A la niña de la noche

La veo de noche, nunca de día,
podría ser mi compañera de vida.

Con cada sonrisa, con cada mirada,
me va hechizando su rostro de hada.

Podría probarla hasta empalagarme,
ni aún así dejaría de gustarme.

Podría quedarme junto a ella,
aún si dejara de ser bella.

ANOCHECE

Se va quebrando el sol
sereno y dócil
aprendiz de guerrero
sin batalla.

Las hojas amarillas
desesperan de sed
mientras mudan las sombras
traviesas por las tejas.

Asoma su ritual
de empedernidos rastros
con bizarro desaire
ante el perfume
de algún cáliz en flor.