Atardecer sediento donde la vida sueña
eres fuente viva de candores
y son siempre tus amores
de mi alma y de mi cuerpo dueña.
Al mundo muestras la singular enseña
de mis viajes llenos de ardores
y son tus labios como las flores
que mi vida en la batalla empeña.
Atardecer de vida que reseña
la rica e inmensa dulce seña
de mis alzados unísonos clamores.
Es mi caminar por tierra el que se empeña
por alcanzar el monte y la peña
de tu cuerpo virgen de los mil colores.
Suave, sedoso rumoroso y elegante. Así es tu soneto, maestro de las letras.
un abrazo