lo que es un hombre para aparentar lo que no se es? Sencillamente mintiendo y haciendo pasar por verdades lo que sólo son mentiras para querer hacerse importantes y superar sus complejos de inferioridad. Sin embargo, todos sabemos que los acomplejados siempre intentan ocultar la verdad de sus complejos. ¿Qué se deduce de todo esto? Que mienten cuando hablan.

Mucha atención a lo siguiente: “Despertad, borrachos, y llorad; gemid todos los que bebéis vino a causa del mosto, porque os he quitado la verdad de vuestras bocas”. Esto sí que es totalmente determinante y definitivo. Los borrachos siempre terminan por llorar y por gemir, después de haber estado contando mil y una mentiras, porque saben que Dios, una vez que están borrachos, les ha quitado la verdad de sus bocas. Esto sí que son palabras mayores. Esto sí que es la verdad de las verdades. Si Dios les ha quitado la verdad de sus bocas yo me pregunto lo siguiente: ¿son capaces los impotentes borrachos de evitar lo que Dios ha hecho con ellos? Imposible. Deberían ser, por lo menos, dioses con igual o mayor poder que Dios. Luego si Dios quita a los borrachos la verdad de sus bocas, ¿qué pueden salir de las bocas de los borrachos? Cualquier cosa menos verdades. Ya no luchan contra los demás seres humanos sino que intentan engañar al mismo Dios porque se encuentran perdidos y desnudos ante la gran verdad de lo que son: mentirosos que intentan aparentar ser grandes personajes de la sociedad cuando solamente son personajillos a los cuales todos los demás desprecian aunque les escuchen precisamente para reírse de ellos. Luchar contra la voluntad de Dios es totalmente imposible porque al final el borracho queda completamente derrotado pues al querer luchar contra Dios comete tales errores que hasta el más lento de entendimiento que le esté escuchando se da cuenta de su profunda mentira como ser humano y que de un ser humano que es una profunda mentira no puede salir nunca ninguna verdad. Hasta por lógica es demostrable.

Suma y sigue. Aunque los borrachos son aparentemente como espinos, la realidad demuestra que sólo son hojarasca seca. ¿Podéis imaginaros que una verdad sea algo seca? Pues no. Una verdad debe ser jugosa para que tenga sentido. De una hojarasca seca (como es el caso de cualquier borracho o alcohólico) no puede salir nada más que humo cuando se la quema y, la verdad sea dicha, el cerebro de los borrachos está totalmente quemado por culpa del alcohol que tienen que consumir para darse un poco de valentía y poder enfrentarse con esa verdad de sí mismos que intentan ocultar bajo el manto de sus mentiras. Quizás sean mentiras piadosas pero, desde luego, no son verdades ni tan siquiera aproximaciones a las verdades. Su carácter se vuelve espinoso precisamente para intentar aparentar lo que no son: valientes a la hora de afrontar sus realidades. Inmersos en sus cobardías existenciales, siempre intentan imponer su agresividad a los más débiles, a los más sencillos, a los más humildes, a lo más necesitados. Incluso en estos asuntos de convivencia social para con los demás esconden su impotencia comunicativa (incapaces de comunicar sus verdades a los demás) creando una atmósfera de agresividad alrededor de sus personas pero, al ser solamente hojarasca seca, pronto se vienen abajo cuando alguien se les enfrenta y les dice la verdad de sus mentiras. Al quedar al descubierto toda las sarta de mentiras que cuentan, de repente se vienen abajo, se desmoronan, se evaporan como las hojarascas secas y sólo son ya unas figuras patéticamente desdibujadas de todo lo que intentan hacer creer a los demás contando mentira tras mentira. La acumulación continua de las mentiras que cuentan hace que caigan en sus propias trampas porque, imposibles de contenerse en su excesiva verborrea, caen continuamente en contradicciones que son fácilmente descubiertas por quienes quieren conocer la verdad de ellos. Y al entrar en esas contradicciones se produce lo que en Periodismo conocemos como faltos de veracidad que, significa, que no son creíbles las falsas historias que cuentan. En definitiva, solamente son hojarasca seca aparentando ser espinos.

¿Y qué decir cuando los borrachos empiezan a llorar? ¿Son creíbles o no son creíbles esos lloros con los que buscan ganarse la comprensión de quienes les están escuchando? ¿Sabéis lo que son las lágrimas de los cocodrilos? Son lágrimas que se sueltan como pena o arrepentimiento, pero totalmente fingidas y de manera hipócrita. No he conocido, en mi vida, seres más hipócritas que los borrachos (sean cuales sean las clases sociales y económicas a las que pertenecen) intentando convencernos de que son “pobres hombres”. ¿Pobres hombres mientras se pasan la vida intentando engañar a los que se les acercan para escuchar sus falsas historias? Todos ellos tienen un gran arsenal de falsas historias para despertar la lástima. Quieren ser comprendidos culpando a la vida e incluso a Dios diciendo que son víctimas de la vida o que Dios se ha olvidado de ellos. Dos de las más grandes mentiras que cuentan siempre los borrachos una vez que han sido descubiertas todas sus falsas historias. A veces parece como si tuviesen momentos de lucidez pero la verdad es que esos momentos de lucidez sólo son unos pequeños lapsus que demuestran que la inmensa parte de todo lo que nos cuentan no tiene ninguna lucidez ni veracidad posible. ¿Los borrachos cuentan la verdad? Los borrachos sólo cuentan falsedades hipócritamente encubiertas como si fuesen verdades. A ciertas cosas que son reales las aumentan hasta convertirlas en totalmente irreales; porque si contaran solamente sus realidades verdaderas ellos creen que dejarían de ser interesantes (y la verdad es que dejarían de ser interesantes para quienes les escuchan) así que, aun sabiendo que están mintiendo, buscan despertar lástima, misericordia y hasta comprensión cuando solamente son unos farsantes que les encanta beber en lugar de ser honestos.

Cuando Pedro se dirigió a los demás discípulos de Jesucristo, bien que les dijo que les contaba cosas de Dios porque ninguno de ellos estaba ebrio. ¿Por qué hizo esta puntualización Pedro? Porque sabía que si alguno hubiese estado borracho al escuchar sus palabras, rápìdamente comenzaría a contar a todas las gentes palabras cambiadas, palabras aumentadas, palabras manipuladas hábilmente para llamar la atención y ser sobresalientes sobre los demás. ¿No es eso lo que buscan los borrachos cuando se dirigen a los demás? Pues sí. Eso es lo que buscan los borrachos y, para conseguirlo con la mayor rapidez y facilidad, les da por contar cosas que han escuchado pero que, al ser contadas por ellos en plena borrachera, ya no tienen nada que ver con la realidad de esas cosas que escuchó. ¿Os habéis dado cuenta del gran vacío existencial que habita en el interior de los borrachos? Si les escucháis atentamente, y sólo cuando sus palabras son más o menos entendibles, rápidamente descubrís el gran vacío de sus personalidades. De ahí que cuenten tantas mentiras para adornarse de una aureola de interés de la cual carecen por completo. Repito que no es cuestión de clase social ni de poder económico sino de falsa personalidad o, dicho de otra manera, de una personalidad de la cual carecen y que ellos quieren hacer creer que es fabulosa, heroica, memorable, para despertar un interés del cual carecen por completo. No son las historias de un escritor lleno de imaginaciones reales o ficticias pero que son creíbles porque se trata de grandes escritores, sino de falsedades contadas por unos individuos (los borrachos) que carecen de cualquier clase de imaginación creativa y, al carecer de dicha imaginación, intentan crear ficciones que se descubren, enseguida, que son falsedades propias de personas vacuas, vacías de contenido mágico y carentes de cualquier creatividad artística. Porque los borrachos, bajo el concepto verídico y verdadero de lo que es un artista, no lo son por mucho que se dediquen, en algunos casos, a practicar el Arte. Entre un artista genial siempre sobrio y siempre consciente de que sabe manejar sus realidades y sus ficciones y un borracho que se dedica a crear arte, existe la enorme diferencia entre la verdad fantástica y la mentira de los absurdos. Y es que los borrachos, sean o no sean artistas, son sobre todas las cosas unos simples absurdos que, incapaces de dominar sus dones, los malgastan vaciándoles de contenidos ingeniosos para convertirlos en simulaciones y artificios para estar a la moda; uno de los grandes defectos de los artistas que son, antes que artistas, borrachos y que tanto los separan de los verdaderos artistas que, poniendo solo un ejemplo, beben solamente café con leche para crear todas clase de mundos literarios y artísticos. Los borrachos, aunque sean artistas o digan ellos que son artistas (lo cual yo lo dudo por completo) simplemente están contando y narrando mentiras bajo los efectos del alcohol y otras drogas. Los grandes artistas, los que de verdad son geniales, nunca son borrachos ni se dedican a las borracheras y a otras clases de drogas para poder enfrentarse ante la dificultad de escribir o crear una obra artística con la verdad de su claridad mental por delante. Los borrachos (incluidos esos que se llaman artistas pero solamente son borrachos o drogadictos metidos a hacer arte) son incapaces de crear si están en condiciones normales. Necesitan el alcohol (y otras drogas) para estimularse. Y eso, en palabras correctas y significativas, es crear mentiras. Por eso los borrachos (al igual que el resto de los drogadictos) nunca heredarán el Reino de Dios.

Los verdaderos, los que no tenemos que emborracharnos para poder ser creativos, podemos ser de todo el día, de las 24 horas del día (alba, mañana, tarde y noche) pero no somos nunca de esos seres sombríos, esos seres escondidos en el fondo de las botellas de alcohol (o sea nada que tenga interés porque es un vacío) para poder decir que están viviendo la noche cuando, en realidad, están muriendo noche tras noche. Los sanos de cuerpo y sanos de espíritu podemos vivir en la noche pero no somos de la noche sino de la Luz de Dios. Los borrachos se sumergen en las tinieblas en lugar de saber para qué sirve, en verdad, la noche a la hora de ser creativos con cuerpo sano y mente sana. Los borrachos se embriagan para poder mantenerse en pie (aunque siempre terminan por caer a los suelos) mientras que los de la verdad podemos estar toda la noche entera creando sin parar pero sin tomar ni una sola gota de alcohol; porque somos del día y de la Luz de Dios. Ellos son solamente falsos artistas de las tinieblas. Así es la realidad de los borrachos y su verdadero trasfondo: mentiras absolutas que ellos quieren hacernos creer que son verdades relativas porque son, en verdad, unos hipócritas farsantes nada más.

¿Habéis sido alguna vez testigos presenciales de la forma de reír de los borrachos? ¿Habéis visto alguna vez a algún borracho riéndose? Es una risa nerviosa, discontinua, salida del hígado como a golpes tras golpes, totalmente falta de ritmo, compulsiva, entrecortada, falta de la esencia del verdadero y sano humor, yo diría que hasta desesperada, agobiada, totalmente desproporcionada, entre hipos en lugar de con expresividades, y falta totalmente de inteligencia porque tienes que saber, amigo y amiga que me estás leyendo, que hasta para saber reír hace falta ser inteligente. Y los borrachos pueden ser cualquier cosa (hasta algunos pasan a la Historia como genios) menos inteligentes.

En definitiva, joven de cualquier edad que me estás leyendo, ¿quieres ser como Omero Simpson (la antítesis de los que es un hombre de verdad) o quieres ser un verdadero hombre (o mujer si eres de género femenino) con principios éticos y valores morales. Eso sólo lo tienes que decidir tú con el uso de tu Libre Albedrío; pero no olvides jamás la siguiente y rotunda premisa: “Los borrachos nunca dicen la verdad porque están incapacitados mentalmente para decir la verdad”. Y esto sí que es una verdad absoluta.

Decir adiós

Cuando sacamos a relucir el pañuelo de las despedidas es como si estuviéramos desalojando fantasmas de nuestro pensamiento. ¿Qué estamos pensando en esos largos minutos en que parece que la despedida nunca va a tener lugar? Algunos creen en el nerviosismo, otros creen en la incertidumbre y hay quienes hablan de inquietud. Ninguno de estos tres grupos de personas aciertan. La verdad es que toda despedida es una sensación. Esa sensación de la que casi nunca se habla porque se lleva por dentro y se procura evitar que salga a la luz pública. Sólo quienes entienden esta curiosa circunstancia saben lo que de verdad se siente cuando se dice adiós a una persona, un animal o una cosa; puesto que en las tres situaciones se experimenta la misma sensación: una especie de vacío que está llamado a convertirse en olvido.

Hay quienes se vuelven tristes y taciturnos cuando ya se han despedido y se encuentran en otro lugar, en otro espacio de sus coordenadas vitales. Esos son los que, a media aventura, abandonan la búsqueda para retrotraerse y volver al punto de partida. Se sienten incapaces de superar esa tristeza y se compungen tanto sus ánimos que terminan por renunciar mientras lanzan juramentos de amargura por haber intentado lo que otros sabemos que es una buena decisión. Así que, llorosos y amargados por su tristeza, vuelven al punto de origen para, de nuevo, llenarse de mediocridad por los cuatro costados de sus personas. Justo lo contrario que hacemos quienes sabemos, de antemano, que despedirnos de algunas personas, de algunos animales o de algunas cosas, tiene una gran ventaja que se llama descubrimiento puesto que, iniciados ya en otras coordenadas vitales, somos felices recordando que nos hemos podido liberar.

Desear perder del vista al pasado no quiere decir, para nada, que dejemos de recordar el pasado; pero no para añorar los buenos tiempos (digamos por poner un ejemplo a la infancia) sino para rememorarlos con la inusitada pasión de quienes estamos intentando buscar otras nuevas referencias de aquellos tiempos felices; porque la felicidad deja de serlo cuando nos quedamos anclados en un punto de ella y no somos capaces de prolongarla en el tiempo y en el espacio. Eso no lo pueden comprender (ni lo entienden) quienes nos ven sonreír en nuestras nuevas situaciones. Y es que han olvidado que el camino es caminar. La pregunta más importante es ¿caminar para ser un triunfador o caminar para ser feliz? Supongo que todos habréis entendido esa especie de dualidad que llevamos los caminantes como única bandera por defender. Y esa bandera no tiene ningún otro color más que el que cada cual ponga a su felicidad.

Ahora estamos siendo amenazados por la globalización tan mal interpretada por muchos de sus autores. La globalización es, sin embargo, la apertura de muchos nuevos caminos que antes cerraban las férreas fronteras. La posibilidad de haberlas derribado, al menos en las áreas geográficas donde podemos ser felices, es un hecho factible y real. O sea, que los perpetuos caminantes no somos unos vulgares visionarios de “bolas de cristal” ni nos hacemos “bolas” el cerebro, porque intuimos dónde hay motivo suficiente para inventar. Y en esa labor creativa, en ese carácter positivo siempre, no hay lugar para la decepción por mucho que el camino se vuelva escarpado; es más, a mayor dificultad mayor y mejor es la conquista. Pensamiento bien lógico y frase factible que nadie, en el buen uso de su razón, puede rebatirla. Pueden llamarnos, si lo desean, seres futuristas; pero resulta que tal futurismo pasa por crear un nuevo mundo en nuestra nueva forma de pensar, en nuestra nueva manera de sentir y en nuestro nuevo modo de actuar: saber, querer y poder.

A muchos incrédulos, en vez de decirles que son inmovilistas (y lo son desde el mismo momento en que su incredulidad les convierte en seres pasivos), lo que debemos decirles es que si te veo no recuerdo bien quién eres pero debes ser muy importante. Y así, con esta frase elegante, educada y llena de esencial sentido, seguimos adelante sin pensar en aquella nostalgia que otros desean imponernos en contra de nuestra voluntad. Voluntad. Esa es la palabra que hay que saber interpretar. Estamos en el escenario del teatro mundial y, una vez dentro de él, no podemos dar lugar a las dudas que otros creen incontestablemente realistas. No. Las dudas, para quienes caminamos siempre buscando otro porqué, no son parámetros que midan nuestra voluntad porque, en ese caso, nos hubiésemos quedado inertes en nuestro punto de origen, dejando pasar a la vida. La vida hay que vivirla y no dejarla pasar. La vida hay que adaptarla a nuestra voluntad. Ese es el camino verdadero para estar felices mientras caminamos.

Lanzados ya hacia un futuro que no estamos locamente visionando sino viviendo en toda su plenitud, alcanzar nuestras metas ya es algo posible en cuanto damos vueltas por el mundo y nos llenamos de experiencias que otros ni tan siquiera se atreven a soñar. Y volvemos otra vez al tema de los sueños. ¿Para qué sirve vivir si no te levantas de la cama y caminas? Si nos damos cuenta, camino deriva de cama que, dicho de otra manera más comprensible, significa que si te quedas en la cama no llegas a caminar que es, en definitiva, una prolongación de la cama pero para salir de ella. Acompañados de todo aquello que amamos (personas, animales y cosas), el camino se nos convierte en una realidad alegre y posible aunque haya comenzado por ser solamente un sueño que muchos llaman utopía sin saber que la utopía no es el fin de nuestros sueños. La utopía produce miedo a los inmovilistas, a los que se aferran a la cómoda cama sin buscar otras ilusiones más que poder descansar. Y no. Los sueños (que a veces pasan primero por ser utopías) sólo son realizados cuando los llenamos de contenido vital. Un sueño vacío no sirve para nada.

La infatigable marcha de los caminantes nunca se detiene ante un éxito alcanzado, ante una meta lograda, ante un sueño cumplido; porque es muchos más que eso. Es, ni más ni menos, saber dónde estamos para saber dónde queremos estar y saber, sobre todo, cuál es el camino verdadero para saber llegar a ser lo que deseamos ser. Un caminante nunca es un simple andariego, de esos que dan dos pasos hacia adelante para luego dar dos pasos hacia atrás y quedarse en el mismo punto de partida. Un caminante es muchísimo más. Como sabemos que a un horizonte siempre le sucede otro horizonte, comprendemos y entendemos que llegar a un horizonte nos sirve para seguir buscando el horizonte siguiente. Y como todo es una sucesión continua de oportunidades, lo que hacemos quienes siempre caminamos es utilizar dichas oportunidades para seguir siendo cada día más felices porque cada horizonte es una alegría vital.

¿Es necesario ser un genio para ser tal como deseamos ser? Pues no. No es necesario ser un genio aunque los demás nos traten como genios. No importa si es cierta o si es falsa esta última premisa, porque lo que es importante es saber que la genialidad no le pertenece a ningún estamento o institución sino a la Providencia de Dios y, en ese sentido, ninguna autoridad humana, de esas que intentan decidir quiénes triunfan y quienes fracasan, puede detener ese camino hacia el éxito personal y que es también un éxito colectivo ya que, al ser personas sociables que triunfamos, también formamos parte de la sociedad que triunfa con nosotros; lo cual es tan lógico que es fácil de deducir. Esto no lo pueden imponer ninguna de esas autoridades que se creen que tienen la facultad divina de nominarnos ganadores o perdedores. Nada que ver con nosotros. Ganar o perder no es nuestro destino. Ganar o perder no forma parte de nuestros equipajes, porque son definiciones verbales del mundo estático, inmovilista, dominado por un puñado de gentes que se creen dioses. Mientras tanto, mientras ellos se creen dioses, los caminantes sabemos que sólo hay un Dios y que ese Dios no es ninguno de esos señores (y alguna señora que otra) que se creen capaces de detener nuestro caminar.

