Perdimos nuestra llave
entre la inocencia y la honradez
hartos de estímulos
y empujados por un “no saber”
Nuestros maestros nos desprotegieron
Ahincando su empeño, en formulas fáciles
En lugar de decisiones difíciles
Y crearon porteros, de almas infelices.
La vida nos dice, con ejemplos fugaces
Que creamos en otros maestros
Y que además de ser tenaces,
Amemos a otros porteros
Y aquí nos encontramos,
Como herrero en su fragua
Buscando llaves de vida
Entre montañas de agua
En este camino hallamos,
Porteros de diversas hechuras,
Nadando por los páramos
Y escalando llanuras
Los que perdimos la llave
Desconocemos la forma
pero distinguimos sus muescas
Porque de los intentos de abrirla,
tenemos la herida abierta
Si al encontrar la llave,
Desconfías de su forma…
Seguro que tu corazón abre
Pues esa, es su norma
Viajeros que vais
De herrería en herrería
Abrid bien los ojos, pues lo que deseáis
Ningún herrero os lo daría
Sino que, para encontrar la llave
El lugar para buscarla
Son las aceras de la vida
Compi aureo del Vorem, !qué cierto es lo de la llave!. !Cuántas veces me sentí perdido en medio de la búsqueda de esa llave que los maestros no nos sabían describir porque se empeñaban en las fórmulas fáciles del saber simplemente para estar!… pero para estar ¿dónde? les preguntaba y ellos se limitaban a ponerme una calificación más o menos alta en la materia pero siempre con una interrogación al lado de la conducta… ¿qué busca este alumno?. Ahora ya pueden saber lo que buscaba… la llave que tan bien tú describes en tu poema, amigo. La llave que se abre con su forma de corazón y que en las aceras de la vida la encontramos un día, cuando más necesitados estamos de hallarla y, que por supuesto, es una llave tan auténtica que ningún portero nos la uiere diseñas. Por eso es por lo que abrimos con ella las cancelas de nuestra propia inquietud.