¡Órdago a bordo!.

En el camarote principal del catamarán “Barrabás”, propiedad privada del isrealita “Judas” Rosemberg, el mayor capo del dinero a escala de los Bancos más importantes del mundo, éste se encontraba sentado alrededor de la mesa junto con el estadounidense Joe “Cicatrices” Johnson, capo mundial del comercio ilícito de las drogas; el ruso Serguei Lomanov “El Chepa”, capo mundial del alcohol; el japonés Aoki Yamamoto “Yamaha”, capo mundial del tráfico de armas; y el libio Mustafá “El Loco”, capo mundial de las redes de la prostitución.

El catamarán, ante la falta total de viento, se encontraba varado a media milla del puerto de la ciudad ucraniana de Odesa. La temperatura alcanzaba ya los 42 grados centígrados y los cinco hombres sudaban copiosamente.

– Hace mucho calor aquí… ¿no os parece? -habló “Judas” Rosemberg.

– Sería mucho mejor poner el aire acondicionado.

– Eso está hecho, Joe.

El israelita “Judas” Rosemberg se levantó con cierta desgana y arrrastrando su pierna derecha que le había quedado casi inutilizada desde que un Mercedes Rolls Royce se la destrozó en la Quinta Avenida de Nueva York, hacía ya diez años. A pesar de los esfuerzos de los mejores cirujanos de Estados Unidos, “Judas” Rosemberg se había quedado inútil de la pierna izquierda para siempre.

– ¡Esta maldita pierna!.

– Espera, “Judas” -habló entonces Mustafá “El Loco”- yo voy en tu lugar.

– ¡Escucha, Mustafá de las narices… que yo sepa no he te he pedido favor alguno ni a tí ni a ninguno de los aquí presentes!. Me basto y sobro con mis propias fuerzas para poner en funcionamiento el maldito aire acondicionado. ¿Qué temperatura quieres, “Cicatrices”?.

Joe levantó su vista del folleto que estaba hojeando…

– Creo que con 18 grados centígrados será suficiente.

– Entonces no hay más que hablar. Os pondré a todos a 18 grados centígrados.

– Antes de empezar a hablar del Gran Proyecto Universal que nos ha traído aquí a los cinco… ¿os puedo amenizar contandóos la historia de esa ciudad que vemos al fondo?. Odesa. Es Odesa. Y la recuerdo muy bien porque es centro importante para mis negocios.

– Está bien “Chepa”… a tí que tanto te gusta hablar cuando tomas un par de vodkas más de la cuenta es mejor dejar que te desahogues. ¡Bastante tienes ya con esa enorme jiba en la espalda! -y “Judas” Rosemberg lanzó una profunda risotada que fue seguida por “Cicatrices”, “El Loco” y “Yamaha”.

– ¡Me parece verdaderamente estúpido que os burléis así de un chepudo!. ¡Si alguno de vosotros fuese Robert Redford todavá tendría algún sentido… pero… ¡miraros cada uno de vosotros al espejo!.

– Escucha, “Chepa”, no quiero ninguna bronca entre nosotros.

– Muy bien, “Judas”, no habrá bronca… pero permite que les de una lección de cultura a estos tres ignorantes.

– Pero que sea muy resumida la lección porque tenemos cosas importantes que tratar -le áceptó “Judas” Rosemberg mientras se quedaba, de pie, observando al resto de los reunidos.

El reloj del edificio del Consejo Municipal de Odesa, la llamada Duma, comenzó a sonar con la melodía del himno de la ciudad: “Canción sobre Odesa” de la opereta “Acacia blanca” de Isaac Osipovich Dunayévskiy, cuando Serguei Lomanov “El Chepa” comenzó a hablar después de tomarse, de un solo trago, otro vaso lleno de vodka. Estaba ya medio borracho y ya se sabe que los borrachos son habladores hasta por los codos.

