Allí están, en ela estancia
del olvidado salón,
Don Ramón y la Venancia…
Residencia del corazón
enhebrado en la prestancia…
Esta denominación es designación de la dominación por la indeterminación: No perezca en la pereza.
Una grave enfermedad contemporánea es la procrastinación, la actitud de postergar los problemas o de aplazar las tareas que se imaginan dificultosas. El descriptivo término es un anglicismo reconocido por la Academia de la Lengua, derivado del latín pro (para) y de cras (mañana), que matiza el atávico pecado capital de la pereza como esa demora e inactividad provocada por el temor y la comodidad.
¿Hay otros medios para combatir las tentaciones?. Si. Hay uno que es realmente infalible. Por las noches peligrosas, si es que camináis por los vericuetos de los extrarradios nérvicos de la ciudad (sea por el centro o por las periferias) convertíos siempre en poetas y conquistad vuestro talento que “es moda ser caballero/del vivir y del soñar,/sin tener en cuenta el dinero/ni tener que madrugar;/pues siendo siempre sincero/llegas siempre a madurar/y no hay que probar primero/sino solo saber esperar…” (Que vale más una princesa que cualquier brújula “colgá” y la princesa se hará mujer antes que llegue a nevar).
Hablemos de tentaciones que encandilan… ¿cómo combatir sus efectos nocivos pero placenteros?. Nutriéndonos adecuadamente contra sus excelencias, para quedar longevos. Para eso es indispensable darse un baño de color como tratamiento ante el poder de sus ojos (juego tan peligroso que si caes en él te quedas más congelado que si estuvieses viviendo en la Vía Láctea). Hay que mostrarse como los salvajes celtas: matar desenvainando a fondo y atacar en esa temporada en que ellas caen como fruta madura… que es mejor estar lozano que quedar atrapado en las redes de sus juegos peligrosos que te dejan enterrado en medio de las noches nórdicas. ¿Y qué son las noches nórdicas?. Son la peor manera de combatir la soledad.