como un león sin guarida, o la luna sin cielo, una noche sin estrellas, una casa sin techo, un bosque sin arboles, un desierto sin arena, como la nada sin nada, o el vacío sin vacío, como el sol que se apaga, o la flor que se marchita, como el aire sin viento o el oceano sin agua, como el no tenerte a mi lado pues ya no me queda nada…
como un suspiro sin aliento, o caricias sin cariño, los sabores insipidos, esencias sin fragancia, como palabras calladas, miradas apagadas, pinturas sin colores, aguas que no emanan, labios que no besan, amores que no aman, como el no tenerte a mi lado, pues ya no me queda nada…
Archivo por días: 22 marzo, 2005
Maestro retirado
Fue un agradable encuentro con mi antiguo profesor, que acumulaba más de tres lustros de jubilación. A pesar del paso y el peso de los años, seguía con la misma mirada inteligente que acompañaba a su permanente sonrisa. Era uno de mis héroes predilectos, un maestro capaz de imprimir huella indeleble en sus alumnos más conspicuos de muy diversas generaciones. Ahora me llamaba por mi nombre, superando el primigenio apellido, común a todos los hermanos. Este etéreo pormenor quizá traslucía que, ocasionalmente, algunos alumnos con los que mantenía el contacto ascendían un escalón y adquirían la consideración de discípulos.