A la mañana siguiente, totalmente decidida a vivir la experiencia de la aventura, Alicia se dirigió al Drector General de la entidad bancaria donde laboraba.
– Señor Pérez… me voy…
– ¿Cómo que te vas, Alicia?.
– Me voy del Banco.
– Pero ¿qué estás diciendo?. Apenas llevas un año trabajando con nosotros y tenía precisamente yo puestas muchas ilusiones en ti.
– Lo siento. Me voy. Dénme lo que me corresponda por servicios prestados y me marcho…
– Pero ¿a dónde vas a ir tú tan joven como eres?. ¿No ves que te vamos a dar una miseria de indemnización?.
– NO importa. Dénme lo que me corresponda y me voy. NO daoy marcha atrás – insitió Alicia sin descubrir que también contaba con un suculento saldo bastante elevado en una caja de ahorros gracias a una donación de su padre.
– Escucha, Alicia, tomemos un café con tranquilidad. !Si quieres te nombro jefa de primera categoría!.
– Ni café solo ni café con leche… me voy ahora mismo.
Debido a la postura tan radical de Alicia no hubo más remedio que darla de baja en el Banco. Pero los papeleos consecuentes le hicieron perder un mes de tiempo. Al fin, transcurrido un mes del hallazgo de la moneda y el papel del misterioso personaje, respiró aliviada. Tardó otros dos días más en conseguir un vuelo con la KLM holandeza, que la transportó hasta Bonaire. Allí quedó un poco aturdida mientras encendía un cigarrillo en la Sala de Fumadores. Por primera vez se sintió inquieta mientras pensaba: “¿Encontraré o no encontraré a quien busco?. La verdad es que he arriesgado demasiado…”. Pero sólo fue un momento nada más, porque ante la situación salió en busca de alguna lancha motora que la trasladase hasta la Isla de Santa Cruz del Archipiélago de las Vírgenes.
Con mucho apuro para no llegar tarde consiguió que, al final, un nativo de Bonaire, por una fuerte suma de dinero, le guiase hasta la Isla de Santa Cruz. Una vez en la isla la intuición le guió hasta el Hotel “The Buccaneer” (lujoso hotel que costaba 500 dólares el día). No le importó. Si había acertado pronto decubriría la identidad del enigmático personaje que la atraía sin poderlo ella evitar.
Entró en “The Buccaneer” y habló con el recepcionista.
– Busco a un extranjero.
– ¿Un extranjero?. Aquí vienen muchos extranjeros.
– O me estoy equivocando o es alguien que reside en la habitación número 13.
– Verá señorita. Efectivametne. Hay un caballero en la habitación número 13 porque como estamos en temporada baja y este hotel es super caro, sólo él está ahora mismo como residente.
– Entonces… !es cierto!.
– Pero ¿qué quiere de él?. Si lo puedo saber…
– Soy su amiga – mintió descaradamente Alicia.
– Verá señorita. No quiero tener ningún problema con la policía.
– No es lo que está pensando, señor… -y dejó sobre el mostrador un billete de 100 dólares.
El recepcionista, ni corto ni perezoso, se guardó los 100 dólares.
– Verá… ahora mismo no se encuentra en el hotel. Son las 5 de la tarde y suele darse una vuelta por los alrededores hasta las 8 de la noche.
– Yo sólo quiero entrar en la habitación número 13.
– Lo siento. No puede ser.
– Estoy segura de que sí se puede – y dejó sobre el mostrador otro billete de 100 dólares que, rápidamente, se guardó en su billetera el corrupto recepcionista.
– Está bien. Entre. Pero sólo media hora. No quiero perder el empleo.
– Sólo estaré media hora y luego bajaré a esperarle aquí a la recepción.
– !Ninguna clase de pelea se admite en este Hotel!.
– Se vuelve a equivocar. Es mi amigo – volvió a mentir Alicia.
El recepcionista le entregó la llave.
– !Por mi querida Lisa, que no le vea nadie entrar allí!.
