El tercer ojo

03 de Diciembre, 2010

Aquel día se encontraba incrustado en mitad de un infierno con nombre propio. Lo juro por lo que haga falta.

Yo recuerdo…

entrar en un vagón de metro. De los modernos,

con luces verdes.

Me dirigía a una entrevista.

Era de noche…

pero no podía ser tarde.

Félix

Me encontraba en el pequeño balcón de la casa de piedra, mirando en dirección al sureño medio día, según el Sol. Se decía que la casa podría tener más de trescientos años de antigüedad.
El calor pegaba fuerte. Pero valía la pena. Allá arriba no había humedad, se notaba y se agradecía en voz baja y sin euforias ni fuertes desmadres.

Al paso de unos cinco minutos, veo al gato de la casa, por allí lo llamaban Félix. Estaba saliendo del pequeño pueblo que carecía de servicios mínimos, ni siquiera tendido eléctrico y con dos o tres personas empadronadas. Sigue Leyendo...

No pares

Sensación austera la que siento. Nostalgia puede, mezclada con la melancolía de la desconfianza ajena. Innecesario las explicaciones incoherentes. Obligatoria la verdad hiriente y severa.

Coge la directa y ¡corre!, si te asustas o si no soportas algo doloroso. Coge la directa y ¡corre!, si está en peligro tu vida, no tu honor. Pero no corras nunca si de tu amor se trata. ¡Lucha!

La Inclusa (Teatro)

Obra de un solo Acto.

Personajes: Miguel, Ernesto, Pablo, Tadeo, Tomás, Basilio, Astolfo y Teobaldo.

Escenario: Una habitación cerrada con cuatro camas en la parte derecha y otras cuatro camas en la parte izquierda. Están ocupadas por los siguientes actores. En la derecha, desde más cerca del público hasta el fondo: Miguel, Ernesto, Pablo y Tadeo. En la izquierda, con el mismo orden: Tomás, Basilio, Astolfo y Teobaldo. Al fondo de la habitación hay una puerta cerrada.