En ese mismo momento sonó el móvil que llevaba Paúl.
– Perdonen, caballeros… pero tengo que contestar si ustedes me lo permiten…
– Por supuesto que sí -respondió Manésh- con libertad, Paúl… con entera libertad…
Abrió la comunicación.
– Hola.
– Hola Paúl. Soy Arthur. Te llamaba para saber si necesitas que suba yo para poder ayudarte.
– No.
– ¿Estás ocupado en algo importante?.
– Si.
– ¿Me quieres dar a entender que no puedes hablar?.
– Exacto.
– Entonces te propongo lo siguiente. Te tengo que hacer tres preguntas y tú me contestas si o no… ¿de acuerdo?.
– Vale.
– La primera es para decirte que si quieres o no quieres que me lleve a las chicas a su domicilio… como soy agente del Servicio de Inteligencia dispongo de un autobús, si es necesario,`para trasladarlas a todas. ¿Estás de acuerdo con esta idea?-.
– Si.
– La segunda es si quieres que me ponga en contacto con la Interpol para poder entrar en acción ya mismo con los datos que me has proporcionado. ¿Estás de acuerdo?.
– Si.
– y la tercera es si quieres que llame a la policía para que acuda al Tesauro. ¿Estás de acuerdo?.
– No.
– Okey, compañero. !Adiós amigo!. !Cuídate mucho!. !Yo pediré a Dios para que todo te salga bien y encuentres a Bianca!. !Adiós!. !Te voy a echar mucho de menos siempre, Paúl!.
– Adiós. Yo también a ti.
Y Paúl cortó la comunicación…
– ¿Quién era? -pregunto, muy interesado, Manésh.
– Sólo un amigo.
– ¿Qué queria? -insistió, muy interesado, Manésh.
– Nada. Sólo saludarme.
A Paúl le estaba molestando ya el excesivo interés de Manesh para saber quién era el amigo que le había llamado y, astutamente, cambió la conversación…
– Como estábamos hablando de cultura antigua… ¿saben ustedes quiénes fueron los griots?.
– No tengo ni idea -respondió Manésh poníendose un poco rojo de vergüenza.
– Los griots, que todavía existen, eran los poetas herederos y guardianes de la historia de los mandinga, en el oeste africano, y tuvieron muchísima importancia dentro de su cultura. Fueron los que conservaron la memoria de sus pueblos, sus lenguajes, sus mitos, sus batallas históricas… y también sus tradiciones musicales…
– ¿También sus tradiciones musicales?.
– En efecto, Señor Manésh…
– No soy Señor. Te lo digo sin vanidad. Yo soy Maestro.
– Yo siempre he pensado que es mucho más importante ser Señor que Maestro o, al menos, ser primero un Señor para luego poder ser Maestro.
De repente la situación se puso muy tensa. El silencio se apoderó de la sala y tanto Manésh como el hombre descomnocido le miraron profundamente. En la mirada de Manésh descubrió cierta clase de envidia… en la mirada del hombre desconocido descubrió cierta clase de admiración… así que decidió cortar la tensión y hacer que las aguas volviesen a su cauce, como dice la frase popular.
– Hoy en día todavía hay griots como Nino Gelissa y Jali Kunda que están extendiendo por el mundo la música de los mandinga.
– !Qué interesante! -exclamó Manésh, que seguía bastante tenso.
– Sí, pero…
– ¿Sucede algo anormal?.
De pronto, al volver a ver la mirada del hombre desconocido y un leve giro de cabeza señalando cierta dirección… !entendió el mensaje!… aquel hombre le estaba indicando que buscase algo y aquél algo estaba encima de una estantería. A pesar de la inquietud que sentía Manésh para continuar con la conversación no tuvo ningún reparo en observar la estantería. Estaba llena de figurillas de arte egipcio. Pero la mirada del hombre desconocido había sido hacia lo alto de la estantería y allí observó un gran lote de servilletas de papel. Volvió a mirar al hombre desconocido y éste hizo un leve gesto afirmativo con la cabeza. !Lo entendió!. !Al fin sabía que quería que hiciese aquel hombre desconocido!. !Qué cogiese una de aquellas servilletas!. ¿Cómo hacerlo sin levantar sospechas?. Pero pensó rápidamente…
– Maestro Manésh… ¿no le importaría servirme un café…?.
– !Por supuesto que sí, amado alumno!. !Precisamente está todavía caliente en esa cafetera!. Yo por supuesto me tomaré un té ceilandés. A mi el café me produce náuseas…
Fue el mismo Manésh el que echó el café en la taza que sirvió a Paúl con una alegre sonrisa.
– !Este café es muy bueno… muy bueno… excelente para ciertas ocasiones!.
Paúl asió con las dos manos la taza de café. No era para beber sino para saber cuánto de caliente estaba. Mientras que Manésh se entretenía en llenar su taza de té, el joven Paúl volvió a mirar a los ojos al caballero desconocido… pero este los cerró inmediatamente… ¿qué significaba aquello?… estaba bien claro… !no debía beber de aquel café!… pero era necesario coger una servileta… ¿cómo se podía entender aquello?… Bueno… Decidió seguir el consejo.
– !Bebe, bebe Paúl, está riquísimo… también es café de Ceilán! -sonreía alegremente Manésh.
– Está demasiado caliente todavía para mi gusto pero… ¿podría darme permiso para coger una servilleta de papel?…
– !Por supuesto que sí!. !Adelante, Paúl, con total libertad!. !Estás como en tu casa!.
Paúl se levantó, se dirigió a la estantería, tomó una de aquellas servilletas y la colocó debajo de la taza. Había un nombre escrito en rojo subrayado con una gruesa línea negra. Pero Manésh le interrumpio el proceso…
– Paúl… ¿qué querías decir con eso de pero…?.
– Que, como todo en la vida, había griots del Bien y había griots del Mal. Éstos últimos eran brujos y hechiceros y hacían magia negra…
Manésh, más nervioso que nunca, tomó su taza de té con sumo cuidado, por el asa y con los dedos extendidos, como todo un “gentleman” inglés, y se entretuvo en saborear un largo trago.
Esto lo aprovechó Paúl para poder leer detenidamente el nombre. En la servilleta, al pie de la misma, se leía: “Anwar El Farouki Bin Abdallah”. Estaba escrita en un violento color rojo y Paúl pensó en la sangre. La línea gruesa que servía de subrayado era totalmetne de color negro profundo y Paúl pensó en la muerte.
!!!Ya estaba descubierto el Gran Señor del Mal!!!.
A Paúl le ardían las sienes por dentro…
– ¿No quieres tomar tu café, mi amado discípulo?.
– !!!Basta ya de estupideces, “Gadaffi”!!! -se levantó repentinamente Paúl con intención de abalanzarse sobre aque falso Maestro; pero se detuvo por unos segundos.
– ¿”Gadaffi”?. ¿Qué es eso de “Gadaffi”?. !Yo no soy “Gadaffi”… yo soy Manésh!.
– !!!Está bien, se lo diré más claro!!!… !!!Dónde está Bianca, Anwar El Farouki Bin abdallah!!!. !!!Miserable!!! – ahora sí… ahora estaba dispuesto a abalanzarse sobe él.
Pero “Gadaffi” fue mucho más rápido. Abrió la tapa de su enorme anillo de oro puro, vació unos polvos en su té y se lo tomó todo de un trago. Aquello paralizó por unos momentos la acción de Paúl.
!!!Jamás encontrarás a Bianca!!!. !!!Jamás será tuya!!!. !!!Jajajajajaaja!!!.
Y “Gadaffi” cayó fulminado al suelo, instantáneamente envenenado.