Cuando matar indiscriminadamente es el único propósito que se apodera de la mente humana, el humano se convierte en bestia. Animal de la sinrazón, sin más destino que el de producri destrucción y muerte pod donde pasa, el terrosita ya no roza lo execrable sino que se convierte en aberración completa. El fundamentalismo musulmán tiene declarada la guerra contra occidente desde 1979, cuando Rubollah Jomeini subió al poder en Irán. Desde entonces, aprovechando las libertades de movimiento del mundo aperturista, el terrorismo musulmán de ha ido infiltrando en todos los países y los “alkaedas” llevan, desde principios del siglo XXI, sacando a la luz lo que durante décadas han estado tramando en la oscuridad. El siglo XXI no sólo no ha acabado con las guerras sino que está viviendo una que no es de ejército contra ejército sino de terrorismo contra población de millones de civiles inocentes. Esto no tiene ninguna clase de justificación ni razonamiento posible.
En el nombre de un supuesto dios (sea cual sea el dios al que se refieren) las bestias siguen matando… y lo seguirán haciendo, como cronometro sangriento, en cuanto tengan nuevas ocasiones; porque por mucho que amemos la paz y por mucho que quiséramos olvidarla, la guerra está declarada y ya es real. Ahora no es cuestión de preguntarse sobre causas y circunstancias históricas (que quizás las haya) sino que el trágico planteamiento actual es que hoy por hoy, en cualquier lugar y en cualquier momento, cualquier persona (hombre, mujer, niño o anciano) puede saltar hecho pedazos mientras no se ponga fin definitivo a esta irracional situación.
Ver a su familia destrozada por la artera metralla del lejano e invisible enemigo, sentir que bombardean su querida patria, aduciendo engaños para robar su riqueza, ante eso ese ser humano que adora y cree en el mismo dios de los cristianos, que es el mismo dios de los judíos, alza su puño y maldice, y jura ante su dios, de todas los involucrados, ¡Venganza! Y mata y se mata en el nombre del Dios de Los Ejércitos, Dios sangriento y despiadado, que siempre está pidiendo sangre, y vidas inocentes, desde Caín a nuestros tiempos.