En aquellas Navidades siempre ardía el fogón del horno. Mi madre y mi abuela doraban el pavo mientras mi padre, siempre con su eterna manera especial de liar los cigarrillos de “`picadura selecta”, miraba los quehaceres de las mujeres y los niños jugábamos a ser alguien importante en aquellas fechas. Dejábamos los cuadernos del colegio y esperábamos las castañas asadas para despojarnos del miedo al fogón. También había entonces madalenas para la taza del chocolate espeso. Eran días espesos. Eran horas espesas. Eran minutos espesos. Yo siempre quería ser un yo distinto no por vanidad sino por todo lo contrario; para ser igual que los otros pero con mis propias convicciones. Había apresado a una Princesa y la guardaba en mi corazón mientras se coleccionaban, en casa, los cromos de las banderas de todos los paises. ¿Cúál sería la bandera de mi Princesa?. Lo investigaba con el paso de los años a través de algo tan curioso como el tenis.
En aquella Navidades todos los niños y niñas éramos como ángeles un poco traviesos nada más. Alguna que otra broma… pero… en definitiva… lo importante era enamorarse de una Princesa que te durase todo el año y el año siguiente y el otro… hasta hacerse mayor y casarse con ella. Acerté a través del tenis aunque parezca paradójico. En la Navidades blancas la soñaba. En el verano ardiente encontré su bandera y supe que era la que estaba adivinando a través del tenis. FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS ENAMORADOS Y ENAMORADAS.
2 comentarios sobre “Ardía el fogón.”
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Feliz Navidaa a ti tambien, Diesel. Encontraste tu Princesa que era lo que más te importaba. Besos.
Hola Wersi. Feliz Navidad. Lo más importante de esta fecha es que se celebra el Nacimiento de Jesús. Y también, por supuesto, que las Princesas de quienes estamos casados sean felices.