Tiene el maestro razón
En su ardiente locura
De sacrificios nutrida.
Dicen bajos espíritus
Que no comprenden la melodía de su voz.
Lo escuchan somnolientos
Toman de su acerbo
Las metáforas,
Y como parásitos las engullen,
En discursos falsarios, purulentos.
Te detienes sobre el piso de escaques
A pensar en el Maestro
Jamás desprecies un templo,
Fue su consejo.
Ahora puede parecer
El más bajo escalón de tu ejemplo.
Ahora comprendes, tonto,
La magnitud del portento
No sientes tus pies desnudos
Tocar las losas del suelo
Es que flotas en tus versos
Es que vives ileso
Sacando de tu alma
Intempestivas promesas
Roídos entuertos
¿Comprendes ahora?
Pregunta el Maestro
Jamás abandones
La bondad de tu esfuerzo
El camino es largo
Fuertes espíritus inquietos
Tenderán trampas
Esperan que caigas, sumiso,
Al poder de su armamento.
Pero tú tienes tu espacio,
Tu piso, tu suelo.
Nadie removerá el enquiste de tus besos
Deja que sólo silencio
Sea el material de tu verso
Deja fluir tu alma sobre papeles enhiestos.
Dice el Maestro,
Y se asoma entre brumas
A la luz de tu cielo
Que cae plomiza
En tu pensamiento.
¡Cuántos sinsabores
En esos espíritus necios!
Olvida la rigidez
De esos rostros tiesos
Pues todo lo borra el tiempo;
Hasta se desploma
El más sagrado templo
Y sientes que te acercas despacio
Derribando el hedor de los muertos
Al esplendor de días inciertos
Esto también disolverá el viento
Dice el Maestro
Pues ni glorias ni humillaciones
Contemplan los dioses eternos
Sólo vive en ti la belleza del invierno,
El calor del sexo
Tus papeles
Arrugados y amarillentos,
Y encontrarás
Paz,
Felicidad ,amor
Y contento
Dice el Maestro.
Adriel Gómez
Diciembre 2008
Sencillez, honor y humildad ante todo.
Maravilloso poema.
Un saludo Adriel