Como un cuento de pleamares y sonrisas
es tu ligero despertar en mi aposento.
Como un cuento
sin barreras… sin premisas
que nieguen a tus labios mi acento.
Como un cuento encendido de frágiles sumisas
amapolas rojas en el viento.
ANÁLISIS LITERARIO
Con 3 isas y 4 entos (sonrisas y encantamientos adecuados al contexto propio de este poema) se poetiza todo un sentimiento. Es un despertar ligero al contacto de los labios amorosos: los pleamares significan el término creciente del beso encendido que deja su grabación plasmada (su acento) en los labios de la mujer enamorada (besos como frágiles y sumisas amapolas rojas). Y como es ligero y sostenido, rompe con todas las barrreras de las prohibiciones ajenas a nosotros mismos y todas las premisas impuestas por las falsas amonestaciones pseudomoralistas que, por esa razón, no pueden impedir que yo la bese en sus labios. Mi acento es el sello particular de mi personalidad, transmitido a través de ese beso que me funde en un solo cuerpo con mi propia esposa. Si os dáis cuenta, la mujer enamorada está encendida en el aposento privado y particular y de ahí que el acento concuerda con ese acto amoroso de la intimidad matrimonial, crístina y cristiana a la vez.
Es como un cuento porque tiene un planteamineto (la escena del despertar siendo besada ligeramente para no conturbar su profundo sueño), para luego entrar en un desarrollo de beso deshinibido, sin censuras clericales ni laicas, que, al final, presenta un desenlace en el “encendido frágil” de las amapolas… pero profundo por su color rojo que, en este momento, significa sus labios entrando en mi persona como viento vivificador (son labios ardientes pero frescos) del alba.
Es un cuento porque presenta a una protagonista principal (Ella) que gira alrededor de un eje central (yo a través de mi beso) y esa protagonista es implícita (mi esposa) siendo yo un protagonista explícito… o viceversa si se quiere cambiar de posisión visual… o incluso ambos somos implícitos y explícitos a la vez según nos ubiquemos en el interior de los personajes o estemos observando la escena desde afuera (como si de cine se tratase); porque el poema es completamente cinéitico en su ritmo: ritmo de quietud en continuo movimiento como ocurre numerosas veces en las escenas cinematográficas.
Sus labios no pueden ser censurados porque es mi boca la que los busca destruyendo cualquier prejuicio y la huella que se queda en ellos (en los míos por supuesto) es la parte sustancial de mi acento propio que, esta vez no es palabra oral, está escrita a través del verso en sí mismo, que viene a se acción premeditada para hacerla despertar sin estridencias. Mi mujer se sitúa en un plano de sumisión porque no sólo acepta libremente el beso sino que lo acompaña y lo prolonga con el término creciente (el pleamar “in crescendo” acompañado de sus sonrisas). Las sonrisas son señales de aprobación total y voluntaria al acto de ser besada sin permiso previo y la acción de Ella es, por eso, participativa y activa en este mismo hecho de ser besada y besar a su vez.
“Frágiles sonrisas” es totalmente coherente con la imagen que quiero dar a entender en este sentido del beso encendido y el encabalgamiento con “amapolas rojas” completa perfectamente el sentido del beso encendido por la mutua correlación de dos fuerzas centrífugas complementarias: mi acento (voz transmitida en un acto silencioso profundamente gestual que la invita a despertar y sonreír) y, a la vez, su encender el momento participando y prolongando la secuencia. Es el mejor momento que puede existir para despertar a una mujer amada con la que se ha dormido placenteramente… y el hecho, fehaciente y oportuno, de las sonrisas, viene a significar que la noche ha estado llena de acto sexual amoroso que Ella recuerda, al despertar, porque ha formado parte de su sueño profundo; ese sueño profundo en que se encuentra y que tiene un fin (un punto y seguido exactamente) en el despertar de los plamares siendo besada y, al mismo tiempo que dura el beso sostenido, siendo incitada a la prolongación del acto sexual amoroso a través de esa significación metafórica inicial de los pleamares (ya que de amor estamos tratando) y que los hago marinos porque son el conjunto global de una sensación ardiente pero fresca a la vez (el frescor de la mañana tras la caliente experiencia vivida a través de las relaciones sexuales anteriores al sueño). De ahí que el beso se realiza en mi propio aposendo, como dando a entender que toda Ella me pertenece sólo y únicamente a mí y que por eso es parte intrínseca e inviolable de mis propiedades privadas (particularidad exclusivista de un matrimonio comprometido y cristiano).
