En el ritmo de las huellas lllevo el segundo
atemporal de la vida transitada
por los mundos de todo lo descubierto
en este afán de serte más que un silncio.
Edades resguardadas en la noche oscura
de seres humanos primordiales;
tus besos son la locura aparte de este ensueño boreal.
Nunca un sonido
se escuchó con mayor fuerza
que este silencio,
anula todos mis sentidos,
mis labios cerrados están
sin tu aliento,
mis ojos no ven más allá
del vacío que les rodea
y mis manos solo tocan soledad.
No hay nada más real
que tu ausencia.
La agónica tarde llega al colapso de su taquicardia de luz. En circulación los aleteos de algún gorrión que celebra, de forma retardada, los últimos minutos de las palabras del viento. Una especie de interpretación de títeres colgados de las ramas de los árboles parecen los reflejos de las sombras de los enamorados que se besan mientras pintan corazones en la corteza. Es hora de llegar a alguna parte. El paseo itinerante se alarga bajo la luz de la luna y un relámpago nocturno anuncia lágrimas del cielo. En este caso nadie es culpable de nada…. solo la inocencia de estar reconociendo que somos marionetas bajo el cielo que maneja un Dios invisible. Sigue Leyendo...
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