– ¿Quien es Lisa?.
– Mi esposa…
– Por su querida Lisa no me verá nadie entrar ni salir de allí.
Rápidamente subió las escaleras hasta el primer piso de aquel lujosísimo Hotel y pronto encontró la habitación número 13. Nerviosa no atinaba a abrir la puerta pero, consiguiendo un momento de relajamineto, logró abrirla. La sala estaba a media luz.
Y a media luz pudo descubrir… !el perchero!… !era exactamente el mismo perchero de la Pensión madrileña “Greco”… pero esta vez no estaba ni el sombrero de Tomás, ni la capa de Agustín, ni el paraguas de Luis…!. !Sólo la flamante chaqueta de gala!.
Con los nervios a punto de estallarle metió rápidamente su mano en el bolsillo derecho de la chaqueta. Nada. No encontró nada. Volvió a repetir, todavía más nerviosa por si era descubierta por alguien, la acción con el bolsillo izquierdo. !Nada!. !!No habñía nada!!. A punto de desmoralizarse por completo intuyó que quizás habría algo en el bolsillo interior de la chaqueta. La descolgó rápidametne del perchero y buscó. !Efectivamente!. !Allí había algo!. !Un sobre de correos con el título “Para ti”!.
“Así que había otra”- pensó Alicia. Y se quedó momentánemente desconsolada, sentada en la cama y con el sobre en las manos.
– Sé que va en conttra de la Ley abrir correspondencias ajenas pero no puedo evitarlo. Que Dios me perdone… – y rasgó el sobre. Dentro había una carta escrita a mano. Encendió la luz de la habiración y comenzó a leer:
“Hola Alicia. Quizás te sorprenda el hecho de que me sepa tu nombre. No es importante saber cómo lo sé. No importa para nada. Lo que sí es importante es que tengo que decirte que no… que no me busques más porque no volveré. Puedes quedarte con la moneda como recuerdo… pero así es mi Destino…”
Alicia se derrumbó sobre la cama. Entre sollozos y lágrimas fue cómo la encontró el
recepcionista, alarmado por su tardanza en bajar…
– ¿Qué le ocurre señorita?. !Me llamo Carlos y soy un español así que estoy dispuesta a ayudarla!. pero por favor… no llore más…
– ¿Es que no va a volver?.
– Cálmese. Tengo que decirle algo acerca de él. ¿Cómo se llama usted?.
– Me llamo Alicia.
– Verás alicia. Lamentablemente es cierto que no va a volver. Y todo tiene su sentido.
– ¿Por qué?. ¿Por qué no puedo hablar con él?.
– Por la sencilla razón de que se ha ido en busca de su verdadero amor que está esperándole en otra parte del mar…
Alicia quedó en silencio… hasta que reaccionó…
– He perdido el trabajo por culpa suya, me he quedado sin dinero por culpa suya y por culpa suya ahora ya no sé que hacer ni a donde ir…
– !Si quiere quedarse a trabajar con nosotros, yo hablaré con el dueño del Hotel. Necesitamos camareras guapas porque empieza la nueva temporada alta. Si es necesario quemar esa chaqueta y ese perchero eso está hecho… si es que le ayuda a olvidarle. Pero que conste, y soy testigo de cargo, de que él no tiene ninguna culpa con lo que le ha sucedido. Ninguna.
– Acepto el trabajo pero que nadie toque para nada esa chaqueta ni el perchero. Quiero que la habitación número 13 nunca la habite nadie.
– !Muy caprichosa es usted señorita Alicia… pero intentaré convencer de ello al propietario del Hotel, Mister Vaduz.
Y desde entonces la habitación número 13 quedó clausurada por el dueño del “The Buccaneer” y todas las noches Alicia, una vez ternminada su jornada laboral,abre la puerta, mira el perchero, toca la chaqueta del incógnito personaje y se pone a soñar… comprendiendo perfectamente lo que le sucedía a la amargada matrona del “Greco” madrileño, la gorda viuda Marga…