No es un régimen de machismo sino un régimen de posesión absoluta, sin ninguna clase de renunciación a Ella ni de intromisión de extraños o ajenos a los dos: Ella y yo solamente. Como una exclusividad de derechos de autor en la que Ella participa plenamente con su entrega libre pero total. Imposible que pueda ser compartida con ningún otro ser vivo o muerto. Esto no es un hecho de posesión forzosa, sino de posesión voluntaria en la que Ella entrega toda su voluntad y confianza al único hombre que ama y es por eso por lo que sonríe, ya que su entrega la hace enormemente feliz.
Sueño y realidad se conjugan en un único cuadro que es esa manera de cuento (ya que todo el beso inicial enciende una historia que comienza en el acto presexual amoroso realizado anteriormente y se continúa en los actos sexuales derivados de ese acto presexual).
La noche ya vencida, dentro del contexto matrimonial, se continúa con el despertar, y el recuerdo que trae ese despertar de enamorados, significa que habrá una continuación del acto sexual amoroso; o sea, una invitación a repetir el acto ya celebrado anteriormente. E ahí que se rompan todas las barreras impositivas y prohibitivas del mundo exterior y toda clase de premisas dubitativas. Hay que tener en cuenta que las premisas son proposiciones silogísticas formuladas para inferir y sacar conclusiones pero, en este caso concreto, al hilvanar los dos actos sexuales (el ya realizado y el que se va a realizar) a través del ligue que significa el beso intermediario, no estamos pidiéndonos ninguna meditación filosófica sobre la trascendencia o no trascendencia de nuestro acto, ni ninguna cuestión previa ni, por supuesto, ningún plateamiendo de si es adecuado o no es adecuado al llevarlo a cabo o de qué manera hacerlo. En este caso concreto lo natural es perfecto, sin prótesis de ningún tipo que coarte nuestra propia voluntad de ser tal como la naturaleza nos ha hecho. Por el contrario, el acto sexual matrimonial, en este sentido en que lo plantea el poema, es una decisión consciente (inconsciente al mismo tiempo porque no se para en divagaciones de ningún tipo) para seguir amándonos sin discusión previa, dado que damos por supuesto y aceptamos como tal que el hecho lo podemos realizar sin pedir permiso a ningún supuesto interpretativo, dubitativo o mediativo que frene, aunque sea momentáneamente, la ruptura con cualquier postura dialéctica (pues no hay palabras posibles que nos puedan detener ya que hemos dialogado lo suficiente al comienzo de la noche anterior). Sólo el acento en forma de gesto incitativo, que Ella acepta sin palabras igualmente, es el que confirma que lo dialogado se mantiene en pie… y por eso sus sonrisas son placenteras (para Ella y para mí al mismo tiempo) y resultados de una posición libre, liberada y voluntariamente sumisa (que no sometida), tranquila pero potente a la vez; para satisfacer al esposo amado.
¿Qué encontramos aquí de machismo dominador o de femenismo recalcitrante e intelectualista?. Absolutamente nada. Aquí, en el momento poético del despertar y la posterior incitación a celebrar el acto sexual, lo único que encontramos es a un macho y a una hembra, tal como la Naturaleza Divina (hecha por Dios) los ha creado, que están de mutuo acuerdo y que se entregan a una mutua aceptación. Las premisas, por lo tanto, han desaparecido para dar paso a un hecho muy concreto que damos por válido desde la noche anterior. El diálogo ya no existe porque se había producido y agotado antes del primer acto sexual amoroso. Aquí lo único que hay es una continuación natural de aquel primer acto que, totalmente de acuerdo ambos, deseamos prolongarlo sin injerencias de ningún tipo que vengan a romper el encanto del poema. Es un encadenamiento de reacciones propias de lo efectuado durante la noche anterior y que vamos a prolongar (tras el beso despertador) buscando sólo un motivo de satisfacción mutua y nuestro propio impulso creativo. Todo ello, por supuesto, tras pedirle a Ella su entrega amorosa y su aceptación inquebrantable y sin límites (excepto los que nos ponemos nosotros mismos de mutuo acuerdo). Una libertad absoluta que mi esposa me otorga sin ceremonial alguno salvo el instintivametne amoroso.