– Odesa es una ciudad y puerto del mar Negro con más de un millón de habitantes. Por su situación y población constituye la quinta mayor ciudad de Ucrania, la ciudad comercial más importante del país y la mayor ciudad de las costas del mar Negro. El famoso crítico literario, periodista y filósofo ruso del siglo XIX Vissarión Belinsky llamó a Odesa “la tercera de las ciudades rusas” por su importancia, mientras el poeta Alexandr Pushkin la caracterizó como “la más europea de las ciudades rusas”. El estilo arquitectónico de Odesa, influido por el francés y el italiano, da un aire mediterráneo a la ciudad que a menudo es denominada la Perla del Mar Negro. Los primeros asentamientos humanos en esas tierras se remontan a la edad de piedra, a 30.000 antes de Jesucristo. A principios del primer milenio antesd eJesucristo el territorio del litoral norte del mar Negro lo poblaron los cimerios a los que reemplazaron los escitas. A las orillas de la bahía de Odesa en tiempos de la antigua Grecia ya existían varias poblaciones. La más grande era la colonia milesia de Boristenes, fundada en 647 antes de Jesucristo, la que visitó cerca del 460 antes de Jesucristo, Heródoto, el gran historiador de al antigüedad, que se interesaba por los pueblos que vivían en los vastos terrenos al norte del mar Negro tales como los escitas, los sármatas y las legendarias mujeres guerreras llamadas amazonas. Durante algún tiempo la ciudad de Borístenes fue la sede de los reyes escitas. Pero el área del actual casco viejo de la ciudad lo ocupaba el Puerto de Istrianos, una población griega que se dedicaba, en su mayor parte, al comercio de cereales, miel, vino y esclavos. Las huellas de la antigua cultura griega se encuentran en casi todas partes, desde el puerto y el bulevar Primórskiy hasta la plaza Griega, en el monte Zhivájova y en los suburbios. Entre los siglos II-IV la zona perteneció al Imperio romano como una parte de las provincias primero Dacia, luego Mesia Inferior. Se supone que la principal causa de la decadencia de la villa fue por la invasión de las tribus godas provenientes del norte, que a mediados del siglo III, junto con los alanos, que vivían al norte del mar de Azov, devastaron los pueblos griegos de la costa septentrional del mar Negro. No está atestiguado, pero es probable que en esas tierras los godos por primera vez se encontrasen con la desarrollada cultura grecorromana y el cristianismo. De ello resultó su cristianización y la aparición del alfabeto godo, el primer alfabeto europeo creado a partir del latín. Del conflicto entre el paganismo germano y el cristianismo resultó que esta zona del litoral norte de mar Negro dio a la iglesia cristiana muchos mártires por la fe, de origen godo. En 375 los godos, expulsados por los hunos, retrocedieron bajo la protección romana a las provincias balcánicas. Los hunos borraron los restos de las ciudades helénicas, abriendo paso a otros pueblos nómadas a las grandes estepas: ávaros, búlgaros, húngaros, jázaros, pechenegos, polovcianos, que dominaron en esas tierras sucesivamente del siglo IV al XIII. Entre los siglos IX y XI también se establecieron en ese territorio tribus sedentarias eslavas.En la segunda mitad del siglo XIII el territorio cae bajo el dominio del imperio de Batu Kan, la Horda de Oro. En ese tiempo en el mapa del área aparece la escala mercantil genovesa llamada Ginestra. Los jefes mongolo-tártaros favorecían a los genoveses, por tener intereses comunes en el comercio de esclavos. Desintegrada en el siglo XIV la Horda, el litoral norte del mar Negro pasó al Gran Ducado de Lituania y se construyó un fuerte de madera que dominaba sobre la bahía. Pero el Ducado no supo mantener lo adquirido. Desde el siglo XV el territorio estuvo poblado por tártaros seminómadas y griegos en pequeños pueblos costeros. La horda de Gran Nogái, kanato tártaro independiente hasta 1475, cayó bajo el dominio del Imperio Otomano. Según el testimonio del séquito del rey sueco Carlos XII, que fue derrotado por el zar ruso Pedro el Grande en la batalla de Poltava y huía a Moldavia, en 1709 encontraron allí sólo una «miserable aldea». En 1765, cerca de ella se construye una pequeña fortaleza turca de Yení Dunyá, la que el pueblo empezó a llamarse de la misma manera que el cercano pueblecillo grecotártaro de Khadsibey. Después de dos guerras rusoturcas, iniciadas por Catalina la Grande en la segunda mitad del siglo XVIII, el territorio fue unido al Imperio ruso. Al rayar el alba del 14 de septiembre de 