No estamos vencidos. Nunca hemos estado vencidos. Jamás nos han vencido. Estamos haciendo ver a la sociedad mundial que somos capaces de alcanzar, sin ninguna ayuda salvo la divina, lo que otros alcanzan solamente gracias a los apoyos que reciben y, sin los cuales, serían menos que una mota de polvo en el devencijado sillón de las academias que es lo que les encanta a todos los que fueron ayudados para ocuparlos. Nosotros no necesitamos, para nada, ese tipo de sillones porque lo que buscamos no es perder la vida aburriéndonos solemnemente y con solemnidad sentados en el sillón de turno, sino que subimos siempre un peldaño tras otro hasta llegar a la verdadera cima de los creativos; algo que dichos señores (y alguna que otra señora) no quieren admitir. Pero resulta que el éxito, el verdadero éxito, no se basa en una gran cantidad (aunque lógicamente conlleva una gran cantidad) sino sobre todo una gran calidad. Si solamente una sola persona nos cataloga como héroes, como líderes y como ejemplos para sus vidas, es que hemos alcanzado el éxito completo aunque sólo haya sido gracias a una persona nada más. Porque una persona nada más vale mucho más que millones de gentes que no saben distinguir lo que es la cantidad y lo que es la calidad acompañando a la cantidad.

Todo consiste en recuperar la verdadera esencia de las cuestiones vitales y empeñarnos en el continuo esfuerzo de darnos cuenta de que somos capaces y de que, siendo capaces, lo conseguimos siempre sí o sí. No es muy difícil. Ni tan siquiera es difícil. Recuperar lo que queremos ser es volver a recuperar toda nuestra existencia vital del pasado, del presente y del futuro. Todos nuestros sueños convertidos en realidades (incluyendo todo aquello que nos quisieron eliminar) como partes de una unívoca condición que jamás pueden arrebatarnos porque, en vez de buscar solamente la cantidad, buscamos mucho antes la calidad. Una vez cumplidos nuestros propósitos, la cuestión no es quedarse quietos sino seguir consiguiendo nuevos propósitos aunque les rechinen los dientes a esos señores (y alguna señora que otra) que nos envidian porque no estamos sujetos a sus caprichos. Y eso se llama Liberación.

History in the air (Relato)

Hugo Lorenzo había regalado un ramo de narcisos, de color amarillo sol, a Sofía Loreto quien, con gran esmero, había preparado aquellos siete suculentos buñuelos de viento azucarados.

– Seis son para ti, Hugo.

– ¿Y te vas a conformar con comer solamente uno, Sofía?

– Para mí es mucho más agradable ver cómo te comes tú los seis y yo te acompaño con uno que para mí valen más que cien.

En la casa de Sofía Loreto, en plena calle madrileña de Serrano, nunca faltaba de nada.

– Siempre he dicho que las mujeres millonarias tenéis unas formas de actuar bien extrañas.

– ¿Pero de verdad es que tienes que irte?

– De verdad, Sofía. La patria me llama y es un deber mío acudir a la llamada de la patria.

– ¿Pero qué se os ha perdido a los españoles en Afganistán?

– ¡Somos solidarios con las necesidades ajenas! ¡Si tú fueses un hombre lo entenderías mejor!

– Lo que no entiendo, Hugo Lorenzo, es que tú tengas que ser uno de ellos.

– Lo que yo no entiendo, Sofía Loreto, es que tú no tengas corazón para sentirlo.

– Será porque mi corazón me lo has robado tú.

– Perdona, Sofía, pero yo no ando por la vida robando corazones de millonarias solitarias.

– Sabes muy bien que yo no soy una solitaria. Por ejemplo, Omar Arijo no hace más que rondarme.

– ¿Y por qué no le das una oportunidad a ese tal Omar Arijo?

– No es por faltas de ganas sabiendo que es heredero de un principado en Qatar.

– Es mucho mejor partido que yo, Sofía…

Sofía Loreto contemplaba, con arrobo, cómo Hugo Lorenzo iba comiendo, tranquilamente, un buñueño tras otro. En su casa todo era confort y, sin embargo, aquel bohemio parecía echar en falta algo…

– ¿No te resulta acogedora mi vivienda?

– Supongo que sí, pero…

– ¡Siempre pones algún pero a la hora de tener que comprometernos de verdad!

– La patria, Sofía, la patria…

– ¿Ahora resulta que un bohemio como tú ama tanto a la patria?

– Amo lo que mi patria hace por los demás.

– No puedo entenderte por más que lo intento…

– ¿Y no crees que eso es motivo más que suficiente como para que le des una oportunidad a Omar Arijo?

– ¿Y olvidarme de ti? ¡Nunca! ¡Jamás! ¡Sólo estoy deseando que vuelvas vivo!

– Es que esa es la verdadera cuestión. ¿Y si no vuelvo nunca más?

– Si no vuelves nunca más no entra en mis pensamientos.

– ¿Y no crees que puedo convertirme en un héroe muerto si no vuelvo nunca más? ¿Qué vas a hacer entonces de provecho en tu vida amando a un héroe muerto? A mí me parece que ese tal Omar Arijo es lo suficentemente narciso como para que le des una oportunidad.

– ¡Sólo le daré esa oportunidad si veo tu esquela en los periódicos!

– A veces los héroes son soldados desconocidos. ¿No sabes eso?

– Por lo menos deja que te acompañe al aeropuerto.

– ¡De eso nada, Sofía! ¡No me permito ver llorar por mí a nadie cuando se trata de una despedida!

– Y si te prometo no llorar…

– En ese caso es mucho mejor que te quedes en tu casa riendo de cara al futuro…

– ¿Tengo futuro sin ti?

– ¿No dices que ese tal Arijo es heredero de un principado en Qatar?

– ¡Sí! ¡Es verdad!

– Entonces, si termino siendo un héroe desconocido, será mucho mejor para ti que me olvides ahora que estás a tiempo. Y hablando de tiempo, tengo que irme ya.

– ¿No te vas a comer el séptimo buñuelo? He perdido el apetito.

– Está bien. Lo haré por ti. Para solidarizarme con tu causa.

Hugo Lorenzo saboreó el ùltimo de los siete buñuelos de viento azucarados.

– Me gusta ver cómo devoras…

– A veces, Sofía, a veces…

– ¿De verdad non quieres que vaya al aeropuerto contigo?

– De verdad quiero que te quedes en tu casa y que invites esta misma tarse a ese tal príncipe Arijo de Qatar. Quizás a él también le guste catar tus buñuelos de viento azucarados.

Se dieron el beso de la despedida y Hugo Lorenzo salió a la calle de Serrano, por donde caminaban miles de personas en aquel día de fiesta nacional, mientras que Sofía Loreto pensaba en la patria…

– ¿Quién sería el gracioso que la inventó?

Una hora después, Hugo Lorenzo salió del metro en la Estación Aeropuerto T4. Miró su reloj y comprobó que no estaba ni atrasado ni adelantado; así que le quedaba, todavía, una hora de espera que aprovechó para acercarse al Caffriccio Coffe, donde una bella señorita atendía al público con una sonrisa de oreja a oreja.

– Esa sonrisa se merece el mejor café del mundo.

– ¿Cómo dice usted?

– Que merece la pena tomar un café con leche, en vaso de caña y con dos de azúcar, con tal de ver esa deliciosa sonrisa que tienes usted.

Ella se sintió tan halagada que se detuvo un momento en su continuo trabajar.

– Me llamo Brenda. Brenda Boletín para ser más exactos.

A Hugo Lorenzo le quiso entrar la risa pero se aguantó por respeto a aquella belleza de mujer.

– ¿Y qué dice el Boletín Oficial del Estado acerca de chicas como usted?

– Supongo que eres muy gracioso y no de esos que se las dan de graciosos sin serlo…

– Suponer no cuesta dinero… o al menos que yo sepa…

Brenda Boletín soltó una carcajada.

– ¡Jajajajajá! Sólo por eso te voy a invitar a ese café…

– Gracias, pero recuerda que sea en vaso de caña y con dos de azúcar.

Una vez servido el café con leche tal como él lo había pedido, dio las gracias a su manera…

– ¡Ojalá que nos volvamos a ver en el Paraíso, Brenda!

– Ojalá que sí…

– Me llamo Hugo Lorenzo pero como lo de Lorenzo es demasiado llámame simplemente Hugo.

– Ojalá que sí, Hugo… porque sería una buena noticia…

Hugo Lorenzo se apartó del mostrador con su café con leche y se sentó en una silla vacía junto a una mesa vacía. Volvió a mirar su reloj y comprobó que todavía tenía que esperar un buen tiempo; así que sacó el libro que llevaba en el bolsillo derecho de su americana. Era la novela “Al este del Edén”, de John Steinbeck, y por unos segundos comenzó a leer, para sus adentros, la sinopsis de la contraportada…

– Entre la guerra de secesión y la primera guerra mundial, dos familias viven a lo largo de tres generaciones en el lejano valle de Salinas. Tras acompañar a la familia en su épico asentamiento en California, el lector penetra en el sofocante mundo de los, en el que un hombre de costumbres estrictas y severas, intenta educar en el recto camino a sus hijos y, tras ser hijos abandonado por su mujer, a quien nadie en la familia se atreve a nombrar. Uno de sus hijos es trabajador, obediente y cumplidor; pero inquieto y siempre insatisfecho, no soporta el peso del silencio en torno a su madre, cuyo carácter indomable cree él, secretamente, que ha heredado; así pues, ya es inevitable la lucha soterrada por el reconocimiento del padre, cuyo rechazo conduce al hijo a la más provocadora rebeldía. Un día se siente extrañamente atraído por la misteriosa dama que regenta el burdel más célebre de la región. A partir de ese instante, la maldición caerá sobre él, condenado irremisiblemente a permanecer al este de un elusivo Edén…

Volvió a mirar a su alrededor pero no vio a ninguna cara conocida salvo la de Brenda Boletín que le miraba con sumo interés. Hugo Lorenzo observó la portada del libro…

– Parece interesante…

– ¿Qué es lo que te parece tan interesante, sinvergüenza?

Levantó repentinamente la vista del libro y se encontró ante el monumento viviente más excitante que había conocido en su vida.

– ¡Hola, Jessica! ¡Lo que me parece interesante es que sigas soltera y completamente virgen a pesar de todo!

– ¡Jajajajá! Está bien. ¿Nos vamos o no nos vamos?

– Nos vamos.

Jessica Albacete era la más bellísima hembra de los casi desconocidos shiriou. Nacida de padre español y nativa, Hugo Lorenzo no podía entender que se hubiera fijado en él.

– Yo no sé si esto es un sueño o es que estoy soñando…

– Las dos cosas a la vez, Hugo, pero haz el favor de volver a la realidad.

Hugo Lorenzo se restregó los ojos, los volvió a abrir y descubrió que era una verdad. No era ni un sueño ni estaba soñando. Ante él se encontraba, esperando a que la besara, la chavala más explosiva que hubiese podido imaginar. Abandonó la novela “Al este del Edén” sobre la mesa.

– Si no imagino es que es cierto…

– ¿Se puede saber a qué esperas?

Hugo Lorenzo se levantó de la silla, estuvo a punto de tropezar con la mesa y, controlando sus impulsos, le dio en la boca el beso más largo que podía dar teniendo en cuenta las circunstancias que les rodeaban.

– ¡Atiza! ¡Pues es verdad!

– ¿Qué es lo que es verdad?

– Que no hace falta irse al Paraíso para estar en el Paraíso.

– ¿Es que ya no te interesa venir conmigo?

– Si hay algo que me interesa en la vida es perderme contigo.

– ¿Qué quieres decir con eso de perderte?

– No volver jamás a la calle madrileña de Serrano…

– ¿Qué cuento le has contado?

– Tuve que hacerlo para remediar un mal mayor.

– ¿Pero qué le dijiste?

– Que me iba a Afganistán para cumplir con mi patria.

– Y espero que cumplas…

– ¿Y tú? ¿Qué hiciste tú con Jaime Gordejuela?

– Me dijo que aspiraba a llegar a ser todo un general. Me dio pena despedirme de él en Carabobo…

– ¿Se le quedó la cara de bobo?

– Algo así… pero me estoy refiriendo a que en Carabobo fue donde le hice saber que lo de él conmigo no tenía ninguna clase de futuro. También le dije que lo hacía por mi patria…

– ¿Y de verdad ansía llegar a ser general ese tal Gordejuela?

– Eso es lo que ansía con mayor entusiasmo así que yo perdí todo entusiasmo por él.

– Vamos a volar, Jessica…

– ¿Eso quiere decir que te atreves?

– Eso quiere decir que en el aire te cuento mi historia.

Una vez dentro del avión, y tras el aviso de que ya los viajeros podían desabrocharse el cinturón de seguridad, Hugo Lorenzo pidió a la azafata de vuelo un par de bíteres sin alcohol.

– Gracias, Hugo, por tu generosidad. Ya puedes empezar a contarme…

– Te vas a sorprender.

– Eso depende de cuánto sea de interesante.

– Resumiendo. Nací, viví y morí… luego existo…

– ¡Habla en serio, por favor!

– Pero si estoy hablando en serio…

– Lo único que te pido es que seas coherente.

– Está bien, seré coherente. Nací en un chalé con paredes blancas.

– ¿Tú naciste en un chalé con paredes blancas?

– Muchos millones de seres humanos han nacido en chalés con paredes blancas y has de saber que desde el centro de España hacia el sur abundan esa clase de chalés.

– ¿Tú eres sureño?

– ¡Claro que soy sureño!

– Pues no lo pareces…

– Parezco norteño pero soy sureño… lo mismo que parezco muy tonto pero soy muy inteligente…

– ¿No estás exagerando?

– No. Yo creo que soy muy inteligente… pero me corto mucho cuando hablo con una chavala como tú…

– Mirándote bien a la cara… y mira que le echas cara a la vida… más parece que has nacido en una carreta…

– En cierto modo debió ser así… porque cuando nací mi familia era itinerante…

– ¿Traficantes de armas tal vez?

– No. Soy un poco guerrillero pero no tanto.

– ¡Jajajajajá!

– Menos jajajajajá y más tomarme en serio, Jessica.

– Está bien. Te tomo en serio. ¿Con quiénes te educaste?

– En la ciudad de Madrid con vicarios ronceros y morenos…

– ¿Puedes explicarme eso? No lo entiendo.

– Me estoy refiriendo a curas ligones o, al menos, que se las daban de ligones pero… a la hora de la verdad…

– A la hora de la verdad esos vicarios ronceros y morenos de los que me estás hablando no se comían ni media rosca y ligaban con las que nadie quería. ¿Cierto?

– ¡Jajajajajá! Eso es, Jessica. Quizás por eso repartían tantas hostias cuando nos reíamos de ellos.

– ¿Te reías de los vicarios ronceros y morenos?

– Más que reírme es que me daban pena…

– ¿Y qué más?

– A veces iba a ver películas de autor.

– ¿Películas de autor?

– Sí. De esas películas que no entendíamos nada pero disimulábamos en las tertulias haciendo creer que lo habíamos entendido todo.

– ¿Te gustaba también la música?

– Sí. Mucho. Sobre todo la de vamos a la playa calienta el sol… o la de enséñame a cantar enséñame a cantar…

– Supongo que, siendo sureño, te encantan las soleares.

– Me gustan mucho las que están solas…

– ¿Te refieres a las que tienen soledad?

– Sí. Me encantan porque son las más buenas.

– ¿Las más buenas o las que están más buenas?

– Veo que tú también eres muy inteligente.

– Y, sin embargo, yo te veo a ti muy cortés.

– Sí. Alguna vez que otra he tenido que cortar a alguna de ellas… pero era para poder sobrevivir en medio de la jungla urbana…

– ¿La jungla urbana? ¿Qué es eso de la jungla urbana?

– Todo aquello de la movida…

– ¿La movida? Ahora sí que no entiendo nada.

– La movida podía devorarte vivo si te pillaba en Babia… y por eso me daba por beber leche de pantera…

– ¿Babia? ¿Leche de pantera? Pero en qué sociedad te has criado…

– En La Vaquería y sus alrededores.

– ¿Una vaquería en Madrid capital?

– En pleno corazón de Madrid capital.

– ¡No me lo puedo creer!

– Yo tampoco me lo puedo creer pero es verdad.

– ¿Y en esa vaquería vendían leche de pantera?

– Pues sí. Te lo creas o no te lo creas es totalmente cierto.

– ¿Y algo más igual de interesante?

– También me daba por pasar muchas horas enteras sentado en un banco…

– ¿Y qué hacías tú sentado horas enteras en un banco?

– Verlas pasar…

– ¿Las horas?

– No precisamente las horas.

– ¿A quiénes entonces?

– A las más llamativas porque eran las que más me llamaban la atención.

– ¿Y no te llamaron nunca la atención por hacer eso?

– Ni mi abuela materna, ni mi padre ni mi madre, nunca me llamaron la atención por hacer eso. Estaban muy contentos con lo que hacía yo sentado en el banco porque decían que así me estaba haciendo todo un hombre.

– ¿Te estás quedando conmigo?

– No. Eso, si Dios quiere, vendra después. ¿Puedo continuar?

– ¡Continúa, continúa! ¡Eres un joven muy interesante!

– Lo interesante es que, de repente, un día me dio por explorar mis facultades…

– ¿Para qué explorabas tus facultades?

– Para desarrollar la que más estuviese acorde con mi personalidad.

– ¿Y cuál fue de todas ellas?

– La facultad de comunicación.

– Estoy segura de que lo hiciste para tener más probabildiades de ligar con chavalas guapas.

– Exacto. Como había estudiado Ciencias sabía manejar muy bien el cálculo de las probabilidades a través de la comunicación interpersonal.

– ¿Y qué pasó después?

– Que un buen día cogí todas mis experiencias, hice un hatillo con ellas, y me fui a ver a Alaska… pero no me gustó…

– ¿No te gustó Alaska?

– Cuando la conocí me quedé totalmente frío.

– Pero si Alaska despierta pasiones…

– Será entre los desesperados… pero resulta que yo, en esto de admirar bellezas naturales, nunca he sido un desesperado… Alaska me parece muy artificial… y por eso prefiero Villaconejos…

– ¿Te gusta más Villaconejos que Alaska?

– ¡Rotundamente sí!

– ¿Cuál es la razón?

– La cantidad de melones que hay allí.

– Veo que te gustan mucho los melones.

– Sólo cuando están en su punto. Ni verdes ni pasados. Duros por fuera pero tiernos por dentro. Es mejor comer melones que comerse el coco pensando…

– ¿Y ahora mismo que estás pensando?

– ¡Cómo me las maravillaría yo!

– ¿Algún asunto de flores?

– ¡Eso es! ¿Cuáles te gustan más?

– Las orquídeas de mi tierra.

– En cuanto lleguemos a nuestro destino lo primero que voy a hacer es regalarte un ramo de orquídeas. ¡Conozco muy bien el lenguaje de las flores!

– ¿Dónde has aprendido tú esa clase de lenguaje?

– Paseando, solitario, por La Rosaleda del Retiro madrileño.

– ¿Totalmente libre o totalmente liberado?

– Totalmente liberado.

– Descubro que tu facultad de comunicación la has desarrollado del todo.

– Sí. Por eso me nombraron representante…

– ¿Y a quiénes representas tú?

– A los caídos.

– ¿A los caídos en los combates de la vida?

– Eso es. A los que siempre se quedan fuera de juego…

– ¿Estás queriendo jugar conmigo?

