La voz de José Antonio Labordeta va más allá del silencio. Su canto a la libertad pasa por ser un “libre te quiero pero no mía, libre te quiero pero de ningún dios y libre te quiero pero ni tuya misma”. ¿Y qué es entonces la Libertad en boca de los verdaderos cantautores del pueblo?. José Antonio Labordeta expresa la síntesis varonil del concepto libertad mientras su hermano Miguel, ya fallecido, hace poesía con las crónicas de la libertad.
Con la voz a cuestas nos levantamos a la hora de ser eternamente libres; mucho más lejos de tanto ideólogo que habla de conciencia de clase cuando apenas aciertan a saber que es su conciencia propia. Cantar y callar, dice José Antonio Laborteta. Sí. Es mejor cantar y callar para no hacerles el juego a tanto sindicalista metido a “trepa” para escalar en las pirámides de esas clases sociales a las que tanto critican falsamente hipócritas.
Miguel Labordeta hizo un punto y aparte que yo continúo ahora con un punto y seguido. La Libertad, con mayúscula, no está en el corazón de los farsarios sino en el alma del pueblo a la que tanto cantaba Miguel Hernández. Voces del pueblo me llaman… y a las voces del pueblo acudo haciendo oídos sordos a tanto fantasma luciendo símbolos ambiguos que no hacen otra cosa más que medrar en los despachos… eso sí… cubiertas sus cabezas (quizás porque les da vergüenza tenerla destapada) con gorras bien rojas…
La voz roja y ronca de José Antonio Labordeta es un cantar a la tierra adentro. Un entrar de tierra hecha con el barro magistral del artesano de la poesía. Y Miguel Labordeta construyó, con esa misma voz, un violento idilio porque rompió las barreras de todo lo aparente.
¿Qué entienden ellos por camarada?. Les preguntaría a más de uno de esos que se cubren las cabezas (quizás porque les da vergüenza que sepamos cuáles son sus verdaderos pensamientos) con gorras rojas, bien rojas, para aparentar que sienten la sangre de los caídos. Es necesario expresar. Claro que es necesario expresar y no guardar silencio. Es necesario expresar que la Libertad (con mayúscula) empieza siempre por ser Libre…¿pero qué saben los hipócritas de ser Libre, enteramente Libre de sí mismos, mientras están sentados en los mullidos sillones de los despachos?.
La voz de los Labordeta (viva y muerta a la vez) es la voz de Miguel Hernández proclamando la trascendencia de la que cree verdadera libertad. En el teatro de la vida donde tantos ficcionarios dicen ser proletarios, hijos de proletarios y hasta nuietos de proletarios, es mejor decir: “Yo sigo adelante sin tener que ponerme ninguna gorra roja, bien roja, aparentista para ser un verdadero hijo del pueblo”.
Juzgado y condenado por los ideólogos de siempre, sigo el Camino de las voces de Jesucristo mientras las voces de los Labordeta tiñen sus versos de vino rojo, porque roja es su verdad junto a Miguel Hernández al que las voces del pueblo le llaman.
Al lenguaje es mejor simplificarlo para saber bien qué es el obrero y el vino del campesino. Al lenguaje es mejor simplificarlo para saber bien qué es la Libertad con mayúscula. La Libertad con mayúscula es simplemente la Conciencia con mayúscula y no tanta parafernalia de falsos eufemismos hablando, incluso por megáfono, de unidad y de compañerismo. ¿De qué sirve esa unidad y ese compañerismo hablando con voces mientras se cubren con gorras rojas, bien rojas, para ser vistos por sus admiradores y admiradoras?. !Héroes de paja!. !Sólo héroes de paja que el viento les hace cambiar de ruta como lo que son: veletas del tiempo!.
He escuchado la voz de José Antonio Labordeta; he leído los versos de Miguel Labordeta y he bebido del vaso de vino rojo, pero rojo de verdad, debido a la trascendencia popular (que no populista) de Jesucristo.
Manifiesto que la Libertad no es una palabra más o menos brillante. Manifiesto que la Libertad es un sentimiento. Manifiesto que la Libertad no está recogida en los Grandes Manifiestos de tanto y tanto ideólogo panfletario. Manifiesto que la Libertad es una Idea. La Idea de Dios.
Libertad es una sencilla frase dicha por la voz de un niño o una niña: !Te Quiero!.