No supo que contestar en un principio. Las horas del reloj anunciaron las seis de la tarde. En el exterior, la niebla se había difuminado y dejaba paso a una tenue luz que entraba por los cristales y hacía brillar a la enorme araña del suelo que parecía querer caminar. Caminar. Esa era la circunstancia que le había hecho llegar hasta allí. Caminar. Y se quedó mirando a la desconocida…
Nota.- Compañeros grekosay y diesel, me he enamorado de vuestra idea y os aporto mis participaciones en este relato encadenado. Espero que aún más amigos y amigas del Vorem se unan a esta colectiva obra. Ardo en deseos de saber c♀mo va a continuar. Un abrazo, compis…
Bienvenida a Invitación, gaviota. Espero que sigas participando con el mismo entusiasmo y que este entusiasmo contagie a muchos más. Estoy seguro de que seremos capaces de crear algo muy interesante…