– Pues sí. Por ejemplo al veo veo que ves una cosita y qué cosita es empieza por c…

– ¿No te parece eso juegos peligrosos?

– No seas mal pensada. Yo no soy ni Margaret MacMillanme ni tengo nada que ver con ninguna Margarita. Sólo me estoy refiriendo al corazón.

– ¡Jajajajajá! ¿Puedo reclinar mi cabeza sobre tu pecho? Ya tengo sueño…

Hugo Lorenzo permitió, con sumo placer, que Jessica Albacete reclinara su cabeza sobre el pecho de él y, a los pocos segundos, ella quedó dormida mientras él pensaba para sus adentros…

– Cuando llegue la hora de la verdad estoy seguro de que me abandonará por otro…

– ¡Sé lo que estás pensando, Hugo! ¡No te dejaré jamás por ningún otro hombre! ¡Avísame cuando veas por la ventanilla el paisaje de nuestro destino!

Ahora sí. Ahora ella se quedó profundamente dormida hasta que, al nacer el nuevo día, por fin se divisó el paisaje desde la ventanilla del avión.

– ¡Jessica! ¡Jessica! ¡Es verdad que el Paraíso existe! ¿Cómo se llama eso?

– No se lo digas a nadie…

– ¿Cómo se lo voy a decir a alguien si no sé cómo se llama?

– Es que todavía no tiene ningún nombre. Lo llamaremos según sea tu deseo, Adán… esto… quiero decir Hugo…

– Está bien Eva… esto… quiero decir Jessica…

– ¿Cómo quieres llamarlo?

– ¿Puede ser Blue Waterfall?

– ¿Cascada Azul? Me gusta. Así lo vamos a llamar.

Y él ya no pudo aguantarse más las ganas de abrazarla, besarla profundamente en la boca y sentir el contacto de su piel trigueña mientras acariciaba, suavemente, aquel rostro divino.

FIN

Te extraño

Te extraño en mis paseos por el jardín, al mediodía, mientras cocino, mientras piensas y callas.

Me extrañarás cuando sientas que no se puede vivir así, escondidos del sol y con los ojos a la deriva de un mar infinito.

¿Y será que en verdad no estás?

Cada día es un reto, el recuerdo de una risa, el calor de tu compañía…
No puedo abrir la ventana si no te veo llegar, ni cerrar la puerta por si entras mientras duermo.

Y con más que suspire no puedo hacer que tu camino sea igual que el mio, o de mis manos la rendición de tus besos.

Pero si puedo desnudar tu alma con mi piel o hacerte soñar con mis palabras, bajitas y al oído.
Te extraño…

MARGARITAS

Un joven muchacho paseaba por un campo repleto de margaritas, cogió una de ellas y empezó a deshojar sus pétalos como aquel que va restándole horas a un reloj. Le fue quitando la belleza, le quitó su color, también su alegría,su ternura,su fragilidad a la vez que le iba dejando melancolía, frío,silencio, oscuridad, soledad …Y cuando ya le había arrancado todos sus pétalos, con el tallo entre los dedos observó lo poco que ya quedaba de aquella flor. Las lágrimas comenzaron a brotar. Se había deshojado el corazón.

confesiones

Resbala tu lengua por todo mi cuerpo, la ropa a trozos. Sudor y saliva. Las cortinas descolgadas, algunos muebles por el suelo.
Tu cuerpo sobre mi cuerpo. Mi cuerpo contra la pared y yo sin pedir tregua y tu sin piedad.
A media luz nuestras sombras nos persiguen, mientras nos apresuramos en tocarnos, en sentirnos, apretarnos.
Tu empujas, yo respiro. Tus labios en mi oreja mientras me susurras, dios sabe qué, con una voz ronca y templada.
Me derrito y tu lo notas. Me agarras, me sostienes, me intimidas.
Caemos exaustos al suelo, pero esto no ha acabado y lo sabes.
Te miro, me miras, y con una sonrisa en la cara te sujeto las manos. Ahora mi objetivo es tu cuello, tus hombros.
Llámale besos a los muerdos que te doy mientras tiritas. Apenas puedo inmovilizarte asi que me ayudo de la ropa a tiras que hay por el suelo y te ato. Eres todo mio, todo par mi.
Lo que antes era el cuello y los hombros, ahora es tu torso, tu abdomen, tu cadera, mis mordirdiscos y mi lengua. Que juegan a ver como soportas el placer, haciendote sufrir.
Te oigo respirar y eso me acelera, me lo pides y lo hago. Y rebosamos ambos en un placer tan intenso que casi nos sentimos culpables.
Me deshago sobre ti dejandome caer en tu pecho, luego nos besamos sin apenas poder respirar, y respiramos.

El Molino de Calabria (Novela) -Capítulo 2-

Estábamos los dos en el Paddy’s tomando los enamorados sin alcohol.

– ¿Qué lleva esto, Giuseppe?

– Lima concentrada, zumo de arándanos y sirope de mango. Se llaman enamorados.

Ella se quedó pensativa antes de seguir…

– Hablando de enamorados… ¿sabes que desde muy niña tenía muchos deseos de ser monja?

– No sigas. ¿Estuviste estudiando con las carmelitas descalzas antes de llegar a la Universidad?

– Exacto. Las veía tan puras que quería ser como ellas.

– Supongamos que sean tan puras como aparentan ser, aunque permíteme que lo dude en cuanto a todas.

– ¿Por qué tienes tan mal concepto de las monjas?

– No tengo mal concepto de las monjas. Sólo he dicho que algunas hay que no son tan puras como aparentan. Pasa lo mismo que con todos los seres humanos. ¿Y tú por qué no fuiste una de ellas?

– Porque me gustaban mucho los hombres como tú.

Me concentré, durante algunos segundos, en la mirada de sus ojos.

– ¿He dicho algo improcedente, Giuseppe?

– Has dicho algo tan lógico que hasta es inevitable tener que reconocer que vale la pena trabajar a tu lado.

– Pues parece que tú no te das por enterado…

Saqué la tarjeta de visita del cadáver que todavía estaría colgando de la rama de la palmera de la Piazza Matteotti y se la entregué a Rosalinda Este.

– ¿Conoces algo de él que sea realmente interesante de conocer?

– Es un chico que empieza a tener mucho éxito con las jovencitas.

– ¿Algún futbolista?

– No. Se trata de un cantante que empieza a ser conocido. Está comenzando a salir en las revistas del corazón y ya sabes que esa es una manera de ir haciéndose famoso.

– Hasta que se te apaga la estrella y dejas de lucir…

– ¿Por qué se le va a apagar a estrella a un chico tan guapo como Horacio Craignone?

Antes de desvelar el misterio quise forzar más la situación.

– ¿Cuál era el gancho más fácil para que entrara a formar parte del mundillo de las estrellas que empiezan a brillar?

– ¿No lo sabes de verdad?

– No leo nunca revistas del corazón ni sigo las historias televisivas de color de rosa. Me aburren.

– Sus actuaciones en “El Molino de Calabria” y sus amores con alguna de las cabareteras.

Desperté del letargo…

– ¡Host! ¿Has dicho con alguna de las cabareteras de “El Molino de Calabria”? ¿Alguna en especial?

– La mejor de todas. Supongo que tú ya sabrás de quién estoy hablando.

– No estoy para resolver ahora acertijos, Rosalinda.

-¿De verdad no sabes que Horacio Craignone, el cantante que empieza a sonar en todas las discotecas de Italia, es el amigo íntimo de Roberta Fena?

– ¡Oh caro! ¿La monumental Roberta Fena liada con un total semidesconocido?

– Y liada del todo, Giuseppe.

– ¿Tanto como para haber tenido ya relaciones sexuales los dos?

– Exacto. ¡Ella es un monumento y él es guapísimo! ¡A ella no le importa nada más que el dinero y a él no le importa nada más que la fama! ¡Normal! ¡Es algo que ya es tan normal que todos sabemos que esa es la manera de escalar en el mundillo de los artistas! ¡Hoy estás arriba gracias a los líos y mañana los líos acaban contigo!

– Y esta vez has acertado por completo.

– De verdad que a veces eres muy extraño, Giuseppe. ¿Qué me quieres decir con eso?

– Que el joven colgado, con la cara destruida por culpa de las cuchilladas, la estaca clavada en las tripas y los ojos tirados por el suelo, era Horacio Craignone.

– ¡Mío Dio! ¡No puede ser! ¡Se decía de él que no tenía enemigos en ninguna parte de Italia!

– Pues alguien no piensa como tú, Rosalinda.

– No salgo de mi asombro… su canción “Existe una calle” es ya muy conocida a nivel nacional y estaba siendo impulsada para traducirla al inglés con vistas al mercado mundial.

– Pues parece una broma del destino pero es cierto que existe una calle… aunque para Horacio Craignone no haya sido precisamente para bien…

– Pues no puedo entenderlo, Giuseppe.

Me quedé de nuevo mirando fijamente a los ojos de Rosalinda Este.

– Me pones nerviosa cuando me miras de esa manera.

– Estoy intentando adivinar…

– ¿Tiene algo que ver con mis ojos?

Adiviné, mirando el rostro completo de Rosalinda Este, que estaba ya a muchos kilómetros de distancia de ella.

– ¿Por qué te has callado de repente?

No pude evitarlo y lo solté todo seguido…

– Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. De Neruda.

– Quien pudiera, Giuseppe Oreto…

Volví al presente del Paddy’s.

– ¿Cómo dices, Rosalinda?

– Quién pudiera ser ella…

– Escucha. Olvida ahora todo lo que he dicho. Tenemos que concentrarnos para saber qué podemos hacer tú y yo para triunfar.

– Sí. Creo que va a ser lo mejor.

– ¿Tú conoces la letra de “Existe una calle”?

– ¿Te refieres a la canción que Horacio Craignone puso de moda a partir de su estreno en “El Molino de Calabria”?

– Sé que cantas muy bien pero no te pido que me la cantes. Dime sólo la letra, por favor.

– ¿Buscas alguna pista oculta?

– Puede ser que cuando la compuso debía estar metido en alguna trama de esas que están ocultas para todos menos para Dios…

– Bene, bene. Dice así: Existe una calle; es tan larga que parece que jamás va a terminar. Solitaria. Nunca hay nadie. Esa calle silenciosa siempre está y hay quien que dice que aparece por las noches una figura que callada y triste va. Hoy yo he visto a esa figura. Juraría que la he oído sollozar. La he seguido entre la bruma. La figura en las nubes se ocultó. Miro al cielo. Ya no llueve. Lentamente doy la vuelta y me dirijo a la ciudad… la ciudad… la ciudad… la ciudad… la ciudad…

– Vale, preciosa. Estoy totalmente seguro de que esa canción encierra la verdad más desconocida de Horacio Craignone.

– Pensándolo bien puedes llevar razón. Es demasiado triste para un chico tan alegre como Horacio.

– Ya no es tan alegre, Rosalinda; y perdona por el chiste sino que lo digo porque en verdad que lo parecía.

– Resulta que esa canción debía ser la más verdadera de Craignone que, sin embargo, en todas las demás canciones suyas era un estallido de voz alegre, sonora, viva…

– Lo cual quiere decir que algo anormal estaba ocurriendo con él.

– ¿Un solitario que, de repente, sale de su soledad para meterse en algún infierno?

– Muy bien deducido, preciosa. Eso es. Horacio Craignone adelantó demasiado su ritmo y, en esos casos, como se ha comprobado millones de veces, es muy fácil meterse en algún infierno.

– ¿Y quieres que nosotros dos busquemos ese infierno para cubrir algún reportaje?

– Si nos lo permiten en “Il Giornale di Calabria”…

– ¿Qué podemos hacer dos sencillos periodistas ante el inmenso y poderoso infierno de los intereses del poder social?

Me quedé pensando…

– ¿No se te ocurre nada?

– Se me ocurre algo que puede ser disparatado… pero quizás nos diese muy buenos resultados..

– ¿Y puedes compartirlo conmigo?

– Conozco a las chicas de “El Molino de Calabria”. Son Berta Colini, Roberta Fena y Pietra Rondella solamente de haber oído hablar de ellas mientras tomaba alguna que otra copa en la barra del cabaret. Lo importante para nosotros sería poder conocerlas mejor, mucho mejor que cualquier otro hombre.

– ¿Quieres decir que te vas a dedicar a chismear dentro del “Molino”?

– Al decir que tenemos que conocerlas mucho mejor que cualquier otro hombre estoy dando a entender que solamente una mujer puede conseguirlo.

– No lo entiendo, Giuseppe.

– Solamente una nueva cabaretera del “Molino”, deconocida por todos y por todas, puede lograr hacer amistad profunda con ellas.

Rosalinda Este se me quedó mirando aterrada.

– ¡Espera… espera… eso sí que no… no… y no!

– ¿Y si te digo que yo estaré siempre presente como un cliente fijo que consigue ligar contigo?

– ¿Estás diciendo que trabaje en “El Molino de Calabria” y me convierta en tu chica?

– Estoy diciendo que hay que conocer en profundidad a Berta, Roberta y Pietra y que sólo alguien como tú puede hacerlo pero con la seguridad de que siempre estarás protegida.

– ¿Desde cuándo sueñas tantas aventuras, Giuseppe?

– Desde que en la infancia leía los tebeos de “Pantera Biondi”. Recuerdo que uno de los últimos que tuve en mis manos se titulaba “Traspasando la barrera invisible”. Eso es lo que me está dando la idea de que tú seas, por un tiempo prudencial, la pantera que traspasa dicha barrera que no se ve para que podamos descubrir la verdadera vida de las tres tigresas de “El Molino de Calabria”.

– ¡No, no y no! ¡No me pidas eso porque es excesivamente peligroso! ¡Hay muchos peces gordos adictos a ese cabaret o lo que sea y yo no estoy segura de que tú estés siempre disponible para mí!

– Te juro que estaré siempre a tu lado y nunca te quedarás a solas con ninguno de esos peces gordos de los que hablas.

– ¿Y si te da por liarte de verdad con otra? Por ejemplo con Roberta Fena que dicen que está monumental y me dejas sola ante el peligro…

– Qué poco me conoces, Rosalinda…

– ¡No me digas que no te gusta Roberta Fena, tan parecida a Ornela Mutti en todos los sentidos físicos!

– ¿Cuándo Ornella Muti tenía solamente 20 años de edad?

– ¡Cómo te he descubierto, uccello!

– Escúchame bien porque no lo digo como disculpa ni como defensa alguna porque de nada me tengo que disculpar ni pedir perdón porque la Ornella Muti, a sus 20 años de edad, me gustaba un huevo. Puedo ser todo lo pájaro que tú quieras decir que soy pero no de esos que estás pensando.

– ¿Quieres decir que no me vas a traicionar?

– Nunca he traicionado a ninguna chica y no creo que tú seas la excepción.

– No sé si darte las gracias o mandarte de paseo.

– ¿Quieres o no quieres ser una periodista de vanguardia?

– Sí. Eso sí que me encantaría.

– Entonces mañana, cuando abran “El Molino de Calabria”, vamos los dos en persona a hablar con Don Aldo Lame.

– ¿Don Aldo Lame? ¿Ese del cual se dice que es todo un mafioso?

– Sí. Pero es un mafioso muy pacífico. Sólo le interesa su negocio y su negocio es “El Molino”. En los demás temas ni se pringa.

– ¿De verdad que no me vas a dejar sola ante él?

– Seré yo quien hable en tu lugar. Sé que a Don Aldo Lame no le gustan las que hablan demasiado.

– Necesito otro cóctel, Giuseppe.

Pedí otros dos enamorados y guardamos silencio.

Whatsaap

Aborrezco dar los buenos dias, en especial por un medio tan absurdo como me resulta el whatsapp, y que decir de las conversaciones a lo largo del dia que inician a través del mismo medio con la sórdida frase ¿que haces?

Me he convencido después de observar a uno que otro compañero en el trabajo algun conocido y desconocido stalkeando su muro o mirando discretamente que fuimos transformando la vida en un caparazon hueco de repeticiones constantes, a fin de obtener control, lo cierto es que nos quedamos sin ingenio, sin imaginación, sin creatividad, o cualquier otra que cambie el resultado, corrompimos las cosas, las conversaciónes se volvieron ridiculas imitaciones donde se hilvanan un par de palabras seguido del tipico jajajajaja, el cual surge como consecuencia de no tener que decir
Imagino lo complicado que debe ser sostener una conversación con alguien que se rie al concluir una idea.

Asi como esta, hay múltiples deformaciones del lenguaje que apuntan algunos, forma parte de la mistica que va de la mano con la ideologia y los sueños de los jovenes, en otras palabras es el talento de hoy, asi es como nos comunicamos, con los gestos de una diminuta cara amarilla, palabras recortadas sin comas, ni acentos y por lo regular invocamos uno que otro animalito, que nos ayude a expresar lo que no aprendimos con palabras.
Finalmente perdimos la capacidad de asombro, pues cualquier anomalía del lenguaje se supera con creces en cuestion de segundos por otro conversante en esta interconeccion viral, asi que no te sorprenda recibir un mensaje que para tu limitado entendimiento suene ilógico o risible, ten en cuenta que vivives en la epoca tecnológica con un enorme deficit mental, a estas alturas
me alegra saber que aunque todos estemos conectados por whatsaap que en realidad es un juego de palabras que significa que tal? o como va?, pueda a travez de un monito pueda hacerle saber lo desagradable que resulta para mi casi cualquier persona

El Molino de Calabria (Novela) Capítulo 1

A las tres de la mañana me despertó el ruido de una tremenda discusión que provenía de la calle. Me levanté rápidamente de la cama y, vestido solamente con el calzoncillo, me asomé a la ventana del Hotel Casa Ponziana BB. Quienes discutían, acaloradamente, eran el banquero Germano Bisi, que llevaba colgadas de sus brazos, a Berta Colini y Roberta Fena, y Paolo, más conocido en el mundo del hampa calabresa, como “Nostradamus” por su enfermiza manera de querer adivinar el futuro de toda persona que se hicese amigo o amiga de él.

– ¡Usted no tiene ningún derecho a irse con las dos por muy adinerado que sea!

– ¡Escucha, mequetrefe! ¡Cuando te hayas dejado los huevos para conseguir el estatus que tengo yo puedes hablarme directamente a la cara! ¡Mientras tanto te diriges a mí, por escrito, y a través de Marco Curti!

Sentí una curiosidad algo morbosa por lo que estaba sucediendo; pero no es que yo sea un cotilla que se mete en la vida de los demás sino que es una consecuencia de mi oficio como periodista de “Il Giornale di Calabria”. Y pensé que era buena noticia saber el motivo de aquella tremenda bronca que había despertado a todo el vecindario. Así que puse el máximo de atención para no perder detalle.

– ¡Soy capaz de sacarle a usted los dos ojos y colgarle de una rama para que lo devoren los buitres!

– ¿Me estás amenazando, bambola di pezza?

El banquero Germano Bisi acababa de llamar monigote a “Nostradamus”.

– ¡¡No es usted más cabrón porque ser más cabrón es un imposible!!

El banquero Germano Bisi dio una chupada a su puro habano Cohiba a medio consumir y se lo lanzó a la cara al joven Paolo quien la tenía congestionada por el odio y la ira.

– ¡Recógelo del suelo y aprovéchalo, sfortunato!

El banquero Germano Bisi le había llamado ahora desgraciado en sus propias narices.

