El asiduo cazador apuntalaba la escopeta y la apuntaba con excesiva fotogenia hacia el venado que levantaba su vista hacia el firmamento; bajo un cielo que emitía fulgores como único recurso para desarrollar la incompatibilidad existente entre la vida y la muerte.
El asiduo cazador sentía la necesidad de ser perseguidor implacable para romper la barrera de los sentidos.
En medio de cazador y venado un viejo enebro se retorcía de ansiedad y angustia. Ya todo dependía, única y exclusivamente, de que el asiduo cazador apretase o no apretase el gatillo. Sigue Leyendo...
Profesor de sollozos he llamado
a este cielo gris nuboso y opaco
que, conocedor de razones yermas,
hace temblar al tilo rumoroso.
Profesor de sollozos y de lágrimas
es este cielo que suelta lluvia
sobre la encendida huella del camino
hasta convertirla en fango ferozmente.
Y este cielo de cólera quebrada
viene a morir en la metáfora del viento
con una búsqueda de entierro sollozante
al pie del tilo en el camino.
Diminuta la mota de polvo, diminuto el grano de arena, diminuta la piedra del camino, diminuta la gota de agua, diminuto el gorrión, diminuta la alondra, diminuto el niño, diminuta tú, diminuto yo, diminuto el tiempo, diminuta la vida, diminuta la eternidad…
Todo esto es lo que hace grande a la existencia.
Cada día el mismo gesto,
Busco la luz en tu ventana.
Luz que ilumina mi vida.
Siento que te estoy perdiendo,
Me falta el calor de tus plabras
que dan calor a mi alma
¿Donde te fuiste?
¿ Qué rumbo tomaste?
Presiento que mis preguntas
se perderán a través del tiempo.
tus ojos tienen un misterio
que desifrar no he podido
son azules como el cielo
y brillan como el zafiro
son verde esmeralda
y radiantes como el dia
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