La tarde sale de la vida y es humo y aroma; línea frugal de diluída voz en un gesto perfecto de nostalgia. La tarde sale de la vida y lo primero que veo es la distancia… cada vez más… entre la poesía y el viento. Como sentencia del lenguaje sólo es una isla invisible para el alma; un bosque amoroso donde el desvío más cercano es la verdad de su pertinaz presencia.
La tarde sale de la vida y el bajel desmantelado de la bahía se hace prímula fugaz, delirio abierto, mapa de la libertad o tan sólo metáfora de caudal herido. Su paso por la vida obliga a ver el mundo, a invitar a la música para que acompañe la abundante angustia de su gracia, de su aliento, de su sueño…