Desde el año 1994 hasta el año 2000 (después de Jesucristo ambas fechas) los conocí muy bien conocidos en la República de Ecuador. En la ciudad de Quito tuve ocasión de jugar al fútbol (por supuesto que cuando ellos querían y no cuando yo lo necesitaba porque necesitarles nunca los necesité ya que había jugado yo ya tanto fútbol en mi vida que me dejasen jugar o no me dejasen jugar me era totalmente indiferente) en los potreros de hierba, en las campos arenosos, sobre las duras losas pedregosas de patios de iglesias o sobre las durísimas aceras de las calles.