– ¡Arrieros somos y en el camino nos hemos de encontrar, tirano, explotador, sinvergüenza! ¡No pasará mucho tiempo hasta que se entere Etna Curti!

Germano Bisi soltó los brazos de Berta y Roberta, se acercó a “Nostradamus” y, sujetándole de las solapas, lo empezó a zarandear violentamente mientras la amenazaba ahora él.

– ¡¡Escucha, harapiento, si se entera mi esposa de que esta noche he estado en “El Molino de Calabria” eres hombre muerto si es que de verdad eres un hombre!! ¡Stronzo!

El banquero Germano Bisi le había llamado ahora gilipollas y, ante la impotencia de Paolo “Nostradamus”, abrió la puerta de su automóvil super deportivo “Lykan”, dejó entrar a Berta Colini y Roberta Fena para, después entrar él, situarse ante el volante y, metiendo toda la velocidad que pudo al coche, arrancó con tal estrépito que quedé medio sordo durante un par de minutos, pero no tanto como para oír la última amenaza del joven Paolo.

– ¡¡Te voy a sacar los ojos de cuajo y te voy a colgar de un árbol para que todo Catanzaro lo vea!! ¡¡Te juro que lo voy a hacer!!

Me volví hacia el armario, cogí la primera camisa y el primer pantalón que encontré y, metiendo mi móvil en el bolsillo izquierdo del pantalón, salí rápidamente a la Viale Milano, hasta la puerta de “El Molino de Calabria”, pero ya habían cerrado las puertas y todo había vuelto a la calma. Busqué a “Nostradamus” pero no lo encontré por los alrededores, así que pensando cuál podría ser el título de mi columna en el diario del día siguiente, me fui caminando en dirección a la Piazza Matteotti para meditar tranquilamente cuando, de repente, colgado de una rama de palmera lo encontré. ¡Era un espectáculo horroroso! ¡El cadáver de un joven colgaba, todavía sangrante por varias cuchilladas a lo largo de su rostro, con una estaca afilada clavada en sus tripas y las cuencas de los ojos vacías! Alguien le había sacado los ojos. En el suelo yacía la billetera del desgraciado joven que había sufrido aquella brutal muerte. Recogí la billetera con un pañuelo que saqué del bolsillo derecho de mi pantalón. Estaba vacía salvo una tarjeta personal. La cogí y dejé de nuevo la billetera en el suelo. Leí la tarjeta debajo de la luz de una farola: “Horacio Craignone – Cabaret “El Molino de Calabria” – Relaciones Públicas”.

– ¡Mío Dio! ¡Esto es espeluznante!

Rápidamente saqué mi teléfono móvil del bolsillo izquierdo de mi pantalón y marqué un número. Nadie contestaba a mi llamada.

– Contesta, mamma mia, contesta por favor…

No era a mi madre a la que estaba llamando pero volví a marcar por segunda vez.

– Contesta, mamma mía, contesta por favor…

Insisto en que no era a mi madre a la que estaba llamando y volví a marcar por tercera vez cuando, por fin, obtuve una respuesta. La voz era de una chica de veinticinco años de edad pero un poco difusa porque, al parecer, estaba medio dormida.

– ¿Se puede saber quién es el gracioso que me llama a estas horas?

– ¡Escucha, Rosalinda, soy Giuseppe Oreto!

La voz se escuchó ahora con total claridad.

– ¡Merluzo! ¿Sabes qué hora es o has perdido la razón del todo?

– Perdona, Rosalinda, acepto que me llames merluzo pero estoy completamente despierto y que yo sepa no he enloquecido todavía aunque estoy a punto de hacerlo.

– Perdona, Giuseppe, pero no tengo ahora ganas de hablar contigo…

– ¡No cortes la comunicacion, per favore, Rosalinda! ¡Tengo una noticia muy importante que debes tú conocer antes que nadie!

– No me digas que el Catanzaro ha ganado el partido de fútbol…

– ¡No, Rosalinda! ¡Hemos perdido por 1-2, en nuestra casa, pero ha sido con el Salernitana que para eso es el líder aunque todavía estavos los octavos en la general!

– ¿Y para darme esa noticia me haces despertar a las tres y media de la madrugada? ¿De verdad que no has perdido la razón? ¡Eso me lo puedes contar mañana por la mañana mientras estemos en la redacción!

– ¿Tú de verdad crees que yo te molestaría a estas horas de la madrugada para darte una noticia tan infantil?

Ella cambió de actitud.

– ¡Bene! ¡Escucho! Pero espero que sea algo realmente sobresaliente…

– ¡Tienes que venir antes de media hora a la Piazza Matteotti!

– ¿De verdad que no te has vuelto loco del todo? ¿Qué vamos a hacer tú y yo solos y a estas horas en esa plaza?

– No seas tan mal pensada porque si quisiera ligar contigo lo haría a plena luz del dia. No puedo decírtelo por el móvil pero ven rápidamente y trae la mejor cámara fotográfica que tengas.

– ¿Se puede saber de qué me estás hablando?

– ¡De que tienes la oportunidad de hacer la mejor fotografía del año en cuanto a un paisaje italiano! ¡Cuando lo veas te vas a conmocionar!

– ¡Sé que la Piazza Matteotti es muy espectacular pero ya está muy fotografiada como para sacar de ella ahora la mejor fotografía del año!

Bajé la voz para no llamar la atención de ningún posible transeunte aunque la plaza estaba totalmente vacía de personas excepto el cadáver sangriento y yo.

– No puedo contarte nada en estos momentos, Rosalinda, pero ven antes de media hora no vaya a ser que desaparezca y perdamos la ocasión!

– ¿Me estás diciendo que hay un ovni en la misma Piazza Matteotti?

– Es algo mucho más conmocionador que un ovni.

– ¿Pero no comprendes que todavía estoy en la cama?

– Levántante inmediatamente, ponte lo primero que encuentres y ven para acá a toda velocidad, con tu fabulosa Aprilia, antes de que sea tarde.

– Pero si estoy sin arreglar.

– No importa. Tú eres igual del guapa tanto arreglada como recién salida de la cama. Te prometo que te va a interesar el asunto si no te desmayas.

– Me está picando la curiosidad, Giuseppe… pero como sea una de tus bromas pesadas… te juro que no te dirijo más la palabra en toda mi vida…

– ¿Vas a venir o no vas a venir?

– ¡En media hora estoy contigo, pero o es de verdad conmocionante ese paisaje que dices o te tragas mi cámara de fotografías toda entera!

Rosalinda cortó la comunicación. Yo sabía que no iba a faltar a la cita. Así que saqué un cigarrillo de mi paquete de “Yesmoke” mentolado, lo encendí y, sentado cerca de la palmera del ahorcado, comencé a fumar tranquilamente rogando a Dios porque no llegase ningún coche de la policía antes que la Aprilia de Rosalinda. Con Rosalinda manejándola, por supuesto. Comencé a meditar…

– Me gusta esta chica. Me gusta de verdad. Lástima que trabaje como periodista.

No sé por qué medité ese absurdo puesto que yo, al ser también periodista y al trabajar en el mismo diario calabrés, tendría multitud de ocasiones para poder ligar con ella. Estaba pensando en mi compañera de trabajo cuando apareció con su Aprilia y llegó hasta donde yo la esperaba.

– Escucha, Giuseppe. No tengo ganas de bromas ni de nada que no esté relacionado con una sensacional fotografía. ¿Me has entendido?

– Te he entendido perfectamente porque para eso te he citado aquí.

– La Piazza Matteotti es muy bonita. Lo sabe todo el mundo. Se han hecho millones de fotografías sobre ella. ¿Se puede saber qué tontería es esta sobre la fotografía del año? Si querías haber estado conmigo a solas podías haberlo hecho de una manera más normal. Hubiese accedido sin que me lo rogases demasiado. Pero de esta manera tan retorcida, no por favor… no…

– Si quisiera haberte citado para ligar contigo simplemente no perdería el tiempo escuchando un no rotundo de tus labios.

– No te entiendo, Giuseppe. Me despiertas a las tres y media de la madrigada, me haces salir de mi casa, te citas conmigo en esta plaza solitaria y ahora me dices que no es para ligar. ¿Estás o no estás loco, Giuseppe?

– Dejemos de discutir como siempre y trabajemos como nunca.

– ¿Trabajar a la cuatro de la madrugada?

– Sí. Eso he dicho. Tú sacas la fotografía y yo redacto el texto.

– Pero si de la Piazza Matteotti ya está todo escrito…

– Ven conmigo en completo silencio.

Cogí de la mano a Rosalinda y, a los pocos metros, llegamos ante la palmera. Tuve que sujetarla fuertemente para que no cayera al suelo.

– ¡¡Mío Dio!! ¡¡Mío Dio!! ¿Qué es esto, Giuseppe?

– Te dije que te iba a conmocionar.

– ¡Es una brutalidad! ¡Es un salvajismo!

– Es una fotografía sensacional si la consigues con total detalle.

– ¿Estamos ante la obra de un demente y sólo se te ocurre sacar una fotografía?

– ¡Escucha, nena! ¿Crees que yo no tengo sentimientos? Quizás tenga tantos o incluso más que tú; pero somos dos periodistas y tenemos que ganarnos el sueldo de cada mes. Si tú no quieres hacer la fotografía pásame la cámara que la haré yo.

– Perdona, Giuseppe, no quise ser grosera contigo.

– No me importa lo que quieras ser o lo que no quieras ser conmigo; pero yo quiero triunfar en mi carrera. ¿Entiendes ahora por qué no te he citado aquí para recitarte versos románticos de Giacomo Leopardi bajo la luz de la luna a ver si te arrancó algún beso que otro? ¡Soy periodista y como periodista que soy deseo ser de los mejores así que, hablando de Leopardi, lo que estoy buscando en la vida es ser un leopardo de la comunicación social! Para ganarme un puesto entre los más destacados.

– No sé si sacaré la fotografía más idónea para que alcances ese estrellato.

– No lo hago por el estrellato. Si fuese por eso no compartiría este suceso contigo. No se hable más. Haz unas cuantas y después elegimos la mejor.

Rosalinda Este sacó una docena de fotografías desde varios ángulos posibles.

– ¡Ya está! ¿Qué te parecen, Giuseppe?

– ¡Cuidado, Rosalinda! ¡No des ni un solo paso!

Rosalinda Este quedó como petrificada.

– ¡Mira al suelo, compañera!

– ¡Qué asquerosidad! ¡Un ojo lleno de sangre! ¡He estado a punto de pisar un ojo humano lleno de sangre!

– Pues el otro debe de estar también muy cerca…

– No sigas, Giuseppe, me estoy mareando…

– Necesitamos un par de copas. Te invito al Paddy’s.

– ¿Dónde está eso?

– En Viale Lungomare 57. ¿Aceptas o no aceptas?

– ¿Para ligar conmigo?

– Para ligar con la fortuna.

– Muchas veces no hay quien te pueda entender pero… sí… acepto esa copa…

Y los dos montados en la Aprilia que manejaba Rosalinda Este se dirigieron hacia el pub Paddy’s que estaba abierto hasta la llegada del alba.

El Molino de Calabria (Novela)-Personajes- corregido

El Molino de Calabria.

Personajes:

Germano Bisi (Banquero)
Elsa Brandi (Secretaria de Bisi)
Berta Colini (Cabaretera del Molino)
Horacio Craignone (Amigo íntimo de Roberta Fena)
Etna Curti (Esposa de Germano Bisi)
Marco Curti (Gerente de Banca y hermano de Etna Curti)
Roberta Fena (Cabaretera del Molino)
“Colgate” (Padrino de la mafia calabresa)
Emiliano Halcón (Mano derecha de “Colgate”)
Giuseppe Oreto (Periodista de “Il Giornale di Calabria”)
Don Aldo Lame (Propietario del Molino)
Paolo “Nostradamus” (Joven enamorado de Roberta Fena)
Pelikan (Detective)
Pietra Rondella (Cabaretera del Molino)
Rosalinda Este (Periodista de “Il Giornale di Calabria”)
Silas Rossi (Acaudado financiero)
Archibaldo Samitti (Comisario Jefe de Catanzaro)
Maria Elena Vito (Esposa de Silas Rossi)

Licencia para ensoñar

Bajo la suave luz de la mañana, la cruz conquista el espacio. Acaban de abrirse las margaritas y un centenar de ellas colorean el bronceado campo donde los primeros rayos de sol, cuales minuciosos libros de la naturaleza, perfilan las siluetas de los álamos en las cristalinas aguas del riachuelo. Como metáforas mil veces reinterpretadas, las rocas semejan estilizaciones de variadas confluencias. El puente, como un enloquecido personaje de mayo, parece viajar a través del tiempo. La horadada cueva es una extrapolada organización de piezas empeñadas en ver cómo pasa la vida minuciosamente dispuesta. El ambiente de los círculos del agua, que forman el viento sobre la superficie, son cantos literarios creados por los efectos naturales del sorprendente discurrir de la mañana. Todo llega desde un destino similar a la épica construcción que resume el paisaje de exposición infinita. Un paisaje que lleva ya siglos al servicio de los oníricos amaneceres. Cincuenta siglos recorriendo la luz la travesía de la fantasía.

Algo más que una pasión compone la historia del encuentro entre el viento y las rocas que, al paso de las edades, han sido erosionadas convirtiendo el espacio de las flores en fragancias dinámicas cuyo espíritu liberado se expande hacia los horizontes. La imagen de los árboles, reflejados en el agua, son una refrescante tentativa para transportar el sueño de las adelfas hacia la reivindicación de la existencia. Las morenas arboledas, bañadas por los rayos de sol, son cosmopolitas visualizaciones creadas como líneas inspiradas al aire libre; algo así como un escenario de ciudades icónicas y vegetales. Caen las gotas de la lluvia, suaves y parsimoniosas, recubriendo las corolas de las plantas del brillante reflejo paciente y natural. El sol saluda, en medio de su cálido discurso, a una esencia inpermeable que contagia al protocolario amanecer y las ramas son corpiños de encajes enhebrados para tan apabullante sesión de colores. Paradójicamente la cueva siempre es gris.

Porque el inicio de la luz está trabajando como modelo para la memoria, la entrega de los aromas comienzan a ser el rodaje continuo de una escena abrumadora entre las verdes hojas y el fulgor amarillo y blanco de las margaritas que se enmarcan en el original concepto de la naturaleza con el recuento del silencio. Un montón de heroínas luces ambientales bailan alrededor de las riberas, logrando que el crecimiento de las horas tenga un verdadero significado en la lucha entablada entre las aguas y el viento. Ningún otro sentido extraño habla con lo creativo del paisaje. Consciente de su maravilloso flujo de majestad, el sol sigue disponiendo la posesión de sus privilegios. La prioridad de todo el ámbito circundante es la disipación de la mañana en el lánguido transcurrir de su permanencia, como una viajera incontenible que va esponjando sus caricias en las ramas ahora convertidas en intranquilas suspensiones donde se balancean los interminables segundos de la presencia del agua. El riachuelo pasa rielando con sus ondas forjando aspectos de una vida fantástica donde la cabeza de los álamos son muchísimo más que un simple reflejo. Ondeando sus pináculos arbóreos, los álamos planifican su propio universo para que todo encaje en su estar presentes. Lo mismo sucede con las margaritas.

Existe una benéfica corriente continua del líquido elemento en sí misma; en su propia seguridad. Si se pudiera puntuar ella misma se otorgaría un diez sin dudarlo ni tan siquiera un momento, proque no hay ninguna paradoja en el mundo expresado de los álamos a lo álamos, de las margaritas a las margaritas y de las rocas a las rocas. La intimidad de las gotas siguen resbalando por las hojas y, en un último viaje, el riachuelo curva sus pensamientos para forjar un diálogo propuesto a la energía epicéntrica del sol. El impulso de la riada es el autocontrol de este riachuelo que, entre rocas y peñas, abraza a las riberas para darles todo su amor a las arboledas mientras, por doquier, las margaritas siguen, silenciosas, tratando de reforzar su dulce existencia a través de las filtraciones de sus oníricas savias; como distraídas composiciones de un estar si más documentación que la sabiduría de la perfección que en ellas anida. Al otro lado, la gris cueva sigue con su reto diario de ser sombra perpetua.

Los silencios meditan en los remolinos del agua, a manera de lenguaje lúdico ubicado entre el aire y las pequeñas gotas translúcidas que centran su presencia en las acciones radiales de ir empapando a los vegetales mientras crece el sentido de las fórmulas naturales que, cada vez más llenas de sol, parecen consultarse las ideas. Es el diálogo de las verdaderas raíces de los sentidos sin restricciones ni censuras: el autónomo e independiente discurso creativo que, efectivamente, surge vestido con las galas del paisaje y se concentra en el espejo de las aguas del riachuelo dando la sensación de una continua voz fiable, rápida e inocua, pero motivada por la ambición de ser fiel a los destinos del tiempo. No figuran en sus diálogos las intransigencias ni las confusiones. Simplemente es el auténtico momento en que el mismo sol se da cuenta de que su poder llega a ser el rasgo más distinguido de aquel escenario lingüístico y cultural donde sus personajes son el resplandeciente placer de estar constantemente estimulados por un entorno cada vez más nutriente: la eneregía interior del espíritu del aire.

Crear su propio momento de relajación planea en la línea del ordenado horizonte que facilita la vida de los álamos, en medio de la armonía de este sinfónico proceso de margaritas y verdes arboledas, enmarcando sus figuras en medio del orden que organiza la luz. La cueva, siempre gris pero sin romper la coloración de sus entornos, inculca al aire el deseo de seguir resonando creando ecos perpetuos, generaciones de pequeños pero profundos ecos que, a través de los siglos, han horadado las paredes hasta convertirlas en una obsesión perfecta de equlilibrio y misterio: cambiar, siglo tras siglo, un milímetro de magia en la batalla diaria del viento mientras que el sol hace encajar, con la perfección de la luz, los ejes de las rendijas de las rocas y una especie de personalidad universalizada se hace inmortal en todos los rincones donde siguen dialogando los álamos con la corriente continua de la cascada en un trasfondo acumulativo de familiares consecuencias. Es así como trabajan el ambiente con el tiempo tratando de no forzar jamás sus infinitas presencias.

Las margaritas conocen su temporalidad pero están habituadas, por eso mismo, a acomodarse en su condición transitoria organizando sus propias existencias sin que les afecte el acumular alboradas para, al final, ser recuerdos inevitables del paisaje. Hacerlo así es mucho más que una simple imaginación. Ellas se reconocen en la magia de sus naturalezas individualizando la comodidad dentro del conjunto de sus familiares espacios. Y el ríachuelo sigue su curso, interiorizada la psicología de los rumores del agua, como figura autodidacta de un paisaje donde lo único que transciende es su vínculo con el idioma de la naturaleza; un idioma sin palabras ajenas al diálogo de los álamos y el aire.

Esta forma de entender la presencia multiplicadora del sol y del agua en la convivencia del hogar común de las margaritas son el consumo diario del vivir conviviendo con la propia virtud de las leves gotas que ordena el aire haciéndolas translúcidas en su sinceridad innata. La arboleda amontona sus cambios temporales a medida que las estaciones van produciendo mudanzas para seguir redescubriendo, jornada tras jornada, ese mirarse hacia adentro sin más problemas que ser tal como la naturaleza es en sí misma. Sin complejos de grandeza, el paisaje se hace grande en medio del silencio solamente interrogado por los rumores del agua y el silbar del viento entre las hojas de los álamos. Cuando llega el viento toda la materia refuerza los pensamientos de su existencia y el sol brilla para seguir otorgando esa organización de los colores que se complementan con la cueva gris y las pardas rocas del acantilado.

