Son las seis de la mañana y, con el sueño prendido en los ojos del horizonte, camino todavía por las calles de Las Torres. Es como un ajedrez viviente. Los peones son las luces del alumbrado que me transportan a los recuerdos. Los caballos me hacen saltar charcos de lluvia imaginaria. Los alfiles me abren zigzags en la explanada. La Dama se queda en el infinito. El Rey está dormido. Sólo Las Torres me sirven para jugar esta mañana con la niebla del Sueño.
El sol va apareciendo lentamente. Ella duerme con sus grandes sueños y yo arranco flores silvestres para adornárselos. Sé que es la hora… la hora de partir hacia ese futuro de Ella donde hemos logrado vencer a las envidias. Pero no pienso ahora en esos inicuos personajes de este ajedrez invisible.
Camino por las calles entre las semisombras del trajinar de los primeros trabajadores y trabajadoras. Los primeros pajarillos del alba despiertan poco a poco y poco a poco comienzo a ver los primeros rayos del Sol. La Esperanza viva se apodera de mi memoria. Pienso en Carla, pienso en Lesly y, sobre todo, pienso en Ella (Lina de Liliana) que está soñando con los recuerdos. Yo memorizo cuentos contados a la medianoche y los tres amores de mi vida escuchan. Un reloj lejano anuncia sus campanadas como extensidades de esos mis cuentos en las medianoches de San Roberto. Pienso en ti, Carla… pienso en ti, Leslie… !y pienso en ti, Lina de Liliana!.
Enciendo un cigarrillo mientras miro a la vida circulando alrededor del tablero de ajedrez. Así que estoy escribiendo un mensaje cifrado con los códigos de la paz. Wendy lame mis manos. Comienzo a meditar en esos hombres y mujeres que crecen… crecen… mientras desayuno recordando las calles de Las Torres. Son Las Torres las únicas fichas del ajedrez que mueven mis sueños por este paso por las tierras milenarias. Sí. Estamos ya en el tercer milenio y la luna se va empalideciendo para dar paso al refulgente Sol. La Dama de la Envidia sigue siendo sólo un olvido. El Rey sigue dormido. Y Ella (tú) sigues soñando con tus grandes sueños…
Sé que volverán todos los tiempos a juntarse en una edad contigo. Sé que volveré a contar cuentos en la medianoche… y sé que se rejuvenecerá la edad para ser Fantasía. Ella despierta y me mira, cada vez más hermosa, mientras yo le entrego la flor que he recogido para darle amor…