Y regresasteis todos con vuestras miles de razones aprendidas y experimentadas en miles de variables… pero yo me quedé más lejos, más perdido para el regreso, y por eso no pude regresar nunca adonde estábais todos vosotros deshojando la vida entre palabras… yo me quedé más lejos… perdido en los silencios de la noche en que me encontraba envuelto por la niebla. Sí. Perdí el camino de regreso y por eso no me queda otra cosa que seguir siempre hacia adelante en la errante aventura de esta existencia que hemos llamado vida pero que podríamos haber llamado sueño quizás o quizás quimera o utopía simplemente.
Y desde esta utopía os tengo que decir lo mismo: !no volveré con vosotros!. Que mi Sueño pertenece a dimensiones tan distintas a las vuestras, que no soy de los “del puñal del godo” como más de uno que yo sé… así que dejadme seguir soñando… con el teatro de Don José. Adiós definitivo. Mi meta es mi Destino y construyo mi futuro segunda tras segundo. No. No pertenezco a los teatros de las zorrillas de corral sino al de Don José Zorrilla… y no necesito vuestras navajas. Que sorpresas nos da la vida dijo Rocky Navajas por citar sólo un caso…
En fin, queridos “larrys”, compañeros pero no amigos de la infancia, yo no cambio una moneda legal por un millón de billetes falsos. Que La Farsalia es un poema inacabado (como vuestros versos de billar y ping pong) y los míos, sin embargo tienen los 12 cantos legales para ser considerados como ciertos.
Doce son los meses del año (si no cuento mal) aunque vuestros calendarios son mas bien chinos y es por eso que mis meses no coinciden con los vuestros. Decidle de mi parte a “la Garzona” que no… que eso es cosa de Emilianos de la Costa Fleming… pero no de bohemios marineros de la alta mar. Aunque mi barca sólo sea un pequeño cascarón de nueces mecido por las brisas que levantan las gaviotas al rozar su proa; que los yates con los que soñáis vosotros no forman parte de mi historia y que mi historia es sólo un punto infinito perdido entre las galaxias oceánicas. Y de paso le decís a Don Ocaña que pesque mejor con caña y no intente reclamarme con sus silbatinas nocturnas. No, Ocaña, no. Prefiero los cantos de las sirenas aunque enloquezca de amor por ello…
Yo me quedé más lejos y por eso he olvidado ya el camino de regreso… lo he olvidado porque mis caminos van siempre hacia adelante y no se quedan jamás detenidos en vuestras bodeguillas. Yo prefiero, y seguiré siempre prefiriendo, las humildes tascas que encuentro en cada puerto de mar…