Averiguar en los infinitos ajenos es una pasión soberbia, sapiente, amorosa, única; que caracteriza los gestos trascendentes y, a la vez, desconcertantes, sin importar propósitos ni clausuras. En medio de todas las truculentas necesidades de la memoria, nuestros actos son la sustancia de la noción de todo lo misterioso, es decir, de todo lo humano.