En la corriente del agua, los círculos concéntricos siguen organizando un baile propio donde las ondas se expanden hasta desembarcar todas sus ideas en el ámbito acogedor de las riberas. Lo único que ocupa todo este juego secular en el tiempo se llama eternidad.

Cómo enlazar ideas

Mientras esperamos a que nos lleguen las musas literarias vamos imaginando frases que empiecen con un inicio que despierte el interés de los lectores y las lectoras. Algo así como “En un lugar del espacio donde las sílabas silban arpegios” que siempre tiene una connotación prosaica y, al mismo tiempo, un deje de lirismo sincopado. Ahí es donde comienza la corta distancia entre el papel y nuestra imaginación. Después de eso podemos ya hacerlo algo más profundo. Por ejemplo “las ondas de mis pensamientos luchan contra los fantasmas del aire” que, como veis, le otorga al texto un cierto sentido de misterio y de suspense. Si logras llegar a esta ilación es que puedes seguir embocando vocablos cada vez más o menos sonoros. Por ejemplo “allí donde la atmósfera se convierte en témpera de artista buscando las metáforas silentes”.

Ya estamos dentro de la catarsis que nos guiará al punto de encuentro entre lo insólito y lo inesperado. Para darle consistencia a ambos aspectos del texto podemos continuar sin bajar el ritmo de la tensión fonética. Puede venir bien ahora una exclamación. Por ejemplo “¡Los duendes rodean el círculo de mis sentimientos según van pasando los segundos!”. Hemos roto el silencio para convertirnos en palabra viva. Ahora llega, por lo tanto, el darle toda la máxima vida posible con una idea genial. Por ejemplo “Yo estoy aspirando el olor de las anáforas que derraman todas las orquídeas de este lugar recóndito donde mi alma se introduce guiada por su afán de vivir lo desconocido en unos pocos centímetros de sueño”. Hemos dejado ya el texto preparado para el éxtasis de la locuacidad poética.

Llega el momento de poetizar sin ninguna clase de temor. Por ejemplo “donde, en medio del desvelo, se me abre el cielo y brilla la luz al trasluz del terciopelo”. Debemos situar ahora una idea que nos de la imagen que deseamos. Puede ser “que con tu cuerpo se cubre de anhelo”. Podemos, ahora, darnos un breve descanso de segundos para conciliar la idea con la semántica que estamos buscando. Tomemos dicho descanso para, después, entronizarnos con un testimonio trascendental. Podemos escribir “El pálpito de mis sensaciones recuerda canciones” y, mientras silbamos la canción del olvido, nos olvidamos de lo que nos circunda y penetramos en la profunda cuestión de bordar el sentimiento. Es valioso, entonces, un “Me brilla el pulso de las emociones al ritmo sincopado del reloj”.

Si nos damos cuenta, ya hemos rebasado el ecuador de nuestro mensaje. Podemos aumentar la densa concentración de ideas relajando el ritmo y entrando en una cadencia encadenada. Yo escribiría “Miro al infinito de estos segundos en que mi alma capta la luz de todos los tiempos y me convierto en metáfora”. ¿Qué metáfora puedo utilizar? Una muy buena que sea algo así como “Soy el pájaro de los sentidos”. ¿A qué llamamos el pájaro de los sentidos? Es fácil deducir que nos estamos refiriendo a un ser que vuela dentro del interior de sus esencias; porque es esencial no perder la serenidad y seguir escribiendo algo tan rotundo como “iniciando el sueño de mis inquietudes”. ¿No son los pájaros aves inquietas? Luego hemos acertado con la metáfora y no hemos distorsionado, ni forzado en lo más mínimo, el mensaje que buscábamos emitir. Sigamos, entonces, con “donde las palabras se convierten en sonoros ecos de la existencia”.

Nos hemos hecho trascendentes sin haber usado palabras vacuas, vacías de contenido, y nos hemos alejado de cualquier disonancia coyuntural. La coyuntura nos ha guiado hacia un término concreto desde un inicio abstracto. Concreticemos entonces. Escribamos “Soy un ser humano que ha trascendido desde sus raíces y se ha convertido en el poeta de tus vivencias”. Ahora llega el momento del descubrimiento final. Por ejemplo “y por eso vivo tanto en ti que soy tu íntimo deseo”. Podemos dar por acabado el mensaje pero ¿por qué no amplificar la sensación de profundidad? Añadamos entonces “escapando de la materia inerte para convertirse en suspiro de cercanía”. No. No abandonemos ahora la tensión literaria hasta que hayamos completado un mensaje unívoco. Así que podemos agregar “que, dentro del cauce de tus fantasías me ha confortado en vuelo de ave acariciando tu rostro para entrar en el sentido de todas tus esencias”. Ahora sí. Ahora podemos dar por terminado el texto aunque no está mal que añadamos una especie de prolongados sintagmas neorománticos. Así que es importante añadir “que se han transformado en una singular manera de amarte”. Y fin. Hemos llegado hasta el fin. Así ha quedado el texto completo.

“En un lugar del espacio donde las sílabas silban arpegios, las ondas de mis pensamientos luchan contra los fantasmas del aire; allí donde la atmósfera se convierte en témpera de artista buscando la metáfora silente. ¡Los duendes rodean el círculo de mis sentimientos según van pasando los segundos! Yo estoy aspirando el olor de las anáforas que derraman todas las orquídeas de este lugar recóndito donde mi alma se ha introducido guiada por ese afán de vivir lo desconocido en unos pocos centímetros de sueño donde, en medio del desvelo, se me abre el cielo y brilla la luz al trasluz del terciopelo con que tu cuerpo se cubre de anhelo. El pálpito de mis sensaciones recuerda canciones. Me brilla el pulso de la emociones al ritmo sincopado del reloj. Miro al infinito de estos segundos en que mi alma capta la luz de todos los tiempos y me convierto en metáfora: soy el pájaro de los sentidos iniciando el sueño de mis inquietudes donde las palabras se convierten en sonoros ecos de mi existencia. Soy ese ser humano que ha trascendido desde sus raíces y se ha convertido en el poeta de tus vivencias y por eso vivo tanto en ti que soy tu íntimo deseo escapado de la materia inerte para convertirse en suspiro de cercanía que, dentro del cauce de tus fantasías, me ha conformado en vuelo de ave acariciando tu rostro para entrar en el sentido de todas tus esencias que se han transformado en una singular manera de amarte”.

Mi oscuro teatro.

Una vez, soñando, hasta subí a un escenario ; no habían luces, público, ni tan siquiera un disfraz.

Allí estaba yo, a solas conmigo misma y recitando con plena viveza un amago de poesía (como muchos otros en el pasado) que tiré a la basura y mi padre recogió silencioso.

De repente, una voz fuerte y desconocida acompañó a la mia en aquel misterioso y preciso instante.

La poesía, o el amago, decía algo así: Vivir la vida no es lo mismo que estar vivo….

Años han pasado tras aquello, pero aun viajo hacia aquel teatro oscuro buscando aquella extraña compañía, tan lejana y cercana a la vez…

Y allí me siento y enciendo una pequeña luz, la de mi cuarto.

Por eso a veces digo que es bonito despertar recordando un sueño y sentir que forma parte de ti como muchos otros sueños.

Aquello duró 10 min… Después una vida entera.
¿Quieres que te lleve?… Ven.

Con divisa verde y blanca (Teatro) -Escena V – (CORREGIDO)

Personajes:

Don Minervo
Bolita
Alumnos y alumnas
Don Pío
Arturo

Escenario.- Aula del Colegio de Calaña. A la derecha del escenario se encuentra la mesa de Don Minervo quien está sentado en su cómodo sillón mientras a su lado izquierdo hay una silla vacía. Detrás de él se ve una pizarra negra donde ha escrito, con mayúsculas, la palabra HUSO con tiza blanca. Todas los pupitres están ocupados por sus alumnos y alumnas de 18 años de edad. Entre ellos se encuentra Bolita. A la izquierda del escenario está la cruz del cristianismo y muy cerca de ella se encuentran las banderas de España, Andalucía y Calaña.

Don Minervo (tomándose una aspirina con un vaso de agua antes de hablar).- ¡Por fin se acabó este infierno… digo… este sacrificio… digo… este suplicio… digo… este tormento… digo… esta clase! ¡Vamos a ver si os habéis enterado todos y todas de lo que os he estado explicando sobre los husos horarios! ¿Quién quiere responder a la siguiente pregunta? ¿Qué sucede en Canarias cuando en Calaña son ya las 9 de la noche?

Bolita (levantando su mano derecha).- ¡Yo puedo responder acertadamente a esa pregunta en nombre de todos mis compañeros y de todas mis compañeras si usted no tiene ningún inconveniente para que yo responda!

Don Minervo.- ¡Tú siempre respondes demasiado, Bolita! ¡Eres un bronca desde que te engendraste dentro del cuerpo de tu madre! ¡Pero está bien, respondón! ¡Adelante, Bolita! ¡Ponte de pie y responde tú a la pregunta; pero procura ser lo suficientemente claro y conciso para que todos te entendamos!

Bolita (poníendose en pie).- ¡Voy a ser contundente, Don Minervo! ¡Le advierto que voy a ser contundente del todo!

Minervo.- ¡Déjate de rodeos y ve directo al asunto sin querer meterme miedo dentro del cuerpo!

Bolita.- ¡Usted lo ha querido, Don Minervo! ¡Lo que sucede en Canarias, señor maestro, cuando son ya las 9 de la noche y estamos todos cenando en Calaña, es que en Canarias siguen pasando hambre!

Todos los alumnos y todas las alumnas sueltan rotundas carcajadas.

Alumnos y alumnas.- ¡Jajajajajá! ¡Jajajajajá! ¡Jajajajajá!

Don Minervo (a punto de sufrir una crisis profunda y golpeando duramente con la regla sobre la mesa).- ¡Silencio! ¡He dicho que silencio!

Todos los alumnos y alumnas guardan un profundo silencio mientras Bolita continúa en pie.

Don Minervo.- ¿Quién te ha contado esa barbaridad, Bolita?

Bolita.- ¡No es ninguna barbaridad, Don Minervo, sino un hecho real, verdadero, contundente y, además, científicamente demostrado! ¡Cuando en Calaña son las 9 de la noche, y ya estamos todos y todas cenando, en Canarias son solamente las 8 de la tarde y todos y todas están pasando hambre porque tienen que esperar todavía una hora exacta para poder cenar!

Don Minervo (asombrado por el original ejemplo que ha puesto Bolita para explicar lo del huso horario en España).- ¡Perfecto, Bolita! ¡Ahora dime quién ha sido el granuja que te ha enseñado a explicar los husos horarios de España de esa manera tan contundente!

Bolita.- ¡No soy ningún chivato!

Don Minervo.- ¡Te juro que si lo dices no te va a ocurrir nada malo ni a ti ni al granuja que te lo ha explicado!

Bolita.- ¡Creo en su juramento, Don Minervo, pero todos los aquí presentes estamos escuchando que usted lo ha jurado y no se puede echar para atrás si desea que le sigamos teniendo el respeto que usted tanto se merece!

Don Minervo (algo cabreado).- ¡No des tantas vueltas al asunto! ¡Lo he jurado y yo siempre cumplo con mis juramentos!

Bolita.- ¡Entonces que sea lo que Dios quiera!

Don Minervo (cabreado del todo mientras coge la regla con sus manos).- ¿Vas a decirlo o no vas a decirlo?

Bolita (viendo el peligro que le amenaza).- ¡Fue Jaimito hace solamente diez días y cuando estábamos los dos robando peras del huerto de Don Berrinche!

Don Minervo (soltando la regla).- ¡No podía ser otro más que ese bendito Jaimito! ¡Está bien!¡Has demostrado saber lo suficiente sobre los husos horarios de España! ¡Efectivamente hay una hora de diferencia entre la Península y las Islas Canarias!

Bolita.- ¡Lo cual, según me siguió explicando Jaimito, quiere decir que mientras en Calaña ya nos hemos comido dos plátanos en Canarias solo se han comido uno!

Todos los alumnos y alumnas sueltan ota vez unas ruidosas carcajadas.

Alumnos y alumnas.- ¡Jajajajajá! ¡Jajajajajá! ¡Jajajajajá!

Don Minervo (fuera de sus casillas).- ¡Ya ha terminado la clase! ¡Ahora podéis iros todos y todas a hacer puñetas… esto… digo echando leches para vuestras casas.. y no admito ningún otro ejemplo para explicar los husos horarios de España! ¡Todos echando leches para vuestras casas o empiezo yo un reparto de leche que os convierto a todos en merengues!

Armando un terrible alboroto, todos los alumnos y todas las alumnas, incluído Bolita, van saliendo del escenario lanzando aullidos.

Don Minervo (una vez solo y hablando para sí mismo).- Jaimito… Jaimito… cuánto te echo ya de menos, Jaimito…

Don Pío (apareciendo en la puerta del aula).- ¿Molesto, Don Minervo?

Don Minervo (volviendo a la dura realidad).- ¡Pero mira quién está aquí! ¡Adelante, curita, adelante, pero le advierto que no está ahora el horno para bollos, curita de Valverde!

Don Pío (molesto).- ¡Deje ya de llamarme curita o no dejo yo de llamarle a usted rojete! ¿De acuerdo?

Don Minervo (muy serio).- ¡Dios mío! ¡Se me ha enfadado de verdad! ¿Se puede saber cómo nos debemos llamar para poder hablar entre nosotros dos sin que salten chispas?

Don Pío.- ¡Rayos, truenos y centellas! ¡Llámeme simplemente Don Pío aunque muy pío no es usted precisamente y yo simplemente le llamaré Don Minervo aunque del mito de Minerva me aprece que sabe usted demasiado! ¡Y ya sabe a lo que me estoy refiriendo!

Don Minervo.- ¡Si yo sé demasiado del mito de Minerva y soy muy poco pío usted las pía demasiado aunque no sepa quién fue, en realidad, Pío Baroja!

Don Pío.- ¡Vengo en son de paz!

Don Minervo.- ¡Pues entonces deje de lanzar indirectas hacia mi personalidad; porque da la casualidad de que yo tengo personalidad independiente y autónoma mientras que usted, y perdone que le sea tan franco, sólo cumple y hace lo que le ordena el obispo de Huelva!

Don Pío.- ¡He dicho y repito, por si usted está sordo y bien que se hace el sordo cuando no le interesa escuchar ciertas cosas, que vengo en son de paz y no para repartir hostias!

Don Minervo.- ¡Pues espero que su visita de cortesía sea muy corta de duración porque tengo un dolor de cabeza que se me ha acrecentado desde que he visto su negra sotana!

Don Pío.- ¡Aquí, entre los dos a solas y como dos verdaderos hombres, le tengo que decir que a mí también me duelen los huevos cada vez que veo su figura de palo seco!

Don Minervo.- ¡Pues lo disimula usted bastante bien porque yo le veo más fresco que un lechuguino!

Don Pío.- ¡Aquí, entre nostros dos y como dos verdaderos hombres, el único lechuguino que hay es usted!

Don Minervo.- ¿No venía usted en son de paz?

Don Pío.- ¡En son de paz vengo pero ya tengo los huevos fritos con tanto sonsonete sobre mi persona! ¡Bastante tengo ya con tener que lidiar con mis muchas acólitas beatas que me asedian continuamente como si yo pudiera hacer los milagros que hacía San Mamés! Es por eso por lo que a veces mamo más de la cuenta…

Don Minervo (bajando el tono de su voz).- Le comprendo muy bien, Don Pío, le comprendo muy bien. Bastante tengo yo también con esto de tener que soportar a toda esta marabunta de jovencitos y de jovencitas de tan sólo 18 años de edad que no saben ni tan siquiera nada sobre el asunto de los husos horarios de España ni se han preocupado por saberlo. Coja esa silla que está libre, especialmente preparada para las visitas ilustres, y siéntese a mi lado, sea o no sea usted muy ilustre que lo pongo bastante en duda, pero… en fin… siéntese a mi lado porque tenemos que parlamentar…

Don Pío cumple con las órdenes que le ha dado Don Minervo…

Don Minervo.- Pues usted dirá, Don Pío…

Don Pío.- Yo no tengo nada que decirle a usted, Don Minervo, proque bien se ve que no es usted el obispo de Huelva ni nada parecido al obispo de Huelva. Es usted quien me lo tiene que decir a mí.

Don Minervo.- ¡Pero hombre de Dios! ¿Cómo le voy a decir yo a usted, Don Pío que las pía bastante callando, algo que no sé de qué se trata?

Don Pío.- ¡Perdone, Don Minervo! ¡Por un momento estaba yo pensando en las musarañas!

Don Minervo.- ¡Deje usted en paz a esa clase de ratones proque bastantes ratas hay ya por estas comarcas de la profunda Andalucía que está tan profunda que no sabemos ya hasta dónde vamos a terminar cayendo!

Don Pio.- ¿Eso de las ratas lo está diciendo por mí?

Don Minervo.- ¡Es usted demasiado sensiblero, curita! ¡Yo me estaba refiriendo a todo ese follón de las ERE, pero como usted se cree que es el ombligo de todo el Universo pues se piensa que siempre estamos hablando de usted!

Don Pío.- ¡Si quiere usted guerra estoy dispuesto a ir a la guerra contra usted y todos los que son como usted, rojete! Pero eso lo dejamos mejor para otro día porque lo que vengo a parlamentar hoy con usted es demasiado serio!

Don Minervo.- ¿Qué es demasiado serio para usted, Don Pío?

Don Pío.- Lo mismo que para el resto de los mortales.

Don Minervo.- ¿Pero no se considera usted inmortal, curita, y lo va diciendo por todas partes?

Don Pío (otra vez cabreado).- ¡Le advierto que yo soy hombre de armas tomar! ¡Ya me estoy cabreando bastante; así que no me toque los huevos, Don Minervo, porque como siga usted por ese camino el que va a pasar a la inmortalidad es usted! ¿Me está usted comprendiendo?

Don Minervo.- ¡Pues entonces digame ya cuál es el asunto que quiere que parlamentemos nosotros dos y no siga usted con tanto misterio sobre ese asunto porque ni yo soy Sherlock Holmes ni usted es mi querido Watson! ¿Estamos o no estamos?

Don Pío.- ¡Estamos! ¡Por fin empezamos a entendernos mutuamente! Vengo a que usted me ayude con suma urgencia, Don Minervo.

Don Minervo.- ¡Ostras, chirlas, almejas y percebes! ¿Pero no es usted el que tiene el privilegio exclusivo de dar la extremaunción a cambio de una buena pasta gansa y no yo?

Don Pío.- No empecemos de nuevo, Don Pío, no empecemos de nuevo que se me va a escapar lo que no quiero que se me escape…

Don Minervo.- ¡Está bien, Don Pío! ¿En qué puedo ayudarle yo a usted de manera tan urgente? ¿Es que le han visto otra vez bebiendo vino en la taberna usando el dinero que ha robado del cepillo de la iglesia?

Don Pío (cabreado de nuevo).- ¡Que me está usted jeringando ya del todo y tengo hasta dolor de cabeza de tantas puyas que me da, Don Minervo, que parece ya que soy uno de los de la divisa verde y blanca, y me refiero a los de El Ventorrillo para ser más exactos! ¡Le vuelvo a repetir, y esta vez lo hago por última vez, que si sigue usted por ese camino tan escabroso, me lío ahora mismo a repartir hostias sin previa confesión alguna!

