Los escaparates de las tiendas se engalanan, las calles resplandecen con la multitud de pequeñas bombillitas de colores que cuelgan de una fachada a otra y por doquier te encuentras bonitos adornos multicolores que nos recuerdan que faltan días para la Navidad. Los supermercados están a rebozar y la gente se afana por llenar los carros de comida y regalos. Todo tiene un tinte de fiesta y celebración. Todo tiene un tinte especial. El típico anuncio del turrón que vuelve a casa por navidad nos recuerda que son días para estar en familia, para celebrar con los seres queridos. En enero, la euforia habrá pasado, la alegría se habrá gastado y muchos se encontraran que la cuesta de enero pesa más de la cuenta. Nos daremos cuenta de que nos hemos dejado arrastrar, un año más, por la euforia del consumismo. Habremos pasado ratos buenos y quizás otros no tan buenos acordándonos de los que nos faltaban.