La ciudad de los cuatro Juanes.

Al día de hoy, viernes 11 de julio del año 2014 después de Jesucristo, el Hogar de Molina de Segura (Murcia) es toda una ciudad de seres humanos viviendo momentos de inolvidable pasión. Si la ciudad de Ambato (Ecuador) se enorgullece de ser la ciudad de los tres Juanes, resulta que la ciudad del Hogar de Molina de Segura (España) se gloría de ser la ciudad de los cuatro Juanes (por lo menos). Resulta que al día de hoy, viernes 11 de julio del año 2014 después de Jesucristo (y se siente se siente Jesucristo está presente), en el Hogar tengo tal infinidad de amigos (y amigas) que me es imposible saber el nombre de todos y de todas; pero basta con poner el ejemplo de la amistad sincera y sin doblez alguna de los cuatro Juanes: Juan Jefe, Juan García, Juan Segundo y Juan Ducados (el orden de los factores no altera el producto). Sigue Leyendo...

Nuevo Cuaderno: Hablando con las navajas.

Días antes de mi nueva aventura por los Estados Unidos de Norteamérica, en mi faceta de periodista antropológico (que para eso he estudiado lo suficiente) ausculto el mapa para elegir el punto de encuentro con las navajas si me lo permiten quienes son dueños de las navajas. Estoy en Toledo -ciudad de navajas por cierto- y elijo el corazón de las navajas. O sea, a ver si consigo que las navajas me amen lo suficiente para que los dueños de las navajas no me corten la cabellera. Lugar de encuentro (decidido mientras termino mi café con leche en el bar Toledo de la ciudad de Toledo de la provincia de Toledo) es Window Rock que, traspasado al idioma español (ya que estamos en época de traspasos de futbolistas de un continente a otro continente) significa, más o menos o menos o más, Roca Ventana. ¿Qué misterio tendrá esto de hacer una ventana en la roca? ¿Será una manera de construir casas de las navajas o el lugar dónde las navajas se reúnen para rajar más que el cuchillo de un melonero? Preparo mi equipaje para salir de dudas y a ver cómo salgo de esta nueva experiencia aventurera. Sólo sé que está en Arizona y que la capital de Arizona es Phoenix. Antes de dormir, más solo que la una, en mi habitación del Hotel Beatriz (¡cúantos recuerdos tengo yo de Beatriz y cuántos gratos paseos di yo con Beatriz allá por los tiempos de Cima!) pues me dedico a mirar al techo y pensar en las navajas. ¿Cómo serán las navajas? ¿Será verdad que rajan más que el cuchillero de un melonero? Y de pronto me quedo dormido recordando a Amparo. ¡Qué desamparado estoy, Dios mío, qué desamparado estoy! Pero en durmiendo profundamente todo se me olvida porque todo pasa por mi mente a la velocidad de un rayo supersónico. Sigue Leyendo...