Nuestra voz es su defensa

Actualmente se facilita la suficiente información como para saber que nos enfrentamos a una realidad que se repite con demasiada frecuencia: todos los días varias mujeres resultan torturadas o asesinadas. Y cuando hablamos de asesinato y tortura no estamos haciendo afirmaciones gratuitas, sólo tienes que reflexionar un poco sobre los casos que han quedado en tu memoria para tomar conciencia de que, probablemente, varias mujeres están siendo víctimas de violencia en este mismo momento en su propia casa, tal vez en tu propio barrio. Lo único que diferencia el caso particular de cada una de estas mujeres es su nombre, edad, origen, profesión, religión o raza, porque la situación es siempre la misma. Se somete a la víctima a un proceso progresivo de degradación psicológica y física cuya meta es la anulación total de la persona, la sumisión absoluta ante su maltratador. Hablamos de mujeres que son tratadas como cualquier cosa menos como seres humanos: una historia vergonzosa. (Revista Myrtea) Sigue Leyendo...

Amistad de Vida…

Vive la vida, tu vida…y yo no se como vivir…ni siquiera se si la estoy viviendo. Hay que disfrutarla, pero no siempre se disfruta, no solo es disfrutarla…es aprender a saber hacerlo, aprender a entenderla…a tratarla como a una amiga de esas que quedan para siempre, las de la infancia…es verdad que muchas veces nos muestra la tristeza, nos hace de llorar e incluso hasta llegamos a odiarla…pero como amiga nuestra que es, bien nos enseña ,nos recuerda y nos muestra que su única preocupación y propósito es su meta… que luchemos por su amistad, que tengamos fuerzas suficientes para no perderla, que aprendamos de sus errores que comete con nosotros y que cometemos por ella, que valoremos todo lo que nos da y lo que nos ofrece sin pedir nada a cambio…de hacerla saber que teniéndola a nuestro lado, es lo mejor que podríamos tener…yo no se como vivir…pero se que ella hace que esté viviendo…si me da su amistad, la mía, no puedo negársela…porque la necesito… Sigue Leyendo...

La isla del silencio.

¿Que otra cosa podía hacer que sentarme en la silla de mi habitación a contemplar el transcurso de la noche?.

Me senté como el que se sienta a orillas del mar a meditar y escuchar el oleaje.
Me senté y con los ojos cerrados hice desaparecer todo cuanto a vísperas de escasos segundos había podido contemplar.

El agua trató de arrastrarme en mi ensoñación hacia su garganta y sin asustarme me dejé llevar por el encanto de su pedido.