La última guitarra

Mientras el abuelo retoca con barniz la madera del armazón de la última de sus afamadas guitarras, ella permanece silenciosa, sentada en la banqueta, a la puerta del taller de los Tiradores Altos, dando punteadas a la tela blanca donde pespuntea dibujos de verdes hojas de acanto adornando los ribetes de rojos claveles. La abuela Rufina no sabe leer ni escribir, pero entiende a la perfección el lenguaje de los colores y las cosas y por eso, mientras escucha por lo bajito, muy por lo bajito, la radionovela de turno, musita en su interior las canciones que en su juventud él, Bonifacio, le dedicaba en sus nocturnas serenatas, acompañado de su guitarrón, a la puerta del molino, junto al cuerpo de piedra de la fuente de los dos caños, vigilados por el Benito que los observa con el comezón de los envidiosos celos recomiéndole el corazón. Sigue Leyendo...