Aquel que iba a ser mi último día, se me complicó.
¡Maldito lunes!, pensé al levantarme. Ya estoy harto, a pesar de vivir en el futuro, quiero decir en el provenir que soñaron mis abuelos, mis padres y en el que yo mismo confié, cuando era muy joven. De hoy no paso. Ahora mimo me voy a una de esas nuevas cabinas de suicidio (evolución lógica de la máquina de la eutanasia del Dr. Philip Nitschkeque). Espero superar el obligatorio test de preguntas, cuya última cuestión literalmente dice: “¿Está seguro de entender que si pulsa el botón ‘SÍ’ en la pantalla siguiente usted morirá?”.