Soy adicto, sí, a tu piel,
a tu forma de explotar en todo
y en la nada hacerte sentimiento.
Voluntad para ahondar en las cosas
a las que ya estamos acostumbrados.
Eres mujer capital de mis veredas,
onírica pulsación en las pupilas
y horizonte de alborada en lecho.
Después de los témpanos hirientes
te miro en la danza miel de tus pupilas
y llenas de instantes dibujados
las prímulas ondulantes de la urgencia
hasta descargar toda la brillante
metáfora de tu lúcida sonrisa.
Entonces es cuando levanto el sueño
para acariciar tus ansias de paloma
y me envuelvo en el tallo de tu cuerpo
lentamente anclado
para ir muriendo un poco más…
un poco más en cada instante…
hasta desaparecer ingrávido y latente
en el corto espacio del suspiro.
Yo deseo que nunca acabe
este eterno sueño de adicción
para poder decirle a mi presencia
que sólo soy tu beso inacabado.
Y que me renuevo de nuevo en el ser
otra vez tal como éramos siempre;
tal como nos conocimos siempre;
tal como nos amamos siempre…
buscando en el íntimo rincón del alma
ese estar presente en tu piel
y dormir suavemente en las olas de tus ojos
y la belleza infinita de tu cuerpo
bañado por la olas de la calma.
Así… tal como éramos en aquel poniente
en que las rosas del mar
traían la primavera a nuestras vidas
y que siguen latiendo en la arena fina
caliente por tu cuerpo descansado
y mi alma de guitarras marinera.
Quizás no sepa cantar más canciones
que las surgidas de mi propia voz
viéndote allí, sobre la arena,
acompañada de mi sentimiento noble
y en el ajedrez de los jardines
te amo como siempre paseando
por el más pequeño de los dos…
dejando atrás las connotaciones
de la envidia y los celos ajenos.
Tú tocándome el corazón con una mano
para liberarme de la prisión que compensaban
mi edad de oro siempre presente…
y yo sigo aquí, soñando, con la adicción
a tu piel trigueña de la playa
en donde mi guitarra vibraba su sueño
bajo las miradas de los paseos del atardecer
y esas noches vividas entre blancas
fidelidades sin mentira alguna.
gracias Juanjo.
Que bonito