Don Minervo.- Tiene usted que saber aguantar más en esta vida, lo mismo que aguantó Jesucristo tal como usted y yo bien sabemos y si es que quiere parecerse un poco a Él.

Don Pío.- ¡Yo no soy Jesucristo! ¡No me llamo Jesús sino Pío!

Don Minervo.- ¡Entonces tómese esta vida totalmente a cachondeo como hace Jaimito porque la vida es lo más serio que existe para él!

Don Pío.- ¡Ahí! ¡Ahí ha dado usted en el clavo de todo este misterio, Don Pío! ¡Esa es la clave de todo este asunto!

Don Minervo.- ¿Quiere usted decirme que quiere que hablemos de Jaimito?

Don Pío.- No se lo estoy pidiendo sino que se lo estoy rogando. Pero, para ser más exactos del todo, lo que le estoy rogando, y de manera urgente, es que me hable de Jaimito y de Florita al mismo tiempo.

Don Minervo.- ¿Quiere usted decir que hablemos completamente en serio, Don Pío?

Don Pío.- ¡Eso mismo estoy intentando hacer que usted me comprenda, Don Minervo!

Don Minervo.- Entonces va para un rato largo…

Don Pío.- ¡Le repito que es urgente!

Don Minervo.- ¡Escuche usted bien, Don Pío, y no se me pierda por los Montes de Oca que para gansadas ya hemos hablado bastante! No tenemos ninguna prisa y podemos perder todo el tiempo que sea necesario. ¡Usted y yo ya tenemos tantos años y hemos vivido tantas cosas, por nuestra propia voluntad o en contra de ella, que no nos podemos preocupar ya por esas tonterías del tiempo! Según dijo el gran Antonio Machado, nuestras horas son minutos cuando queremos saber y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender.

Don Pío.- Eso solamente es Literatura, Don Pío.

Don Minervo.- ¿Y no se da cuenta usted todavía de que la Literatura es la que nos demuestra, en verdad, lo que son nuestras vidas?

Don Pío.- Pensándolo bien… pues sí… pero… ¿por qué precisamente el gran Antonio Machado en estos momentos y no otro cualquiera?…

Don Minervo.- Porque precisamente usted quiere saber algo de Jaimito.

Don Pío.- No veo que relación puede haber entre ambas cosas…

Don Minervo.- Le estoy diciendo que Antonio Machado es una de las principales fuentes de donde bebe Jaimito para cantar sus canciones…

Don Pío.- ¿Jaimito también hace canciones?

Don Minervo.- ¡Jaimito no hace canciones, Don Pío!

Don Pío.- ¡Entonces usted se está contradiciendo!

Don Minervo.- No está entendiendo usted nada de nada. Jaimito no hace canciones sino que crea canciones. No es lo mismo hacer que crear. ¿Me entiende ahora?

Don Pío.- ¿A tanto llega la sabiduría de ese chaval?

Don Minervo.- ¡Jaimito es demasiado inteligente como para que venga ahora usted a querer descubrirle!

Don Pío.- ¿Y desde cuándo comenzó a crear canciones ese chaval?

Don Minervo.- Desde hace aproximadamente un par de años.

Don Pío.- ¿Eso es verdadero?

Don Minervo.- ¡Yo se lo puedo demostrar para convencerle ya de una vez por todas y deje usted de tener dudas!

Don Pío.- Para ciertos asuntos soy más bien escéptico.

Don Minervo.- Yo no soy Jaimito ni soy como Jaimito pero puedo intentar imitarle para que usted de verdad deje de ser tan zanahorio.

Don Pío.- ¡No me llame zanahorio!

Don Minervo.- ¿Cómo quiere que le llame entonces, cabeza de chorlito?

Don Pío.- Voy a dejar pasar por alto eso de cabeza de chorlito pero que sea la última vez.

Don Minervo.- Será la última vez si usted no se empeña en ser tan terco.

Don Pío.- ¿Cómo puede usted convencerme?

Don Minervo.- Intentando cantar como canta él. Má o meno, que quiere decir más o menos, puedo conseguirlo. Le he oído cantar tantas veces…

Don Pío.- ¿Es totalmente necesario que usted cante?

Don Minervo.- ¿Canto o no canto?

Don Pío.- Si no hay más remedio…

Don Minervo.- ¡Pero canto o no canto!

Don Pío.- ¡Cante ya usted, joder, que me está poniendo nervioso! Pero hágalo rápido porque el tiempo pasa y el tiempo es para mí oro.

Don Minervo.- ¿Otra vez con esa cantinela? ¿Tanto ama usted al oro?

Don Pío avergonzado).- Es que el oro… pues… es el oro…

Don Minervo.- ¿Y de qué le sirve el oro si no tiene tiempo para cantar nada más que los latinajos que suelta usted en la iglesia entre gallo y gallo?

Don Pío.- ¿Quién le ha dicho eso de mi? ¡Digamelo que me lo como vivo!

Don Minervo.- Se dice el pecado pero no el pecador… ¿o no es eso lo que usted predica siempre?…

Don Pío.- ¡Pero es que ese chisme perjudica mi imagen!

Don Minervo.- ¡Vale ya! ¿Canto o no canto de verdad?

Don Pío.- ¡Que sí! ¡Que cante usted que soy todo oídos!

Don Minervo.- ¡Habrá querido usted decir todo orejas, porque usted tiene un par de orejas de coliflor que para sí las quisiera tener un perro pachón!

Don Pío.- ¡Cante ya de una puñetera vez que soy todo orejas… esto… no… que le pongo la máxima atención!

Don Minervo (cantando e imitando la voz de Jaimito).- ¡Nuestras horas son minutos cuando queremos saber y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender! ¡Nuestras horas son minutos cuando queremos saber! ¡Nuestras horas son minutos cuando queremos saber! ¡y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender! ¡Y siglos cuando sabemos lo que se puede aprender! ¡Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed! ¡Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber! ¡Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber! ¡Lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed! ¡Lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed! ¡La mentira manifiesta falta de imaginación la verdad siempre se inventa cuando habla el corazón! ¡La mentira manifiesta falta de imaginación! ¡La mentira manifiesta falta de imaginación! ¡La verdad siempre se inventa cuando habla el corazón! ¡La verdad siempre se inventa cuando habla el corazón! ¡Ayer soñé que veía a Dios y que Dios llamaba y soñé que yo le oía, desperté, y era verdad que me hablaba! ¡Ayer soñé que veía a Dios y que Dios llamaba! ¡Ayer soñé que veía a Dios y que Dios llamaba! ¡Desperté! ¡Y era verdad que me hablaba! ¡Desperté! ¡Y era verdad que me hablaba!

Don Pío (maravillado).- ¿Así canta Jaimito?

Don Minervo.- Má o meno que quiere decir más o menos…

Don Pío.- ¿Y canta para todo el mundo?

Don Minervo.- No. Jaimito no desea la fama mundial. Tiene por norma y costumbre cantar solamente a quienes con él van. Lo aprendió cuando yo le enseñé a leer “El Romance del Conde Arnaldos” que en sus dos últimos versos dice así: “Allí habló el infante Arnaldos bien oiréis lo que dirá: Por tu vida el marinero dígasme ahora ese cantar. Respondiole el marinero tal respuesta le fue a dar: Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va”.

Don Pío.- ¡Es asombroso!

Don Minervo.- ¡Realmente asombroso hasta para mí mismo!

Don Pío.- Usted crió a Jaimito como si fuera su propio hijo… así que debe conocerle muy bien…

Don Minervo.- Conocer muy bien a Jaimito es prácticamente imposible. Sólo Dios sabe cómo es en su totalidad. Y quizás también Florita. Pero creo que le conozco lo suficiente como para hacer un diagnóstico de su personalidad má o meno aproximado… que quiere decir más o menos aceptable…

Don Pío.- ¡Eso es lo que estoy buscando!

Don Minervo.- ¡Un momento, un momento! ¡Pare un poco el carro, curita!

Don Pío.- ¡Es que el tiempo pasa y le repito otra vez que mi tiempo es oro!

Don Minervo.- ¡Déjese usted ahora, Don Pío, de pensar en el oro y en la plata! ¿Desea usted un carajillo? Le confieso a usted, curita, para que vea que soy mucho más honesto de lo que usted cree, que yo siempre me preparo un carajillo antes de empezar mis clases.

Don Pío.- ¡Otra vez me vence usted, Don Minervo! Vengan ya ese par de granujas… esto… no… en qué estaría yo pensando… quiero decir que vengan ya ese par de carajillos…

Don Minervo.- Pues si me lo permite, espéreme sentado unos pocos minutos que enseguida vuelvo.

Don Minervo se pone de pie…

Don Pío.- ¿Pero a dónde va usted ahora?

Don Minervo.- Digamos que a la Siberia.

Don Pío.- ¿Es que se ha vuelto usted loco del todo?

Don Minervo.- ¡Estoy más lúcido y lucido que nunca jamás en mi ya larga existencia! Porque ha de saber usted que Jaimito cree en la existencia más que creer en la vida. ¡La Siberia es el cuarto trastero dodne tengo yo una cocinilla de gas butano para prepararme a gusto mis carajillos sin que nadie me moleste! ¡Vuelvo en unos pocos minutos! Mientras tanto usted espere bien sentado y piense lo que a usted le dé la real gana pensar. También he aprendido eso de Jaimito.

Don Minervo sale del escenario.

Don Pío (cantando para sí mismo pero en voz bastante alta por culpa de los nervios).- ¡Qué misterio hay en tus ojos, que no acierto a adivinar, y tus labios tan hermosos, qué secreto guardarán! ¡Qué misterio hay en tu pelo, y en tu forma de besar, descorrer quisiera el velo, que me llena de ansiedad! ¡Yo sé que este amor misterioso, un día me hará muy dichoso! ¡Qué secreto estás guardando, algun día yo sabré, no me importa cómo y cuándo, pero sé que te amaré! ¡Yo sé que este amor misterioso, un día me hará muy dichoso! ¡Qué secreto estás guardando, algun día yo sabré, no me importa cómo y cuándo, pero sé que te amaré, pero sé que te amaré!

Cuando Don Pío se queda de nuevo en silencio, se escucha de repente la voz del maestro Don Minervo que comienza a cantar como contestando al cura porque le ha escuchado.

Voz de Don Minervo (cantando).- ¡Si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba cuántas cosas barrería! ¡Si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba cuántas cosas barrería! ¡Primero, lo que haría yo primero, barrería yo el dinero, que es la causa y el motivo, ay, de tanto desespero! ¡Segundo, lo que haría yo segundo, barrería bien profundo, todas cuántas cosas sucias se ven por los bajos mundos! ¡Si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba, cuantas cosas barrería! ¡Muchachos, os voy a comprar una escoba a cada uno! ¡Venga, barred otra vez con la escoba! ¡Si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba si yo tuviera una escoba cuántas cosas barrería, cuantas cosas barrería, cuantas cosas barrería!

Se hace de nuevo el silencio y aparece, en el escenario, Don Minervo trayendo los dos carajillos en sus manos.

Don Pío.- Si yo supiera o supiese…

Don Minervo (sentándose y dejando los carajillos sobre la mesa).- Ahora que habla usted de saberes… ¿sabe lo que es un carajillo?…

Don Pío.- ¡Vuelvo a repetirle, por enésima vez rojete, que mi tiempo es oro y no tengo ganas de perderlo!

Don Minervo (mirando de frente a Don Pío).- ¿No tiene ganas de perder el oro o no tiene ganas de perder el tiempo?

Don Pío (con la cabeza algo agachado porque no resiste la profunda mirada del maestro).- Ninguna de las dos cosas si es posible.

Don Minervo.- Pues entonces creo que ha llegado ya la hora de poder describirle, con toda clase de detalles, lo que es un carajillo.

Don Pío.- ¿Tiene que ser con toda clase de detalles?

Don Minervo.- Eso he dicho y eso es lo que usted me va a escuchar.

Don Pío.- Si no hay más remedio…

Don Minervo.- Un carajillo no debe confundirse jamás con un capuchino…

Don Pío.- ¿Ya vuelve usted a sus andadas lanzándome indirectas?

Don Minervo (sin dejar de mirar fijamente al cura).- Nada de andadas ni de inidirectas porque ha de saber usted, curita de los saberes, que un capuchino, palabra que deriva del italiano cappuccino, es una bebida italiana preparada con café expreso y leche montada con el vapor para crear la espuma, que en ocasiones lleva cacao o canela, y que se compone de 125 mililitros de leche y 25 mililitros de café expreso. El capuchino, en las cafeterías de renombre, se sirve con una galletita o un bombón; aparte se sirve un vasito de agua con una cuchara. En Italia se consume mucho para el desayuno o para el almuerzo, junto con un croissant; mientras que un carajillo es una bebida que combina café con una bebida alcohólica, normalmente aguardiente de orujo, brandy, y digo brandy y no coñac para saberlo diferenciar bien, o ron. Es típica de España y su origen se remonta a la época en la que Cuba era colonia española y los soldados combinaban café con ron para coger “corajillo”, de coraje, y de ahí, carajillo. Otras fuentes citan que en la estación de Francia de Barcelona los arrieros que esperaban el turno de carga, en lugar de pedir café y copa, pedían que se lo mezclaran, diciendo “que ara guillo”, que quiere decir ahora me voy pero en catalán. Algo así como cigaló. De ahí el apócope “caraguillo” y su posterior desviación fonética. En Mallorca, de las islas Baleares, y en Valencia, se conoce al carajillo como rebentat, que en catalán viene a significar reventado, explotado, estallado, y en Cartagena, de la Región de Murcia, se le conoce como café asiático. Es parecido a la bebida tradicional en el ejército británico, conocida como gunfire, hecha con café en Australia y con té negro entre ingleses. Y para no parecerle pesado y no ser demasiado aburrido con usted, auque me dejo muchas anécdotas para contárselas otro día que venga usted por aquí en visita de cortesía y en son de paz, ¿sabe la gran diferencia que existe, en realidad, entre un muy buen capuchino y un carajillo cualquiera?

Don Pío.- ¿Alguna otra indirecta?

Don Minervo.- ¡No! ¡Nada ya de indirectas! ¡Voy a ser muy directo pero directo al corazón para ser más exactos! El muy buen capuchino es de las clases pudientes mientras que el carajillo cualquiera es de las clases obreras. ¿Me ha comprendido ya del todo o tengo ahora que cantarle, mientras nos tomamos estos dos carajillos cualquieras, eso tan conocido de ¡Y a la mujer del obrero se la tiran cuantro tunantes de esos que tienen dinero!

Don Pío.- ¡No! ¡Por Dios! ¡No cante eso! ¡Se lo pido por lo que más quiera!

Don Minervo.- ¡Lo que más quiero yo ahora es guardar completo silencio y en completo silencio vamos a tomarnos los carajillos para degustarlos bien y sacarles todo su sabor! ¿Está usted otra vez de acuerdo conmigo?

Don Pío.- ¡Si! ¡Tomemos los dos carajillos en completo silencio pero luego seguimos hablando! ¿Vale?

Don Minervo.- ¡Vale!

Durante unos pocos segundos los dos se toman su carajillo correspondiente guardando un profundo silencio.

Don Minervo (una vez terminados los dos carajillos).- ¿Me quiere ya decir lo que es ese asunto que usted considera tan grave?

Don Pío.- ¿Es que no le parece un asunto no grave, sino muy grave o gravísimo, que Jaimito haya raptado a Florita y se la haya llevado Dios sabe dónde?

Don Minervo.- ¡Sigue usted muy confundido, Don Pío, pero que muy confundido del todo!

Don Pío.- ¿En qué se basa usted, Don Minervo, para decir que estoy muy confundido cuando en verdad yo no me confundo nunca y eso que soy muy modesto cuando hablo de mí?

Don Minervo.- ¡En dos cosas muy evidentes!

Don Pío.- ¡Vayamos por partes, Don Minervo! ¡Dígame primero cuál es la primera de esas dos evidencias!

Don Minervo.- ¡La primera evidencia, muy evidente por cierto, es que Jaimito ya es mayor de edad porque ya hace bastantes meses que ha cumplido los 18 años!

Don Pío.- ¡De acuerdo! ¡No había caído yo en eso!

Don Minervo.- ¡Para que comprenda usted, aunque sea por una sola vez en su vieja vida, que no hay que vender la piel del oso antes de haberlo cazado!

Don Pío.- ¡Me ha cazado usted, Don Minervo! ¡Reconozco que me ha cazado usted!

Don Minervo.- ¡Pues parece mentira que parezca que usted se haya caído de la higuera, Don Pío, porque todos los de Calaña, y los que vienen de vez en cuando procedentes de Valverde, sabíamos eso! Pero como usted siempre que viene por aquí es para jeringarnos a todos los de este pueblo pues no se ha molestado usted nunca en preguntar antes de decir la bobada del siglo. La próxima vez que quiera usted saber algo de alguno de nosotros, pregunte usted antes de seguir haciendo el ridículo como lo está haciendo ahora.

Don Pío.- ¡De acuerdo! ¡Soy un borceguí!

Don Minervo.- ¿Un borceguí? ¡Lo que es usted es muy tonto, pero que muy tonto!

Don Pío.- ¡Ya lo sé! ¿Pero qué me dice usted sobre lo del secuestro?

Don Minervo.- ¡La verdad es que sí!

Don Pío.- ¡Luego por fin está usted de acuerdo conmigo en algo interesante! ¡He triunfado! ¡He triunfado!

Don Minervo.- ¡Pare usted otra vez el carro, Don Pío! ¡Pare usted el carro porque lo que quiero decir con eso de que es verdad que sí no se refiere a ningún secuestro sino que es usted un borceguí para decir algo coherente!

Don Pío.- ¿Es que tenemos que soportar y admitir que Jaimito, delante de nuestras propias narices, haya raptado y secuestrado a esa chavala?

Don Minervo.- ¡Pero usted es tonto del todo o es usted tonto del todo y valga la redundancia!

Don Pío.- O sea… ¿que yo estoy atontado como si fuera un tonto?…

Don Minervo.- ¡Usted lo ha dicho!

Don Pío.- ¿En qué se basa ahora para poder demostrarlo?

Don Minervo.- En que Florita se ha ido con él por su propia voluntad y no como producto de haber sido raptada ni mucho menos secuestrada.

Don Pío.- ¡Eso no me lo puedo creer ni nunca jamás de los jamases me lo voy a creer!

Don Minervo.- ¿Por qué no le pregunta usted a Bolita que es un chaval que nunca ha mentido en su vida?

Don Pío.- ¿Quién es ese tal Bolita?

Don Minervo.- El mejor amigo de Jaimito y el mejor amigo de Florita. El mejor amigo de los dos al mismo tiempo. Él sabe mejor que nadie que Florita se ha ido con Jaimito porque le ama de verdad y que Jaimito se ha llevado a Florita porque también de verdad la ama. ¿Algo más que aclarar sobre este asunto?

Don Pío.- ¡Sí! ¡Que en cuanto termine de hablar con usted voy a avisar a la Policía para que les encuentren y le metan a ese tal Jaimito un verdadero paquete!

Don Minervo.- ¡Si va usted a avisar a la Policía no sólo no le van a meter a Jaimito ningún paquete sino que a usted se le va a caer el poco pelo que le queda! ¡Su cabeza, bastante gorda por cierto, va a parecer una bola de queso o, mejor dicho, una bola de billar!

