Cercos de hierro sobregiran en torno al horno
Mentes perfectas cruzan límites de desesperación
Joyas del infierno encantado hecho a medida de tus esperanzas
Caminos y coyotes del sueño milagroso
Caída al infinito
Caída por vida
Caída en sangre…
Crujido de los casi extintos cuerpos
Vacíos lugares se llenan y no llena
El paraíso tiembla
El infierno duda
Archivo por días: 29 junio, 2010
LIVOR
El niño que escribió a las estrellas… (Relato)
Buenas noches Luz: !cuánto me gustaría saber si no me habéis olvidado nunca!. Soy yo, el mismo niño que os escribió desde aquella roca del Berninches. ¿Os acordáis de mí?. Habíamos llegado desde Sacedón y desde Auñón. Todos estaban escuchando al viejo toledano Rogelio narrar leyendas del río Tajo y se oía la voz de Dyango (Nostalgia de sentirse enamorado y pensar que otro a su lado pronto pronto le hablará de amor). Yo me subí a la roca arropado con el anorak y con dos mantas para combatir el frío nocturnal mientras mis pies quedaban colgados sobre el vacío…
Machón (Retrato)
Es más bien bajito tirando a enano, barrigón y de tez aceitunada pues nació en medio de los olivares. Ojos desorbitados en donde se puede ver reflejada la envidia, porque la envidia es un pecado endógeno de Machón. En la barriada todos saben que “se rompe” continuamente cuando juega al fútbol y es que posee una musculatura de machista escuálido que parece la del escualo del zoológico de la Casa de Campo; o sea, de tiburón tirando a pez espada pero sin espada. Pelo con tirabuzones que parece el buzón de tirar colillas de cigarrillos dentro de él. En realidad, un supercalifragilístico frágil nada más. Por eso “se rompe” tanto según dice el gitano del equipo de fútbol donde juegan.
El “viejo verde”
El “viejo verde” que fumaba continuadamente en pipa se llamaba Sagi. No. No era el ex-futbolista Sagibarba del Bacerlona Club Fútbol, sino un un tipejo argentino (perdón al resto de los argentinos pues yo siempre respeto a dicha nación). El verdadero nombre de Sagi era el de Diego Villegas. Resultaba ser un hombre patético gordo, demasiado gordo para ser normal. Teniá un bigotito a lo Hitler y se teñía el pelo de rubio platino. Bajito. Con una barba rala siempre hirsuta y llena de pulgas que se le agarraban cuando paseaba por los viejos rincones y las tascas de Buenos Aires.
Dino (Cuento Infantil)
Érase una vez hace 200 millones millones de años…
Dino estaba buscando a su bellísima Dina proque la amaba profundamente y la llevaba dentro de su corazón. Esto sucedió hace 200 millones de años antes de Jesucristo. El caso es que Dino se pasaba todas las mañanas, todas las tardes y todas las noches enteras buscando a la bellísima Dina. En aquel entonces no existían los dioses del Olimpo para poderles pedir ayuda. ¿Tendré que esperar hasta el Séptimo Milenio antes de Jesucristo para encontrar a mi Dina soñada?, se preguntaba diariamente Dino.