Revisiones: Fly me to the moon

Comienzo una nueva sección en mis textos.
Revisiones es una especie de reescritura de una letra de una canción, pero cómo la haría yo si me hubieran dado sólo el texto
Ya que estamos, me hago publicidad: pronto saldrá la maqueta de “7th Sign” donde toco la guitarra, y vuelve a la carga el proyecto “R-Avenger” , donde soy multiinstrumentista (toco de tó, no malpenséis que tenéis la mirada suuuucia!!)

Fly Me To The Moon – Revisited
Llévame hasta la luna,
hazme tuyo por siempre
Roza mi pelo, bésalo,
siente que se extiende por tu cuerpo Sigue Leyendo...

Mola el Vorem

Me mola hasta los tuétanos todo lo del Vorem. Tanto es así q me decidido a escribir y no solo contentarme con leer. Y por eso os lo cuento, para q sigaís adelante. Me gusta la idea de participar en un relato compartido y empiezo con eso. Un abrazo para todos y todas del Vorem. Kantidubi. Pienso, además, q con toda la variedad de temas, asuntos y cuestiones que se están planteando en esta página es muy emocionante estar al día porq se aprenden muchas cosas y sobre todo a sentir a los demás y a hacerse sentir que, hoy en día, y tal como está el mercado, es algo muy importante para los seres humanos. Sigue Leyendo...

Y también el Caballo de Atila.

Allí donde plantaba sus cascos no volvía a crecer la hierba ni aunque cayese el Diluvio Universal encima. Pero eso ocurrió en el siglo I. Gracias a Dios ya no somos hunos sino otros. El hecho de que yo sea heterosexual, ame el matrimonio y la familia y esté perdidamente loco por mi hembra, no me da derecho alguno (consuetudinario, justiniano, romano, canónico o de cualquier otra categoría) para arrojar a la basura a mi amigo Josemari. Josemari es homosexual, un hombre completamente feliz con su pareja. Culto. Sensible. Sencillo. Y respetuoso para con las libertades de los demás. Yo respeto a los homosexuales al igual que los homosexuales me respetan a mí. Sigue Leyendo...

Invitación (11)

Se entregó profundamente a la lectura. No había ningún otro mundo a su alrededor salvo el silencio… y una espesa nube blanca se apoderó de su cerebro. Una espesa nube blanca que le borró todo el pensamiento hasta dejarle honda y profundamente dormido. Los otros cinco lectores fueron abandonando la Gran Sala Azul espaciadamente. Llegó un momento en que quedó el solo con su hondo y profundo sueño que le hacía levitar…

Invitación (10)

En aquel lugar, a tanta altura del suelo que se veía, desde los ventanales, una panorámica completa de la ciudad, se encontraba un total de cinco personas ávidamente leyendo textos diversos. En la pared de enfrente, entre otras varias piezas pictóricas, destacaba La danza de Henri Matisse que, casualmente, también presentaba a cinco personas… solo que éstas desnudas y bailando cogidas de las manos. Aquel cuadro sobrecogió su ánimo por la gran fuerza plástica de las figuras y la expresión tan profundamente entusiástica de los músculos en plena tensión. Estaba alli prestado, momentáneamente, por el Museo The Hermitage de San Petersburgo. Una vez relajada su tensión lo primero que se preguntó a sí mismo fue por sus señas de identidad. Meditó un largo tiempo. ¿Quién era, en realidad, él?, ¿cuál era verdaderamente su búsqueda?, ¿Qué profunda motivación le había guiado hasta allí?, ¿Dónde debería ubicar sus parámetros personales?… y entonces comenzó a meditar en Juan Goytisolo y su Señas de identidad. Se lanzó, acelerado y nervioso, hacia el banco de datos del computador y encontró la referencia de aquella novela. Ávida y rápìdamente, sin importarle la inquietud de los cinco lectores que comenzaron a sentirse inquietos ante su nervioso ir y venir, se sentó ante una mesa solitaria y comenzó a buscar algún signo primordial. Lo halló en la página 45: (“familia, clase social, comunidad, tierra: su vida no pedía ser esta vez más que camino de ruptura y desapego… sin patria, sin hogar, sin amigos, puro presente incierto, sin señas de identidad”). Se sintió como un personaje joyciano buscando la experimentación de la utopía… Sigue Leyendo...

Invitación (9)

La Gran Sala del décimo piso de la Biblioteca Memphis tenía paredes de color azul. Dando la bienvenida se encontraba una maqueta, a escala reducida, del Atomium de Bruselas. El acristalado techo dejaba ver la esfera terrestre de la cúpula y en el pináculo las cuatro direcciones geográficas (norte, sur, este y oeste) estaban, cada una de ellas, acompañada de tres figuras simbólicas: el Norte iba presidido por la estatua de una diosa walkiria que tenía a su derecha un dragón sentado a sus pies y a la izquierda el mazo de Thor; el Sur iba presidido por la estatua de un guerrero watusi que tenía a su derecha un león rugiente y a la izquierda una lanza; el Este iba presidido por la estatua de un filósofo chino que tenía a su derecha un búho a punto de volar y a la izquierda una balanza; y el Oeste iba presidido por la estatua de una amazona selvática que tenía a su derecha una serpiente enroscándose en su tobillo y a la izquierda un arco con carcaj repleto de flechas… Sigue Leyendo...

Invitación (8)

En el décimo piso había un póster acrílico en la pared del pasillo, junto a la puerta de entrada a la Gran Sala Azul. Un póster de Herman Melville asomado a un puente, con una frase célebre del escritor neoyorkino: “El mundo es tan joven hoy como en el instante en que fue creado. La trillonésima parte de cuanto hay que vivir y decir no lo ha vivido ni dicho nadie todavía”…