Don Pío.- ¿Me está usted amenazando a mí?

Don Minervo.- ¡Pues sí! ¡Yo le estoy amenazando a usted para que usted deje de amenazar a todos los que encuentra a su paso por esta nuestra querida y amada Andalucía!

Don Pío.- ¡Necesito una explicación y exijo una explicación!

Don Minervo.- ¡Le voy a dar una explicación porque usted me da verdadera lástima, alma en pena, que parece usted más alma en pena que una flor de pitiminí en el ojal de un cacique andaluz! ¡Está usted más confundido que un calamar sin tinta! ¡Y valga la metáfora del calamar sin tinta que viene muy a cuento porque usted está totalmente atontado! ¿Me entiende ya? ¡Yo no sé si estoy hablando con una persona o con una pelota de trapo, porque tiene usted una barriga que de verdad que se parece a una pelota! ¡Pero no una pelota de fútbol precisamente sino una pelota medicinal! ¡Tiene usted una barriga que parece el globo aerostático de “La vuelta al mundo en ochenta días!

Don Pío.- ¡Eso es! ¿Cómo no lo había pensado yo antes? ¡Ochenta días de cárcel son los que le van a caer a ese dichoso Jaimito cuando le pillen los policías!

Don Minervo.- ¡Y vuelve el burro a la noria! ¿Es que no sabe usted hacer otra cosa más productiva para todos que intentar solucionar lo que usted cree que es un problema avisando a los policía? ¡Mucho cuidadito conmigo! ¡Mucho cuidadito conmigo, señor curita, que me conozco ya demasiado y soy capaz de sacarle las tripas al tío mas pintado de todas estas comarcas! ¡Saco de navaja y le destripo!

Don Pío (asustado ante la amenaza de Don Minervo).- Yo… esto… creo que en este caso… avisar a los policías… es la mejor opción…

Don Minervo (que sigue envalentonado ante el miedo del cura).- ¡La mejor opción de este asunto es que deje usted de hacer el ridículo y deje de decir sandeces! Por cierto… hablando de sandeces… usted debe saber que Sande jugó en el Real Oviedo… ¿o tampoco se ha enterado de eso?…

Don Pío.- ¿De qué Sande me está usted hablando ahora?

Don Minervo.- ¡Del compañero de Braga! ¿Es que usted no ha coleccionado nunca cromos de futbolistas?

Don Pío.- ¡No me diga que usted, todo un maestro de escuela, colecciona cromos de futbolistas!

Don Minervo.- ¡En primer lugar yo no soy un maestro de escuela sino todo un profesor de colegio! ¡Y en segundo lugar no soy yo el que colecciona cromos de futbolistas sino mi sobrino Pitagorín que, además de ser un verdadero empollón de Matemáticas, todavía tiene tiempo suficiente para jugar a las chapas! ¡Escuche! ¡Escuche cómo canto yo ahora!

Don Pío.- ¿Se va a poner usted otra vez a cantar?

Don Minervo.- ¡Por supuesto que sí si es que el tiempo o las autoridades no me lo impiden!

Don Pío.- Cante entonces…

Don Minervo (cantando).- ¡Yo quería ser torero y mi padre me animó! ¡Yo quería ser torero y mi padre me animó! ¡Como me faltó dinero me quedé solo con Dios! ¡Como me faltó dinero me quedé solo con Dios! ¡Que el amor si es sincero es amor para los dos! ¡Que el amor si es sincero es amor para los dos! ¡Como me faltó dinero me quedé solo con Dios! ¡Como me faltó dinero me quedé solo con Dios! ¡En el mundo ser sincero es muchísimo mejor! ¡En el mundo ser sincero es muchísimo mejor! ¡Como me faltó dinero me quedé solo con Dios! ¡Como me faltó dinero me quedó solo con Dios!

Don Pío.- ¡Está usted dando rodeos para no hablar directamente del asunto!

Don Minervo.- ¡Está bien! ¿Quiere usted conocer la verdad?

Don Pío.- Me interesa conocer la verdad para demostrarle que llevo razón.

Don Minervo.- ¡Entonces tengo que confesarle a usted que Jaimito sabía, desde hace ya muchos años, cómo la maltrataba Doña Blasa a Florita, tanto en lo físico como en lo psicológico, ante el cómplice silencio de Don Berrinche!

Don Pío.- ¡Me deja usted de piedra!

Don Minervo.- ¡Pues reaccione usted a tiempo antes que se llene de musgo!

Don Pío.- ¿Cómo podía Jaimito saber todo eso si a Florita la tenían encerrada siempre dentro del cortijo y sólo le dajaban salir para acudir al colegio?

Don Minervo.- Porque alguien le estaba contando todo lo que sucedía en el cortijo.

Don Pío.- ¿Quién era ese alguien?

Don Minervo.- ¡Parece que pone usted ahora mucho interes en saberlo! Pero permítame, antes de decir su nombre, que le pregunte algo.

Don Pío.- Pregunte, pregunte porque yo no tengo nada que ocultar.

Don Minervo.- Ya que tanto habla usted de la Policía… ¿porqué no denunció nunca a la Policía todos esos maltratos físicos y psíquicos contra la persona de Florita, y también de la negra Panchita dicho sea de paso, cuando usted bien que lo conocía porque siempre que visitaba el cortijo de Don Berrinche, y conste que los visitaba muchísimas veces, sabía lo que estaba sucediendo? ¿Me puede aclarar ahora por qué no acudió entonces a la Policía?

Don Pío.- No sé cómo contestar a eso…

Don Minervo.- ¡Pues fue, nada más y nada menos, la negra Panchita, la que le contaba todo a Jaimito! ¡Así que Jaimito cumplió con su juramento cuando me hizo saber que cuando fuese mayor de edad, y ya tiene 18 años cumplidos, sacaría a Florita de ese infierno! ¿Por qué nunca lo hizo usted?

Don Pío.- No sé cómo contestar a eso…

Don Minervo.- ¿Comprende usted ahora que si les descubren los policías en lugar de meter a Jaimito en la cárcel le van a condecorar con la Medalla al Mérito Civil para ponerle como ejemplo ante todo el mundo entero y hasta puede que le levanten un monumento por su noble acción voluntaria? ¡Ya sabe usted todo lo que sucedía en este asunto de Florita! ¡Más le valdría a usted adorar a esa clase de héroes en lugar de adorar a tantos santos de mármol de Carrara que fabrican ustedes con el dinero que les roban al pueblo andaluz en vez de dar de comer a tantos hambrientos como hay por estas tierras! ¡Saque! ¡Saque usted en procesión a la Virgen del Rocío para ver si la Virgen del Rocío es capaz de perdonarle porque el pueblo de la divisa verde y blanca no se lo va a perdonar jamás!

Don Pío.- ¡Todo eso está muy bien dicho aunque me cueste derramar sangre, sudor y lágrimas tener que admitirlo y decir que es verdad! ¿Pero cómo se va a defender Jaimito, esté donde esté, para ganarse la vida y, al mismo tiempo, cuidar de que no le falte de nada a Florita, si no tiene trabajo alguno?

Don Minervo.- Para empezar, Jaimito tiene ahora mismo una suficiente cantidad de dinero ahorrado para sobrevivir, junto con Florita, por un tiempo bastante corto o bastante largo según sea la manera que tenga ella para administrarlo.

Don Pío.- ¿Cómo es posible eso si Jaimito es solamente un muerto de hambre?

Don Minervo.- ¡Usted sigue totalmente confuso y confundido! Desde que Jaimito tiene uso de razón me ha estado ayudando en la preparación de mis clases a cambio de recibir un buen sueldo mensual. Tiene bastante dinero ahorrado.

Don Pío.- ¿De verdad Jaimito trabajaba para usted a cambio de un buen sueldo mensual?

Don Minervo.- Tan de verdad como que, cuando se despidió de mí, me rogó que le diese dicho empleo a su mejor amigo. ¡Para que vea hasta donde llega su generosidad para con quiénes con él están!

Don Pío.- ¿A ese tal Bolita?

Don Minervo. Pues sí. A ese tal Bolita como le llama usted y que es el ojito derecho de Panchita. Ya he hablado con el padre y la madre de Bolita y están totalmente de acuerdo. ¡Claro que Bolita no es tan ágil y tan despierto como Jaimito pero teniendo mucha paciencia con él puedo llegar a convertirle en un verdadero líder como es, por naturaleza propia y desde su nacimiento, el genial Jaimito! No será nunca igual que Jaimito pero puede valerme como sucesor de Jaimito. Bolita es bastante lento para comprender las cosas pero estoy completamente seguro, y eso me lo ha asegurado el propio Jaimito antes de irse con Florita, que se puede convertir en un verdadero líder porque cuando aprende algo, aunque le cueste un buen tiempo hacerlo, nunca lo olvida. ¡Para algo ha ido asimilando las enseñaznas de su maestro Jaimito! Por cierto… ¿ha leído usted “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach?…

Don Pìo.- Pues no.

Don Minervo.- Pues vaya haciéndolo alguna vez, de rato en rato, para que aprenda usted mucho sobre los comportamientos humanos en vez de darle tanto a la lengua con los cotilleos de sus acólitas beatas que, para mí y muchos más, sólo son unas histéricas. ¡En lugar de perder tanto tiempo en preparar tantísimos sermones vacíos de verdadero contenido humano, tómese, de vez en cuando, un poco de tiempo para leer “Juan Salvador Gaviota”! ¡Se haría usted un gran favor a sí mismo si lo hiciera!

Don Pío.- Lo haré si me da permiso el obispo de Huelva.

Don Minervo.- De verdad que me dá usted verdadera lástima por su esclavitud a los dogmas.

Don Pío.- ¡Eso solo es cosa mía!

Don Minervo.- ¡De acuerdo! ¡Eso sólo es cosa suya y no le voy a molestar por ello! ¿Se quiere ya largar de mi aula o todavía hay algo más que desee saber?

Don Pío (que se resiste a admitir su total derrota).- ¿Y qué le va a pasar a Florita cuando a Jaimito se le acabe el dinero que tiene ahorrado?

Don Minervo.- ¡Le voy a hacer conocer otra confesión que le va a dejar mucho más alelado de lo que ya está! ¡Porque usted parece más alelado que el bobo de Coria que tanto le inspiró a Velázquez y usted me inspira a mí compasión!

Don Pío.- No me llame alelado por favor…

Don Minervo.- Le llamo alelado por no llamarle tuercebotas que sería mucho más apropiado.

Don Pío.- ¡Deje ya de insultarme y cuénteme esa confesión!

Don Minervo.- ¡Agárrese, curita, que vienen curvas!

Don Pío.- ¡Sin bromas, Don Minervo, sin bromas!

Don Minervo.- No estoy para nada contando bromas. ¡Jaimito también sabía, desde hace muchos años, que en la ciudad de Madrid tiene una familia muy cercana y que pertenece a una clase social muy alta! ¡Es la familia de un tío paterno suyo!

Don Pío.- ¿Eso quiere decir que se han escapado hasta Madrid?

Don Minervo.- ¡No se han escapado sino que se han ido!

Don Pío.- ¿No es lo mismo?

Don Minervo.- No es lo mismo y usted bien lo sabe. Jaimito no tiene miedo a nada. Ni tan siquiera tiene miedo a lo desconocido. Es un valiente desde el mismo tiempo en que fue engendrado en el vientre de su madre. Y usted bien que sabe que es un millón de veces más valiente que usted. Por eso Florita le ama tanto. Así que no se han escapado sino que se han ido a Madrid.

Don Pío.- ¿Y cómo han podido llegar desde Calaña hasta Madrid si aquí nadie les ha podido ayudar a hacerlo?

Don Minervo.- ¡Para eso está la tartana de Tejeringo!

Don Pío.- ¡Pero si la vieja tartana del viejo Tejeringo no puede llegar ni tan siquiera hasta Despeñaperros!

Don Minervo.- ¡Haga el favor de no llamarle viejo a Tejeringo! ¡Su tartana puede ser vieja, hasta viejísima si usted quiere, pero Tejeringo es mil veces más joven que usted y que yo juntos! ¡Si usted fuese solamente la centésima parte de lo alegre que es Tejeringo sabría qué es lo que le estoy explicando! ¡Es con la tartana de Tejerino cómo Jaimito y Florita pudieron llegar a la ciudad de Huelva! Desde allí a Jaimito y Florita les fue muy sencillo irse hasta Madrid en tren.

Don Pío.- ¿Y qué pasa con la negra Panchita? ¡Esa pobre negra no va a poder aguantar la vida si no está a su la bellisima Florita!

Don Minervo.- ¡Panchita, no la pobre negra como usted la llama sino Panchita nada más, tampoco va a seguir soportando malos tratos físicos y psicológicos por parte de Doña Blasa y ante el cómplice silencio de Don Berrinche; porque ya no está trabajando en el cortijo sino que, gracias a que Jaimito me lo pidió con toda sinceridad, la tengo ya trabajando en mi casa y estará protegida para siempre!

Don Pío.- ¡Luego lo tenía todo planificado ese granuja!

Don Minervo.- ¡No lo tenía todo planificado sino que lo tenía todo perfectamente planificado! ¡Es la diferencia que existe entre un chaval muy inteligente como puede llegar a ser Bolita a través de sus experiencias y un chaval que es un verdadero genio desde su mismo nacimiento como sucece con Jaimito! ¡Por favor, hágame caso y lea “Juan Salvador Gaviota” de Richard Bach por si quiere comprobarlo usted mismo y no a través del obispo de Huelva!

Don Pío.- ¡Insisto en decir que ese tal Jaimito sólo es un granuja!

Don Minervo.- ¡No! ¡Confiese ya por fin que tiene envidia de él! ¡Jaimito lo tenía todo muy bien planificado porque, además de genial e inteligente, es más listo que el hambre! ¡No tiene nada de granuja sino de chaval noble y generoso y eso es lo que usted no puede soportar porque le tiene envidia!

Don Pío.- ¡Está bien! ¡Dejemos a Jaimito de lado! ¿Qué sucederá con Florita? ¿Cómo va a salir ella adelante sin tener que depender de nadie?

Don Minervo.- Le veo yo muy interesado en saber lo que le sucederá a Florita…

Don Pío.- ¡Es que velo por el bien de todas las chicas de Andalucía entera!

Don Minervo.- ¡Eso no se lo cree usted ni harto de sopas! ¡Y mire usted que le gusta demasiado comer la sopa boba de las gentes sencillas del pueblo, señor curita de las narices que en todas partes las mete por ver si caen las perdices!

Don Pío.- ¡No ha contestado a mi pregunta!

Don Minervo.- ¡Poco a poco Paco peco y si peco que Dios me perdone y no usted! ¡Usted peca demasiado para poder perdonar a mí mis pecados!

Don Pío.- ¡Sigue sin contestar a mi pregunta!

Don Minervo.- Se lo voy a confesar pero para que me perdone nada sino para ver si usted ya es capaz de saber hasta dónde puede llegar Jaimito. Una vez que los dos estén isntalados en Madrid, en casa de los parientes de Jaimito, él me ha dado su palabra de honor de que no van a vivir a costa de sus familiares.

Don Pío.- ¿Eso es imposible hablando de Madrid?

Don Minervo.- ¡Se equivoca usted de nuevo y eso que de nuevo usted ya no tiene nada!

Don Pío.- ¡Repito que eso es imposible hablando de Madrid!

Don Minervo.- Y yo le digo que no lleva usted razón si es que es usted mínimamente razonable porque ya hasta lo dudo que lo sea. Jamito, mientras estudiaba en el colegio, ja estado preparándose muy bien para presentarse a oposiciones de Bancos y Cajas de Ahorro. ¡Es el mejor estudiante que ha tenido la señorita Margarita Gautiérrez, “La Dama de las Camelias”, en toda su vida y eso que dicha señorita es la mejor profesora que existe en todas nuestras tierras para impartir esa clase de enseñanzas! ¡En cuanto llegue a Madrid, Jaimito se va a presentar a todas las oposiciones que se celebren y estoy completamente seguro del todo que aprobarám, y con nota, en todas ellas. ¡Me lo ha prometido antes de irse y yo sé que Jaimito siempre cumple con lo que promete! ¡Yo le estuve pagando, de mi propio bolsillo, ese aprendizaje para las oposiciones de Bancos y Cajas de Ahorro y no me va a decepcionar como nunca jamás me ha decepcionado! ¡Jaimito no es ni ha sido nunca como El Capitán Mostachete que me defraudó por completo cuando yo pensaba que era un gran capitán una vez que le conocí en el mundo de las tascas! ¡Jaimito lo es sin tener que dejarse el mostachete porque su personalidad no lo necesita!

Don Pío.- ¡Maldita sea la mala sombra que tengo! ¡No puede ser, no puede ser y no puede ser! ¡No puede ser cierto eso!

Don Minervo.- Diga ya la verdad, Don Pío. ¿Por qué está usted tan interesado en saber qué le ocurrirá a Florita?

Don Pío.- ¡Secreto de confesión, Don Minervo! ¡Le pido que sea secreto de confesión!

Don Minervo.- ¡Ni secreto ni confesión! ¡Usted me cuenta la verdad y yo no abriré para nada la boca si usted deja ya de perseguirla a ella!

Don Pío (tapándose con las dos manos su rostro).- ¡Es que la amo de verdad!

Don Minervo.- ¡No me río porque me resulta patético! ¡Es más, yo diría que esto parece un esperpento valleinclano! ¿Un viejo verde, que tiene ya más de ochenta años de ead, y que además es cura, con una chavala de tan solo dieciséis y que además es virgen?

Don Pío.- ¡Conmigo estaría sobreprotegida!

Don Minervo.- ¿Pero sabe usted de verdad lo que es amar sin condiciones? ¿Qué coña es esa de que con usted estaría sobreprotegida si usted ha estado persiguiendo a todas las chavalas que ha podido conocer desde sus tiempos de seminarista? ¡El verdadero y noble amor no pone condiciones y por eso el verdadero y noble amor es el que siente Jaimito por Florita y el que siente Florita por Jaimito! ¡Aprenda usted un poco, aunque sea solamente un poco señor curita, sobre lo que es el amor y no me venga con pendejadas de viejo verde!

Don Pío (rabiando).- ¿Por qué existirá ese tal Jaimito?

Don Minervo (totalmente tranquilo).- Porque existe esa tal Florita.

Don Pío.- ¡No puedo ver a ese tal Jaimito ni en pintura!

Don Minervo.- ¿Por qué no dice ya la verdad, Don Pío? ¡Usted no puede ver ni en pintura a Jaimito porque le odia!

Don Pío (estallando completamente nervioso y temblándoles las manos y el rostro).- ¡Sí12 ¡Le odio, le odio y le odio!

Don Minervo (todavía más tranquilo que antes).- Eso demuestra, una vez más, que usted no sabe lo que es el amor y que, en realidad, no ama a ningún ser humano.

Don Pío.- ¡No puedo soportarlo! ¡No puede ser cierto que mi Florita ame a ese tal Jaimito!

Don Minervo.- Pues resulta que sí. Que no sólo Florita jamás ha sido suya porque nunca jamás ha conseguido que se confiese con usted mientas que con Jaimito se ha confesado continuamente las veces que ha podido hablar con él a solas en el colegio sino que ama locamente a Jaimito.