1792, el destacamento de tropas rusas y de mercenarios cosacos, bajo el mando del conde José de Ribas, tomó definitivamente el fuerte de Yení Dunyá, es decir, de Khadsibey. La ciudad y el puerto de Odesa se fundaron oficialmente en 1794, por un decreto de Catalina la Grande como la principal puerta marítima del sur de Imperio ruso. La iniciativa fue del español (y contralmirante de la Armada rusa) conde José de Ribas que dirigió la construcción de la ciudad, de la fortaleza y del puerto, diseñados por el ingeniero holandés Franz de Volán. Uno de los símbolos de Odesa, monumento al Duque de Richelieu en el comienzo de la Escalera Potemkin.El nombre elegido para la ciudad fue el de la antigua colonia griega de Odessos y en 1795, la emperatriz le cambió el género al femenino, Odesa. El rápido desarrollo y el florecimiento de Odesa se deben principalmente a la actividad y buen gobierno de los padres de la ciudad: el conde José de Ribas, el ingeniero militar Franz de Volán, el duque de Richelieu, el conde Alexandre-Louis Andrault de Langerón, y el conde Mijail Semionóvich Vorontsov. Durante los años 1823-1824, el gran poeta ruso Alejandro Pushkin vivió y escribió en Odesa. Sus “Cartas” cuentan como Odesa fue la gran ciudad rusa “donde todo a Europa huele y respira…”, y donde se pueden hablar francés y leer prensa europea. Desde aquel entonces la ciudad se convirtió en una Meca para artistas, científicos y otros intelectuales de fama mundial, y lugar de veraneo predilecto de la nobleza, rusa y polaca en su mayor parte. Durante la Guerra de Crimea, en abril de 1854, Odesa fue bombardeada por fuerzas navales británicas y francesas con un intento de desembarco, pero sin éxito, debido a una fuerte resistencia de los ciudadanos y la reacción inmediata en su defensa de parte de la prensa europea. A comienzos del siglo XX, Odesa llegó a ser la cuarta ciudad del Imperio ruso, por su tamaño e importancia (después de Moscú, San Petersburgo y Varsovia), y fue considerada una de las ciudades más confortables de Europa. Tenía comunicación ferroviaria y marítima, electricidad, teléfono, agua corriente, alcantarillado, las calles mejor pavimentadas de Europa (acudían especialistas americanos para conocer su tecnología), transporte municipal, hospitales y ambulancia, balnearios, la Universidad, institutos y liceos, 5 bibliotecas privadas y 2 públicas, museos, la Ópera (los espectáculos se daban en ruso, polaco, alemán, italiano y francés), teatros y cines, hipódromo, parques, hoteles de lujo, cerca de mil cafés y restaurantes, y buena compañía de ricos y nobles de toda Europa. En 1905 Odesa vivió una revolución de trabajadores. El famoso largometraje El acorazado Potiomkin del director Serguey Eisenstéin hace referencia a este evento, e incluye una de las escenas más famosas de la historia del cine, donde cientos de civiles rusos son asesinados en una escalera de piedra. La masacre nunca ocurrió en la realidad, pero la película terminó convenciendo a muchas personas de que había sido real y durante muchas décadas los escalones de Odesa han sido una atracción turística de Odesa. Después de la Revolución Bolchevique de 1917 la ciudad portuaria llegó a ser la República Soviética de Odessa, más tarde la capital de la República Soviética Socialista de Besarabia que a finales de la Primera Guerra Mundial fue ocupada por las tropas austríaco-alemanas. En 1920, los comunistas retomaron el control de la ciudad que fue absorbida por la RSFS Rusa y luego incluida en la República Socialista Soviética de Ucrania, más tarde parte de la URSS. Entre 1921 y 1922 Odesa sufrió gravemente las consecuencias de la guerra civil. Entre 1941-1944 la ciudad fue ocupada por fuerzas rumanas y alemanas, excepto su parte subterránea donde continuaba la resistencia. En los primeros meses de ocupación, aproximadamente 280.000 personas (la mayoría judíos) fueron asesinadas o deportadas. Odesa fue liberada por el ejército soviético el 10 de abril de 1944. Odesa llegó a ser la primera ciudad europea que dio una resistencia fuerte y duradera a las tropas hitlerianas, siendo asediada por ellas durante 73 días hasta su abandono por las tropas soviéticas conforme a la orden de Stalin. Por el heroísmo de los ciudadanos en 1945 Odesa recibió el título de Ciudad Heroica. Durante los años 1960 y 1970, la ciudad creció rápidamente y llegó a ser uno de los centros industriales más importantes de la URSS. En 1991, Ucrania se convirtió en un estado independiente, tras la caída del comunismo.

