Hasta la Biblia recurre a la parábola de los talentos para enseñarnos cómo hemos de invertir nuestras capacidades.
Conviene distinguir bien entre el tener y el ser. “Aprender a vivir” es más importante que “intentar acaparar”, pero las metáforas con propiedades y posesiones resultan eficaces por la simplicidad de su argumento basado en un instinto primario, el dinero, que en opinión popular obra como la lámpara de Aladino.