En la leyenda de la noche oscura
no estaba la voz de tu presencia,
no estaba la flor de tu recuerdo,
no estaba el volar de tu paloma.
En la leyenda recogida en el tiempo
no estaba la estrella de tu luz.
Anduve por las huellas del pasado
hasta emerger entre la niebla del olvido
y no estaba tu rostro entre las luces
de aquella ciudad desconocida.
En la puerta de la frontera infinita
no estaba la leyenda de tu piel
y me cubrió el paisaje del momento
dejando pasar las horas del cansancio.
Hervor de silencio era lo hallado
en medio del profundo horizonte
y, más allá de cualquier destino,
no estaba la leyenda de tu nombre.