<< Tras La Puerta >>
Al otro lado del pasillo alguien se movía con cansino sigilo, estaba casi amaneciendo, el cielo aun oscuro, y abajo en la rendija de la puerta cerrada del pasillo un débil reflejo, procedente de una pequeña bombilla que alguien había encendido.
¡Súbitamente se abre la puerta! Aparece la silueta de la abuela en el corredor, con un mínimo de luz a sus espaldas. La anciana medio encorvada por su avanzada edad y sus problemas óseos la obligaban a caminar a bandadas teniéndose que apoyar en las paredes, desde aquella perspectiva la estampa era un tanto siniestra, el rocambolesco estado de sus cabellos a esas horas agravaban la situación.
Justo enfrente de la abuela, a unos pocos metros, al otro extremo del pasillo, estaba el gato de la casa. Al ver aparecer a aquella figura amenazante allí enfrente, el animal que pretendía cruzar el pasillo quedó inmóvil. Posiblemente recordando cuando dos años atrás, las espantadas de la abuela lo asustaban. La abuela no lo quería en su habitación: ¡¡ Fuera de aquí!! ¡¡Al patio!! Refunfuñaba la abuela mientras gesticulaba bruscamente con los brazos… a veces con la escoba.
Todo aquel miedo se escenificó de pronto ante el animal, aquella figura autoritaria ni siquiera se había dado cuenta de que el gato tan sólo quería cruzar el pasillo. Para el felino aquella estampa estaba asociada al miedo y la huida.
El hermoso gato de largo pelaje se agachó una pizca como en actitud de huida, miró atrás, sin mover el cuerpo, bajó un poco el morro, y con la velocidad de un abrir y cerrar de ojos, aquella bella estampa gatuna se deslizó silenciosamente, invisiblemente regresó a su territorio, su pedazo de patio, su pequeña jungla domestica. Lugar muy poco frecuentado por la abuela. Allí el gato de la casa se sentiría seguro y a salvo de según que personas que lo espantaban sin miramientos ni delicadezas, dos años atrás, para mantenerlo a raya, con ademanes bruscos y escandalosos, injustamente escandalosos.
“¡Fuera de aquí! ¡Al patio! ¡Al patio! “Eso debió ser lo que el gato reviviría al ver a la abuela tras la puerta a poca luz y con los cabellos…
Pobre gato, si parece qwue vió a un demonio, con esas pintas y a esas horas.
Muy bueno, como siempre.
Un abrazo!