Cuento éste el de “No puedo más” apto sólo paras personas con la mente bien formada. Purita y Edge son los extremos de una historia sacada de los entresijos de un desván de sueños. Yo diría que Adela se lo estaba pensando demasiado mientras Purita y Edge seguían jugando a ser lo que no eran o a querer ser lo que deseaban ser. El ritmo del cuento es rápido y contundente a pesar de que el tiempo real es lento… pero es que existen cuentos que tienen la fuerza expresiva para romper la barrera del tiempo.
El tren es la fantasía. El retrete es el deseo. Entre la fantasía y el deseo Purita y Edge se pierden para siempre la oportunidad de ser lo que son. Interesante el tema. Cipriano Torres le da al cuento una especie de ambigüedad que surge de las letras a medida que vas encontrando la respuesta final: que poder o no poder sólo consiste en ser o no ser.
Especialmente hay un personaje casi oculto que me gusta más que los dos protagonistas. Me refiero a Adela. Adela no lo piensa. Adela se va porque no soporta un mundo donde no se es lo que se es. Quizás el autor lo considere un personaje sin importancia pero, para mí, Adela es la verdadera.
¿Y qué ocurre con Purita y con Edge?. Simplemente para olvidarlos en sus sueños escasos… porque hay que tener sueños escasos para ser lo que no se es o para desear ser lo que no se puede ser. ¿Trabalenguas o contradicciones?. Las dos cosas. Por eso, este cuento que no me seduce para nada tiene un único punto importante para mí: la fuga de Adela, la verdadera. del mundo de los absurdos. Y no es que el autor haya usado la técnica del absurdo kafkiano sino que encuentro absurdo que para encontrarse haya que ir a un retrete cualquiera de la Estación de Atocha.
Continuó desarrollando al personaje que más me interesa (en realidad es el único personaje que me interesa de todo el cuento y que me perdone Cipriano Torres por opinar así pero todos somos libres de leer y libres de opinar). Así que me centro solamente en Adela.
Adela no lo piensa porque lo tiene claro. Y por eso lo dice en voz alta y además lo hace. Se va del mundo de las ambigüedades porque es una mujer completa. Ella ama a Manuel Luque y pasa por completo de la Purita, del Edge y de los retretes, para ir a subir al tren de su felicidad natural.
No deseo ser duro ni ápero con Cipriano Torres, pero yo habría aprovechado el título (“No puedo más”) para escribir un cuento de fantasía heterosexual. Por eso me caen fenomenalmente bien Adela y Manuel Luque que, para Cipriano, son sólo dos referencias sinm importancia pero para mí son los más importantes del cuento. Lo otro es mejor olvidarlo y lo olvido en el desván de las inconsciencias.
Termino diciendo que el texto está bastante bien en cuanto a narración pero la falta un poco más de intriga y un poco más de suspense si se quiere tocar un tema tan escabvroso. Me quedo con Adela, me quedo con Manuel Luque y me quedo con el tren que se aleja de todo lo que no sea natural.
Sólo se lo recomiendo a personas con mentalidad bien firme, con carácter varonil o femenino y que, libre de prejuicios, hacen lo que hace Adela. Se va en busca de su amor que es Manuel Luque. Purita y Edge no me sirven como persoanjes a mí. Eso no quiere decir que hay otros lectores que opinen distinto u opuesto a lo que opino yo. Pero si me tuviese que basar en este cuento para escribir uno mío original, desde luego escribiría de un tren donde Adela mira a los ojos (y digo a los ojos y no a otras partes del cuerpo) mientras Manuel Luque le mira al alma…