Don Pío (desesperado).- ¡Me meto en un monasterio! ¡De esta le juro a usted, Don Minervo, que me meto en un monasterio para apartarme del mundo entero!

Don Minervo.- Pues le deseo, porque en el fondo hasta usted puede ser incluso buena gente, que viva usted muchos años más dentro de un monasterio. ¿Cuál es su preferido?

Don Pío.- ¡El Monasterio de Santa María de la Rábida, en el término municipal de Palos de la Frontera! ¡Me voy con los franciscanos para el siempre de todos los siempres!

Don Minervo.- Pues hablando del siempre de todos los siempres y ya que ha elegido usted a los franciscanos, que vienen de Francisco, que sea usted allí muy feliz siempre de todos los siempres, currito de la cruz. ¡Y por favor, no me perdone usted porque yo no necesito que ningún currito de la cruz perdone todos mis pecados pero usted sí que va a necesitar que le perdone Dios!

Don Pío se va, con pasos muy lentos, fuera del escenario mientras se está escuchando la voz de Panchita cantando las notas musicales de una saeta andaluza.

Voz de Panchita (cantando).- ¡Ni por dulce ni por buena es comparable la miel con tu dulzura morena, si se compara la hiel con lo amargo de tu pena!

Vuelve el silencio hasta que Don Minervo se lanza de nuevo a cantar…

Don Minervo (cantando a pleno pulmón).- ¡Va por usted, curita! ¡A su salud, Don Pío! ¡Si me lo hubieran contado, no me lo hubiera creído, que van a estar separados y cada cual por su lado, corazón, tu cariño y el mío! ¡Fuimos dos en uno, por la veredita de la eternidad, y de aquello, mi vida, ninguno se quiere ya acordar! ¡Cada cual por su camino, madre mía que dolor, no es de rosas, que es de espinos, el sendero de los dos! ¡Aumentado la distancia, morimos poquito a poco, los dos sin darle importancia como si fuéramos locos! ¡Como para darme en la cara, de otro cariño presumes, mira qué cosa más rara, que el corazón se me para mientras tú sin mi amor te consumes! ¡Yo sé que por eso mismo, seguiré mintiendo lo mismo, lo mismo que mientes tú, y viviendo los dos bajo el peso, ¡ay que dolor de verdad!, debajo de la misma cruz! Cada cual por su camino, ¡madre mía, que dolor!, no es de rosas, que es de espinos el sendero de los dos. Aumentado la distancia, morimos poquito a poco, los dos sin darle importancia, como si fuéramos locos!

Al terminar de cantar Don Minervo aparece en la puerta del aula el rey Arturo.

Arturo.- ¡Buen día nos dé Dios, buen hombre!

Don Minervo (volviendo otra vez a la realidad y sorprendido).- ¡Ostras, chirlas, almejas y percebes! ¿Quién es usted con esa vestimenta tan estrafalaria? ¿Tal vez un comediante que viene de gira por estos pueblos tan olvidados?

Arturo.- ¡Yo soy el rey!

Don Minervo.- ¡Por mi Minerva, la diosa de la sabiduría y de las artes! ¿Tal vez el rey de los gitanos por su extravagante forma de vestir?

Arturo (ofendido).- ¡Un poco más de respeto hacia mi real persona, maestrucho! ¡Yo no soy ni Florín ni mucho menos Florón! ¡Jamás he sido un llorón! Y no por falta de ganas…

Don Minervo.- ¿De verdad no viene usted pidiendo limosna?

Arturo.- ¡Dejemos las falsas historias! ¡Tampoco soy el rey mendigo del que habló un tal Mark Twain!

Don Minervo.- Para ser usted un rey me parece demasiado culto…

Arturo.- No escurro jamás el bulto…

Don Minervo.- ¿Tal vez es usted un verdadero monarca francés?

Arturo.- ¡No me habléis de Francia, os lo ruego! ¡Con los franceses no quiero ni tan siquiera un juego! ¡Yo soy el Rey Arturo, un tipo bastante duro!

Don Minervo.- ¡Vaya sorpresa! ¡Nada más y nada menos que el Rey Arturo en mi aula! ¿Puedo saber a qué jugáis?

Arturo.- ¿Además de la petanca?

Don Minervo.- ¿Sabéis lo que es la petanca?

Arturo.- ¡Un juego de bolas y yo tengo bastantes bolas como para saber jugar con ellas!

Don Minervo.- ¿Puedo saber o no puedo saber cuál es su juego favorito?

Arturo.- ¡Las damas! ¡Juego muy bien con las damas! ¡Dejando de lado todas las especulaciones que se han dicho sobre las damas a mí me encantan las españolas!

Don Minervo.- ¡Ostras, chirlas, almejas y percebes! ¿Ha dicho usted españolas?

Arturo.- ¡Eso he dicho! ¡Y también me han contado que se puede jugar muy bien con ellas por estas comarcas andaluzas!

Don Minervo.- ¿Pero se puede saber quién le ha contado ese chisme?

Arturo.- Un tal Carpanta. ¿Conocéis a Carpanta?

Don Minervo.- ¿Carpanta? ¿Ha dicho usted Carpanta, majestad de majestades?

Arturo (aflamencado).- ¡He dicho Carpanta! ¿Pasa algo?

Don Minervo.- Pasar no pasa nada pero… ¿todavía vive Carpanta?…

Arturo.- ¡Doy fe de que todavía vive Carpanta! ¡Y me dio dos consignas que no he olvidado!

Don Minervo.- ¿Dos consignas? ¿Puedo saber cuáles son?

Arturo.- Karpa y Tortajada.

Don Minervo.- ¡Pues resulta que sí! ¡Es realmente asombroso!

Arturo.- ¿Qué asunto es ese que llamáis asombroso?

Don Minervo.- ¡Estamos hablando del mismo Carpanta que se hizo verdaderamente famoso por estas tierras tan olvidadas desde el año 1968 después de Jesucristo!

Arturo.- ¿Ha tanto llegó su fama que todavía se le recuerda en Calaña?

Don Minervo.- ¡Por supuesto que sí! ¡Alcanzó la cima en Madrid pero luego llegó a Andalucía y siguió aumentando su fama!

Arturo.- ¿A qué clase de fama os estáis refiriendo?

Don Minervo.- ¡A la de poder sobrevivir a pesar de las circunstancias que se le ponían en contra!

Arturo.- ¿Asuntos de envidia tal vez?

Don Minervo.- ¡Acierta usted majestad de majestades! ¡Asuntos de envidia sin el tal vez sino en seguro!

Arturo.- ¿Seguro que fue la envidia la que le hizo pasar tanta hambre?

Don Minervo.- ¿Hablando de las damas o hablando de los muslos de pollo?

Arturo.- ¡Explíquemelo usted, por favor!

Don Minervo.- Hablando de damas jamás estuvo escaso sino que las tuvo en demasía pero… ¡ay lo que hace la envidia!… hablando de muslos de pollo eso ya es otro cantar…

Arturo.- ¡Cante, Don Minervo, cante antes de seguir yo mis caminos!

Don Minervo.- ¿Se puede usted sentar a mi lado a pesar de ser usted un majestad de majestades y yo solo un personajillo de colegio?

Arturo.- Poder puedo y además querer quiero.

Don Minervo.- Pues no se hable más. ¡Siéntese a mi lado que voy a terminar la mañana cantando!

Arturo (sentándose en la silla).- ¡Si me encanta lo que canta le invito yo a boquerones en vinagre!

Don Minervo.- ¡Perfecto, rey Arturo, perfecto! ¡Los boquerones en vinagre es lo que más prefiero como aperitivo antes de las comidas y las cenas!

Arturo.- ¡Cante ya y terminemos este asunto antes de ir a por los boquerones!

Don Minervo (cantando feliz y contento).- ¡Dios te ha dado la gracia del cielo, María Dolores y en tus ojos, en vez de miradas, hay rayos de sol! ¡Déjame que te cante, morena de mis amores un bolero que ensalce tu garbo que es tan español! ¡Olé, olé! ¡Te mueves mejor que las olas y llevas la gracia del cielo la noche en tu pelo mujer española! ¡Olé, olé! ¡Tus ojos son tan pintureros que cuando los miro de cerca prendido en su embrujo soy tu prisionero! ¡Olé, olé! Envidia te tienen las flores pues llevas esencia en tu entraña del aire de España, María Dolroes! ¡Olé, olé y olé! ¡Por linda y graciosa te quiero y en vez de decirte un piropo, María Dolores, te canto un bolero! ¡Olé, olé! ¡Envidia te tienen las flores pues llevas esencia en tu entraña del aire de España, María Dolores! ¡Olé, olé y olé! ¡Por linda y graciosa te quiero y en vez de decirte un piropo, María Dolores, te canto un bolero!

Arturo (Una vez terminada la canción).- ¡Dos de boquerones en vinagre! ¡Van a ser dos de boquerones en vinagre!

Don Minervo.- ¿De verdad le ha encantado mi magia?

Arturo.- ¡Muchísimo más pero que muchísimo más que la del astroso Merlín de mi corte!

Don Minervo.- ¿Por qué le llama astroso a tan ilustre mago como es ese tal Merlín?

Arturo.- ¡Porque es aburrido del todo! ¡Se pasa todas las santas noches observando los astros y por eso está ya tan astroso! ¡Ni las ovejas merinas le aguantan ya!

Don Minervo.- ¿Y las churras?

Arturo.- Tampoco.

Don Minervo.- Pues vayamos a por los boquerones como viejos amigos que podemos llegar a ser.

El Rey Arturo y Don Minervo, abrazándose por los hombros como si fuesen amigos de toda la vida, salen del escenario.

SE BAJA EL TELÓN
FIN DE LA ESCENA V

Tu

No soy parte de ti, que no te confundan, que no te hagan creer jamás que sin mi no eres nadie, que cuando llueve no se puede salir de casa o que la noche es para irse a dormir… Porque pocos te cuentan la verdad, porque pocos o nadie es dueño de la verdad.
Todo, absolutamente todo cuánto sientes o percibes te pertenece, tu y solamente tu eres el único dueño…¡Quédate agradecido contigo mismo!

y cada vez que cojas aire, llena bien los pulmones, experimenta, disfruta, porque cada segundo es una gota, una expresión, el detalle, el instante desapercibido, lo fugaz.

Que no te asuste llorar, la oscuridad, la vejez, lo inexistente , reir, gritar, amar, odiar, callar, vivir, marchar… Que no te hagan creer jamás que sin mi no eres nadie.

Nuevo dia

Que bonita forma de comenzar el día, sintiendo que tu alma está limpia y la mirada brilla aun cuando perdura la noche.

Que bueno sentir amor mientras caminas sin ser visto y el sonido de tus pasos se confunden con el aire.

Porque nada es más hermoso que la mariposa sobre la piel del hipopótamo, y nada más simple que tu nombre escrito en la tierra.

Ojalá que por amor muramos, y que el eco de mi voz resuene en tu pecho cada vez que me pienses.

Y no, no deseo ver a nadie sufrir, ni llorando sobre la almohada, ni ajeno a la hoja verde de la nueva estación, ni que el mundo pierda la esencia de su verdad.

Que bonito será despertar de nuevo mañana…

Una paloma blanca

Hoy, por fin, nos hemos encontrado en La Hora de La Verdad y, en territorio comanche, hemos ajustado las cuentas. El resultado final (ante las risas de mi abuela materna) ha sido aplastante. Esto de vencer a Gimi por 76-44 es el mejor resultado que he conseguido en el deporte de la Cartografía de Heraclio. Sin dándole ni un solo segundo de respiro he ido acumulando puntos mientras él palidecía más que el mínimo común divisor mientras yo ampliaba el máximo común múltiple.

Si sumamos los dos dígitos, resulta que yo he ligado, en esta fastuosa jornada, con 14 (de las de muy buenas de ver) y él solamente con 8 (pero de las no quiere nadie). Al final he logrado despertar tanto interés entre las de muy buen ver que ya no ha quedado lugar alguno para las dudas. Mi padre apostó por mí y acertó; mi madre apostó por mí y acertó; mi abuela materna apostó por mí y acertó; y hasta Don Florencio apostó por mi y acertó. Por Gimi sólo apostó su “pelotari” Fantini y fracasó.

Me despido de ellos sin dejar de descuajeringarme de risa porque recuerdo la paliza que les di a Gimi y a su “pelotari” Califa en el frontón de Molinos de Papel. En su propio terreno de juego y ante testigos que lo pueden confirmar, les tuve toda la santa mañana haciéndoles correr desde la tapia del frontón a la ribera del río y desde la ribera del río a la tapia del frontón; hasta que, totalmente vencidos y agotados tuvieron que reconocer mi manifiesta y manifestada superioridad atlética. Por eso hoy, mientras cierro mi Diario, me sigo descuajeringando de risa mientras canto: ¡Una paloma blanca, blanca como la nieve, una paloma blanca blanca blanca blanca, desde el cielo viene!

Nota Adjunta a lo cervantino.- ¿Qué se fizo de las hijas del boticario? Tales cuestiones son menesteroso aclarar puesto que yo, válgame el cielo, sólo soy joven que se refocila con las muy fermosas mozas de las que existen hasta do la Tierra pierde su verdadero nombre y, si no existieren tales doncellas, mi pluma desfacería todos los entuertos hasta hayarlas en plena ventura de mi mollera; porque ha se saber usted, señor cura, que lo que cura en verdad es el ungüento de Fierabrás y no tantas misas e tantos rosarios e tantas homilías de santo e tantas novenas e tantos maitines e tantos ejercicios espirituales e tantos retiros a la cueva del fraile e tantos rezos clericlales e tantas preces e tanto tostón de cánticos gregorianos e tantos etcéteras más que hasta los jilgueros callan y se quedan absortos de tantos sonidos celestiales. Y sigo mi camino y acá paz y allá gloria.

No te vallas…

No te vallas…

Que aun hay mucho por sentir, lugares que visitar y mucho por aprender…

No me niegues un beso, un abrazo, una sonrisa… Un te quiero vida mía.

No te vallas, no puedes, no debes, no quiero… Que la realidad sea otra.

Te cuidaré siempre, de la mejor forma que sé, con respeto, con dulzura… Bajo el temblor de mi pecho.

Quédate un minuto más, otra noche, una vida… la vida entera junto a ti.

Déjame despertar contigo, pelear hasta llegar de nuevo a ti y hablar sin necesidad de decirnos nada, solo un gesto, un beso.

No, que esta historia recién comenzó y aun queda mucha tinta para escribir.

Amor…. Ven.

Es un día de agosto

Es un día de agosto. De cualquier año después de Jesucristo. Rodeado por las fanáticas, los dos hijos de Don Rosendo intentan llegar hasta la fuente. El sol aprieta. Están sedientos y llegar hasta la fuente parece cosa imposible. Poco a poco se van convenciendo de que ha sido una muy mala idea acudir a Valverde del Camino. Pero ya es demasiado tarde para arrepentirse. No les queda más remedio que seguir intentando escapar de aquella jauría humana que se ha desatado como un verdadero vendaval. El sol sigue apretando y la sed parece ya infinita. Es como una lucha sin cuartel mientras va cayendo la tarde. El cielo, azul plomizo, sirve para recordar…

Quique, al que las fanáticas le conocen como “El Quiqui”, suspira mientras el recorrido se va haciendo cada vez más lento, cada vez mas apretado, cada vez más imposible. Milito, al que las fanáticas le conocen como “El Militroncho”, intenta hacer trucos para poder escapar de aquella presión que parece no acabar nunca. Los dos recuerdan aquellos años en que parecían ser más inteligentes de lo que en verdad eran. ¿Cómo se les ha ocurrido acudir a Valverde del Camino en un agosto tan polvoriento? Las botas les aprisionan los pies. Saben que si logran llegar hasta la fuente pueden tener una oportunidad para calmar su sed. Lo que no sabían es que andar por los caminos de Huelva era tan difícil. Y más cuando las fanáticas les esperan con las garras afiladas como águilas carroñeras.

Completamente ilusionados, comenzaron el viaje creyendo que la Guerra de Troya era solamente ya un vago recuerdo; pero la realidad les está demostrando lo contrario. Si al menos estuviera Pepillo para sacarles las castañas del fuego… pero eso es como pedir peras al olmo… porque Pepillo está realizando su Ruta de los Descubrimiento mientras “El Quiqui” y “El Militroncho” han perdido una oportunidad de oro si se hubiesen quedado quietos, tumbados en el sofá de sus casas, durmiendo la siesta tranquilamente. Es hora de la siesta y no de andar, a trancas y barrancas, por Valverde del Camino sin saber ni dónde están ni por qué se han metido en esta aventura tan implacable. Y es que la valverdeñas no perdonan jamás.

Los dos son todavía demasiado jóvenes y están pagando la novatada. Amigos desde la infancia pero culpables de una serie de acontecimientos que han dado la vuelta por toda Andalucía y, sobre todo, por las tierras onubenses. Ninguna fanática les va a perdonar el haberse burlado del Recreativo de Huelva. Sin embargo, a Pepillo no se le ocurriría jamás cometer tal equivocación; porque el Recreativo de Huelva es sagrado para todas las fanáticas de Valverde del Camino y pueblos de los alrededores: Calaña, Zalamea la Real, El Campillo, Minas de Riotinto, Tharsis, Alosno…

Ahora se sienten como dos verdaderos payasos ante un público que les abuchea mientras los turistas extranjeros observan aquella especie de vía crucis de forma curiosa y hasta lúdica; descubriendo todo un mundo de sensaciones tan oníricas que no hacen otra cosa más que sacar fotografías para tenerlas como inolvidables recuerdos. Para “El Quiqui” y “El Militroncho” la fuente salvadora parece como que en vez de acercarse se aleja cada vez más; porque la marea de las fanáticas del Recreativo se recrean en hacerles retroceder cuando creen que ya están consiguiendo llegar. Es todo un espectáculo verles sudar la gota gorda por no terminar completamente desorientados. Los nativos onubenses se encuentran en su verdadero ambiente. Y es natural.

Se va cumpliendo el paso del tiempo y, lentamente, las horas del reloj parece como si se hubiesen detenido para siempre. La moral de “El Quiqui” y “El Militroncho” se desmorona a pasos agigantados. Todo aquello que pensaban que era ideal está siendo, sin embargo, tan trágico que nunca se hubiesen podido imaginar de lo que son capaces de hacer estas fanáticas por defender la honra del club decano del fútbol español. “El Quiqui” y “El Militroncho”, seguidores del Real Madrid, creían que por ser merengues iban a triunfar y resulta que, precisamente por ser merengues, están a punto de ser devorados por estas chavalas completamente desatadas y que ya no razonan lo suficiente como para poder pedirles que tengan calma o querer dialogar con ellas. No. El cerco es cada vez más terrorífico. Que cumplan o no cumplan su venganza ya sólo depende de lo que quiera Dios; porque lo que es Pepillo está a miles y miles de kilómetros de distancia siguiendo con su feliz Ruta de los Descubrimientos al otro lado del mar.

Para María

Vivir. Vivir y dejar vivir a los demás. Te aplaudo, María, por poetizar sobre la vida. Y es que lo más importante de la Humanidad entera es vivir y dejar vivir. Al parecer a muchos les entra la oscuridad mental al tener que pensar en ello. Un abrazo amistoso sea cual sea tu forma y manera de pensar. Para mí no sólo es importante vivir porque es mi derecho sino que, quizás más importante que vivir es dejar vivir a los demás, porque es una obligación de la naturaleza humana que debo respetar.

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