Sueña, Greta… sueña, duerme y sueña… y sigue habitando en mi cama de crepúsculos marinos donde no hay sentimiento más puro que tu boca nombrando los apellidos de mi alma; haciendo que la Vida sea un bello delirio de cuerpos latiendo en nla calma mientras las luces del Cielo iluminado hacen ardiente el fuego de la llama de tu Amor incorruptiblemente noble y el Deseo que anhelante lo reclama. No es pecado amarnos bajo el sello de un anillo que nos une en el alba y que es, de mi hombría manifiesta, juramento eterno que proclama la Verdad infinita del Misterio que Dios ideó para quienes aman.
Estalla una lluvia tropical que golpea en los ccristales trayendo memoria de enigma ancestral. Greta arrima, asustada, su cuerpo contra mí. Me entrega todos sus sentidos. Este camino donde acaricio toda su ternura nadie lo recorre salvo el tacto febril de mis tremulosas manos. Sentir la presencia innarrable (por ser único acento de la intimidad) de un cuerpo así es algo demasiado serio y no puede ser tomado sin el firme propósito de serle Siempre fiel punto de apoyo para sostenerlo…
(Fragmento de la novela Greta-II escrita por José Orero de Julián “Diesel” y Liliana Del Castillo Rojas “la Gaviota Roja”.