¿Por qué el viento es precisamente el que juega papel importante en el contexto de este poema?. Porque el viento es caricia sobre su piel y la mía y el beso es, asímismo, caricia igualmente… y ambas sensaciones vienen al mismo tiempo que los cuerpos están calientes bajo las sábanas (cuento encendido y escondido, latente pero impenetrable para los demás ya que es un relato de acción amorosa privativa que se despierta intuitivamente para, una vez refrescada la memoria –viento del alba- transformarse en ardiente entrega de Ella y ardiente posesión mía, libres ya de cualquier encubrimiento aunque las sábanas sigan teniendo plena vigencia porque sirven para dar suficiente calor y color a todo el contexto del poema). Color de palabras y calor de síntesis de dichas palabras.
Si contáis el número de sílabas que he empleado en los versos que componen el conjunto total del poema, observaréis que, más o menos exactamente (porque hasta de esas discusiones academicistas me he despreocupado) obtenemos una serie consecutiva de 12, 13, 4, 8, 10, 15 y 9 sílabas (un total global de 71)… lo que quiere decir que, manteniendo un fuerte y profundo ritmo y una completa y rica gama de rimas en consonantes (3 isas y 4 entos como os decía al principio), me salto voluntariamente y con total intencionalidad (propia de poetas valientes y decididos) cualquier regla matemática que enfríe el sentimiento de lo que deseo expresar y que viene impuesta por los frígidos pensadores de la poesía matemática (absurda imposición para la Poesía en general y más aún para aquella Poesia que saca sus ritmos y sus rimas desde el mismo hondo corazón y sentidas por el alma del poeta libre) y huyo de la también absurda posición de los cientifistas (que no científicos) de toda clase de Arte.
Construyo un pentámetro (5 versos) símplemente porque sí (salvo que en esto de los sentidos amoroso hay que aplicar, al menos, los 5 sentidos más reconocidos) y cierro el poema –con total y entera libertad sin cortapisa alguna- a través de un par de versos (no pareados porque sería entonces demasiado artificioso) porque me sirven de ligazón entre el beso y lo que propongo después: algo así como una antesala poética y articulada con propósito premeditado no consciente sino simplemente surgido de mi espontaneidad creativa (punto “cero” vorémico), propio de cualquier artista que huye de los academicismos anticuados y determinativos que cercenan el verdadero arte de la libertad poética de los soñadores.
“Sin barreras.. sin premisas” (si os dáis cuenta) es el verso central del conjutno de un pentagrama más un pareado (no rimado entre sí). ¿Qué significa ese verso central dentro del contexto general del poema?. La intencionalidad inconsciente pero plenamente lúcida y lucida de un poeta que sabe perfectamente qué es lo que busca con sus versos y cómo manejarlos inteligentemente en la búsqueda de ese Gran Sueño de su alma un poco trovadoresca y un mucho bohemia. El eje central de toda mi creación artística elaborada desde un inicial “como” que, al final, dejo que lo resuelva el “viento”…
Observemos ahora los verbos empleados en el poema… Si ponemos atención suficiente encontramos primero un “despertar” en mi aposento. ¿Qué significa un despertar cuando de amor tratamos?. Un ligero pleamar de sonrisas (palabras anteriores al uso de este verbo). Después vemos “nieguen” del verbo negar. Si observamos bien, antes de su uso he empleado el eje central (“sin barreras… sin premisas”) lo cual rompe lo negativo del verbo y lo convierte en positivo (que es manera muy usada por mí en la literatura en general). Y terminamos por ver, si nos fijamos bien, en un “encendido” (del verbo encender) que es la verbalización definitiva del poema (“amapolas rojas en el viento”)… manera genialmente metafórica (más allá de su perfección o imperfección) que da el verdadero color al poema. Porque si tuviésemos que usar un color para pintar el poema en un imaginario lienzo, tendríamos que utilizar el único que existe en sus versos: rojo (rojas amapolas exactamente).
