“…Desnudemos nuestras pieles en carne viva, pongamos sal a la llaga. Que escuezan los hálitos vacíos del conocimiento. Sepamos olvidar lo innecesario para eternizar, dejemos por el camino, pasos que no crearon huella, vidas que no fueron vividas. Zurzamos las fisuras de la reflexión, enjuiciemos a los magistrados con las leyes de la razón, durmamos templados en la ética del sueño, a falta de pesadillas amorales…inhalemos los ingredientes naturales, del caldo de la subsistencia…” Roguemos a los vientos, al cielo, al fuego, a la lluvia, a los bienaventurados astros salvajes…más nunca a los dioses creados por ignorancias, tablas de salvamento o por energúmenos mercaderes sin escrúpulos en busca de heredades ajenas.