Castigado, como estoy, en la Siberia (entre los Montes de Anadir y la Península de Chukotsk) aquí los copos me inundan hasta el cuello y pareciérame a mi (como diría Don Quijote) que, desde aquí repito, lo de la Isabel Pantoja me la trae… igual que lo de “El Julán” que es, para mí, idem eadem idem.
Que mi verdadero problema aquí, en la Siberia, es cómo poder calentarme un poco ya que la estufa no “tira” por la sencilla razón de que no hay estufa. Que el problema del ladrillo aquí, castigado como estoy entre el Mar de Siberia y el Mar de Chukchi, me parece cosa de globos multicolores (demasiados colores para mi gusto) y hasta de “globulinas” esperando en fila para poder entrar a la famosa Fiesta del Tócame Roque en que se ha convertido esto del ADN paternal…
no señor… en la Siberia donde estoy castigado sólo hay glóbulos rojos y glóbulos blancos en mi sangre pacense-madrileña…
Aquí la estufa inexistente no carbura y los “garzones” (así llaman a los muchachitos en edad adolescente en mi respetado Chile) están en época de celos. Algunos de ellos hasta se han “corrido”… de lugar… y ya están “salidos” por completo del mapa de la Isla del Tesoro.
Y yo, en esta Siberia donde estoy castigado, me pregunto a mísmo… !cualquiera se queda sin la alegría de “tirar” a la Diana con tizas blancas!. Efectivamente… aquí estoy “tirando” a la Diana que está, temblorosa, en el pizarrón. Un pizarrón que se parece, por cierto, al Muro de las Lamentaciones segun se mire de un lado… o al Muro de Berlín según se mire desde el lado opuesto.
Por cierto, ahora que hablo de Berlín… recuerdo que hace años se llevaba la moda, en las pastelerías adonde acudía en compañía de Fernando “El Moreno de las Espinosas” el curioso caso de comer “bolas de Berlín” en el desayuno.
Pero bueno, eso es otra historia. Lo único que hay aquí es que estoy castigado en la Siberia y ningún falso amigo me hace compañía. Mejor. Así puedo abrir las ventanas del paisaje nevado (que dentrro de poco viene la Natividad) y ver a las chavalas pasear y decirles piropos desde cierta altura (por que hay que protegerse y ponerse a buen recaudo) con mi lenguaje “yeniseiano” que he aprendido desde mi más tierno nacimiento. Y es que todos tenemos dos clases de nacimientos (y no me refiero a Belén) sino al nacimiento corpóreo (que es una cosa bastante buena) y al nacimiento espiritual (que está todavía mejor).