Rosendo había cumplido rencientemente los dieciseis años. En aquella casa el ambiente era insoportable, y él ya no podia más.
Con el único que tenía confianza era con Tio Gregorio…
Lo habían hablado, era la única alternativa.
Aquella misma noche Tío Gregorio lloró en la soledad de su viudez, sobre la cama
con tristeza y el sueño preocupado.
(30 años después)
Rosendo tenía ya unos cuarenta años. Todo un sufrimiento en sus carnes y en su mente. Malas compañias y peores consecuencias.
Entre los matorrales
de la ladera hasta el río,
corren camino abajo,
tus sueños y tus suspiros.
Se pierden aunque los llames,
aunque les grites bien fuerte,
porque no quieren dañar
al pecho que los contiene.
Tragicamente lucha
contra la luz nocturna
deja pasar, deja sentir,
tan solo una vez, solu una.
Deja que el color me cubra
los reflejos más soñados, y el
neón recorra la sangre que por ecos
se ha dejado.
Tan solo una vez, tan solo una noche
que el color se sienta en la penumbra,
que la luz de tus ojos pueda mirar de frente;
dejame mirarla tan solo por hoy.
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