Se fue Gomariz, el relojero de Alcantarilla. Se fue despacio… tan despacio como había vivido; con sus recuerdos de la guerra entre el cigarrilo y la mirada. Se fue con un silencio de paz enroscado en su lento caminar por los jardines. !El tiempo paró el reloj del relojero!. !Paradojas de un destino amanecido entre las nieblas de los recuerdos del relojero junto al Viejo Matadero de Madrid!. Por las calles de Alcantarilla dicen que le vieron decir un adiós sin palabras. Y que su perro “Sultán”, todas las tardes, va al parque a buscarnos al relojero y a mí. Yo sigo aquí. Él también pero en otra dimensión. Lo único que me diferencia del relojero de Manila es que mi reloj sigue siendo de arena…