A veces mi mente escapa de este mundo y llega a lugares inimaginables,
lugares no conocidos por mortal alguno,
sitios maravillosos,en los que todo cobra sentido,al instante en el que me doy cuenta ,que en ellos habitas tu.
Tienen un aspecto mágico,como de bosque encantado,con reinos de hadas y seres extrañisimos,duendes,lagos de aguas cristalinas…
En uno de ellos,eres tu ,el rey de todos,su rey elfo,su”Oberón” con voluntad para hacer y deshacer lo que te plazca.
Eres quien prepara con mimos y cuidados el color de las hojas verdes,
quien agita las olas del mar…tu,traes la brisa en los amaneceres…
Archivo por días: 13 febrero, 2008
La Señora de Rojo
Al poco de empezar el verano me transladé a mi nueva apartamento. Era un pequeño piso en León y Castillo, cerca de la plaza. Solía recibir visitas a diario, pero los fines de semana eran solo míos y para mis cosas.
Por eso, aquella tarde de sábado en pleno verano mi calma retozó hasta llegar a puro nerviosismo cuando llamaron a la puerta. Abrí y allí estaba: su talle era fina y delicada y la figura muy cuidada, aquella mujer llevaba un traje rojo sempiterno, lo que llevaba siempre a juego con sus labios y sus uñas. En su mano izquierda mantenía una maleta cerrada y en su cara, siempre, una sonrisa abierta.
Entró en mi vida cuando menos lo esperaba y todo siguió su curso. Al principio me asusté, no sabía que hacer, pero poco a poco experimentando, mi relación con la Señora de Rojo mejoró día tras día. Solía venir una o dos veces en semana, pero el resto de los días su espíritu permanecia muy dentro de mí. Y lo que era mejor, me hacía sonreir constantemente.
CON TU SONRISA TE FUISTE
Para Soledad
Revenge (suave)
Es irritante y tóxico. Irritante, tóxico, tozudo, orgulloso y arrogante.
Para mí, omnipresente. Censor de mis alas, vía hacia lo oscuro, lo incierto y lo oxidado.
Descama heridas que recién cicatrizan. Le encanta.
A base de trampas me descoloca, desubica mis criterios, mohosos de tanto llanto secado por aire tibio de otra boca, más merecedora y menos consentida.
Lo sabe todo y me lleva ventaja. Me hace partícipe forzada de juegos absurdos y dañinos.
A pesar de todo le protejo. Alzada cual Atlas con brazos de acero, armada de paciencia sujeto la lona imaginaria del consentimiento, que se hunde cada vez que llueven traiciones. Mis brazos se quiebran. Y él, ganador acostumbrado, a punto de verse empapado en soledades. La gravedad hará el resto.