¿En qué tiempo verbal está escrito el poema?. En un presente indicativo de que es una realidad actual que se cumplirá en el mismo segundo exacto en que se llegue la conclusión del tiempo soñado. El Gran Sueño del que os hablo continuamente. Es el verbo ser (“es”). Primero de los tiempos vebales que he usado y que lo he dejado para el final de este análisis para demostrar la veracidad del milagro poético…
Termino con la dualidad ¿violencia o pacifismo?. El tema es hondo, profundo y fuerte… pero todo él está automáticamente lejos de cualquier verso violento sino todo lo contrario; ver “ligero despertar “ (no violento despertar) y “frágiles sonrisas” (no duras sonrisas). Esto demuestra el carácter y la personalidad pacíficamente firme de los dos protagonistas (Ella y yo).
Podríamos seguir analizando miles de cuestiones más. Pero entonces nos pasaríamos de la extensión máxima que he querido dar, libremente, a este análisis. Buena tarde a todos los lectores y lectoras. Son las cinco y media de la tarde en España.
Son las once de la mañana con 16 minutos del día siguiente en España….
Hagamos unos sencillos juegos numéricos para demostrar que también las matemáticas y los números tienen cabida en la Literatura. Por ejemplo, si contamos el número total de vocales que contiene el poema hallamos un total de 72 que es el mismo número de consonantes que contiene el poema justo hasta que llega el momento de la alta tensión sexual (“encendido”) lo cual, unido a que las consonantes que vienen en el texto a partir de “encendido” hasta el final es de 27 (contando letras y el grafismo final del punt. Y como 27 es, justamente, el número inverso al 72, esto nos demuestra que no es casualidad sino una circunstancia numérica que tiene su traducción, en el presente poema, razonable: que hay que entender que todo el poema es un beso preparatorio para el acto sexual (72) mientras que la “acción sexual” que comienza en “encendido” ya no es la preparación sino la ejecución del acto sexual (27). De ahí que sepamos que para hacer bien el acto sexual debe ser más amplia la parte procesual de la preparación (juego amoroso) que el acto sexual (la consumacíón del encuentro sexual entre macho y hembra).
Sigamos con la “numerología literaria”: todos los diptongos que contiene el poema están situados en los versos impares (llamémosle “izquierdas” mientras que los números pares (llamémosles ·derechas”) no contienen ningún diptongo. Esto significa que el autor ha colocado en situación de lance revolucionario a los versos impares (de “izquierdas”) y en fase de sometimiento a los versos pares de la “derecha” (que quedarían sin sustancia en caso contrario, o sea en caso de que no existiesen los diptongos en los versos impares).
Y por último observemos otra curiosdad para mí totalmente fundamental y decisiva para terminar ya con el análisis. De los 5 vocales que contiene todo el poema las tres que más veces aparecen son: con 19 apariciones la “e” de España (que significa la nacionalidad a la que pertenecemos mis esposa y yo); seguidas, inmediatamemte después y empatadas con 18 apariciones; la “a” de Amor y la “o” de Orero. Esto significa que Ella y yo somos dos personas diferentes unidas en un sólo cuerpo. Demostración de que los dos (“Ella y yo”) seguimos por profunda fe y por profundo razonamientos el Camino de Jesucristo Vivo. !De ahí la rotunda Vida de Amor Dorado que posee este poema que es un canto total y absoluto a dicha Vida Eterna llena de calor (Amor) y color (Dorado.
Y termino preguntándome algo que ya hice en alguna ocasión: ¿Quién ha dicho que el infierno es caliente y el cielo es gélido?… yo digo lo contrario… el infierno es gélido y el cielo caliente… El infierno es la congelación de la Desaparación Absoluta mientras que el cielo es la canción siempre presente del Absoluto Amor.
y no hay Absoluto Amor sin “calor” como no hay Desaparición Absoluta sin “congelamiento”)
FIN