Pensamos que el complemento ideal que nos puede transformar la vida es ese convivir dentro de esa clase de amor que se desarrolla a través de la imposición autoritaria de nuestros gestos dictatoriales, nuestras palabras ofensivas y nuestras acciones violentas: los caprichos que necesitan algunos que los complacen a través de la otra persona que forma la pareja que pensamos que es la ideal. Al elaborar ese pensamiento es cuando comienza a derrumbarse el amor.
Este breve análisis, que se compone de un pequeño prólogo y seis pequeños capítulos, sobre el derrumbe del amor y sus graves consecuencias (la Violencia de Género) nace a través de una complicada serie de situaciones observadas desde mi atalaya psicológica en múltiples ocasiones que he visto en parejas heterosexuales en las que uno de los dos componentes (en la mayoría de los casos él y en algunas ocasiones ella) desean erigirse en protagonistas principales del matrimonio;
desorbitando así las proporciones necesarias que deben estar bien equilibradas para que el amor sea un verdadero amor y no desemboque en esa Violencia de Género que, lamentablemente, hace que existan tantos casos de mujeres (y algún que otro hombre) que terminan por ser víctimas de dicha Violencia de Género que puede llegar, y de hecho llega en algunas ocasiones, hasta la propia muerte física o espiritual de la persona que la sufre.
Múltiples ejemplos son dignos de estudio y sirven para estar siempre atentos para saber calibrar cómo es la persona que forma la otra parte de nuestro matrimonio. Muchas veces todo empieza con simples miradas de rechazo, con simples monsergas que comienzan por ser leves insinuaciones, después pasan por ser broncas cada vez más continuadas y elevadas de tono y terminan desembocando en el arrebatamiento inconsciente y descontrolado de una pasión mal entendida, mal interpretada y peor ejecutada; que acaba con la vida espiritual o física del ser humano atacado por el otro ser humano autoritario y despótico. Cuando se derrumba el amor, se destruye la pareja.
Acerca de este tema, al cual podemos denominar sencillamente “El cuento de nunca acabar” (nombre que me viene a la memoria tras haber ojeado algunas páginas del Ensayo de Carmen Martín Gaite de dicho nombre), se pueden elaborar numerosos estudios; pero ninguno de ellos podrá ser válido ni valioso si sólo consisten en recopilar documentos, estadísticas, escritos faltos de verdadero significado práctico (“letras muertas”) que en realidad se pierden entre mociones políticas, enmiendas a las mociones políticas y dejadez de las fuerzas fácticas que sólo viven (salvo honrosas excepciones) a costa de la vida de los demás.
No es un tema nuevo (como muchos estudiosos del tema están afirmando), puesto que la Violencia de Género ha existido siempre en la vida de los seres humanos desde el mismo momento en que aparecieron sobre la Tierra viviendo en las cavernas o simplemente al aire libre. Lo que sucede es que, entonces, ni tan siquiera había medios de comunicación social. A través de los siglos la Violencia de Género ha existido siempre. Lo que sucede es que hoy, en los comienzos de este Siglo XXI que inaugura una nueva forma de entender la vida, existen tantos medios de comunicación, tanta tecnología super avanzada y tanto sistema de conocimiento, que en breves segundos nos enteramos de cualquier caso de Violencia de Género que se produce en cualquier parte del globo terráqueo. Es, por lo tanto, totalmente falso, que hoy exista mayor Violencia de Género que en siglos anteriores. Si hacemos una revisión histórico social de la vida de los pueblos nos damos fácil cuenta de ello.
Este breve prólogo y los próximos 6 pequeños capítulos sobre este tema que saco a colación son sólo una leve aproximación a un Ensayo mucho más profundo y extenso y sólo busca despertar la conciencia de los seres humanos a través del debate dialéctico profundo y la puesta en acción de la justicia necesaria que es totalmente evidente que hay que tomar para acabar con esta especie de lastre humano.