Nos imaginábamos que, a pesar de la diversidad en el seno de ciertas sociedades, y a lo largo del mundo, podíamos en alguna forma alcanzar las ambiciones de una clase media, como una seguridad financiera básica, una vida familiar plena, una educación de excelencia, un trabajo estimulante con un buen salario, buena salud y dientes blancos, una casa en un buen barrio, libertad religiosa, protección del terrorismo y un entorno abierto a recibir nuestras iniciativas.
No estamos aquí solo para ganar dinero, aunque lo necesitamos. Estamos aquí no sólo para disfrutar de una buena salud, aunque sabemos la increíble diferencia que ella hace. No estamos sólo para vivir vidas buenas, con principios morales y buenas costumbres, aunque llevarlas sea admirable. Estamos aquí para un proyecto tan audaz que algo en nuestro interior lo encuentra difícil de creer: estamos aquí para transformarnos y transformar nuestro mundo. Si no lo podemos creer, es porque hemos disminuído nuestras creencias. A la mayoría de nosotras/os, nuestra grandeza nos intimida más que nuestra pequeñez.