LLegaron al King´s. Se les acercó un típo mal vestido y con una botella en la mano. Olía espantosamente. El olor hizo que Paul se sintiera peor y tuviera que llevarse la mano a la nariz.¡Qué asco! ¿Es que nadie se ha dado cuenta del olor que produce? El tipo desapareció entre la niebla del mismo modo que había aparecido. De repente…una chica se acercó a ellos y les dejó un papel en la mano. Era la publicidad de un restaurante hindú que estaba a la vuelta de la esquina. El olor a curri era algo que Paul odiaba y no pudo soportar una nueva arcada…¡¡¡Santo dios!!! ¡Me voy a morir!
-Si seguimos así, el próximo que aparezca se llevará mis entrañas-
-¡No seas exagerado! ¡Cálmate!
De repente…saliendo de una alcantarilla apareció un tipo con un mono de trabajo. Llevaba en la mano una cesta de frutas. Salió tranquilamente y desapareció en la niebla.Iba dando saltitos y no olía a nada especial.
Los dos se quedaron asombrados…¿Una cesta de frutas? ¿Qué mensaje podría esconder?
Se miraron a la cara…y una mano se posó levemente sobre el hombre de Paul.
-¡Disculpe! ¿Es suyo este perro de plata que he encontrado en el suelo?
– No, no es mío (dijo cabreado). Ni quiero que sea mío. No me gustan los perros y no me gusta usted.
-Debería calmarse.
-¡¡¡No puedo calmarme!!!
-¡Espero que si me mira fijamente a los ojos…se calmará!
-¡No puedo mirarle porque es de noche y además usted lleva gafas oscuras! ¿Dónde puedo ver sus ojos?
-¡Es usted una persona confusa? ¿Se fijó en el hombre de la cesta de frutas?
-Sí.
-Era mi hermano Jhon. Jhon disfruta con la fruta y vive en lugares imprevisibles. ¿de manera que usted nos sabe de quién puede ser este perro?
En un instante una voz de anciana irrumpió en la noche…
¡¡¡Oh, cuanto lo siento, es mío…!!!