– ¡Ya está bien Chepa!. ¡Estás más borracho que una cuba y nos vas a dormir a todos!.

– ¡Ya sé que eres un ignorante, “Cicatrices”, y que lo serás durante toda tu estúpìda vida!.

Joe “Cicatrices” Johnson se encendió de ira.

– ¡Repíteme eso mismo, si eres hombre, en cubierta!.

– ¡¡Pero a qué hemos venido aquí si se puede saber!!.

– ¡No permito que nadie, absolutamente nadie, eleve el tono de su voz en mi “Barrabás”!. Así que calma tus nervios, Mustafá de las narices, o no tendré más remedio que cerrarte la boca para siempre. A mí no me importa que estés o no estés loco.

– Perdona, “Judas”, pero es que me sacan de quicio estas discusiones absurdas.

– Está bien. Comportémonos todos como caballeros aunque sólo sea por una vez en nuestras desdichadas vidas. Os he reunido aquí porque es necesario que os explique mi Nuevo Plan Universal.

– Esto me huele mal, “Judas” Rosemberg.

– Te puede oler mal todo lo que quieras, “Yamaha”, pero yo soy el que manda aquí y fuera de aquí.

Aoki Yamamoto “Yamaha” bajó la cabeza mientras Joe “Cicatrices” Johnson tamborileaba el tablero de la mesa con los dedos de su mano derecha.

– ¡Estáte quieto ya, “Cicatrices”, que nos pones nerviosos a todos!.

– ¡Tú te pones nervioso por cualquier tontería, “Chepa”!.

– ¿Ya estáis otra vez discutiendo los dos?. ¡Estoy harto de todos!. ¡Os advierto que ninguno de vosotros me sois imprescindibles!. Si es necesario eliminaros a los cuatro, os elimino y santas pascuas. ¿Queréis hacer el maldito favor de concentraros en lo que os voy a explicar?.

– Adelante, “Judas”, lo que tengas que hacer hazlo pronto.

– Menos guasa, Mustafá, o te rajo la cara en tantos pedazos que “Cicatrices” sólo va a ser una copia tuya pero mucho más guapo que tú.

– Vayamos al asunto, por favor, está visto que ni una sola vez en esta nuestra desdichada vida vamos a poder comportarnos como caballeros -terció “Yamaha”.

– Bien. Se acabaron las discusiones. Abramos ahora una botella de Bollinger. Tengo algo muy interesante que contaros.

“Judas” Rosemberg volvió a levantarse de la silla y comenzó a caminar, renqueante y arrastrando su pierna derecha, hacia el mueble bar.

– ¡Esta maldita pierna!. ¡Aquel maldito Mercedes me trajo la mayor amargura de mi vida!. Yo era, en mis años jóvenes, un verdadero campeón de mil quinientos metros lisos. Nada más y nada menos que el primero de todos los Estados Unidos. Estaba ya seleccionado para representar al país de Israel en las Olimpiadas de Los Ángeles pero… aquel maldito Mercedes, y la guapa chavala venezolana que lo conducía que resultó llamarse Mercedes precisamente, me rompieron todo el futuro!. Odio a muerte a las mujeres y si son guapas más las odio todavía.

– ¿Te duele mucho, “Judas”?…

– ¡No lo sabes tú bien, “Cicatrices”, no lo sabes tú bien!. Aquel maldito accidente… todavía lo tengo grabado en la memoria. Es mucho peor que todas esas cicatrices que tienes tú en el rostro.

– Si quieres voy yo a por la botella.

– Escucha, Mustafá de las narices, ya te he dicho que no necesito de ninguno de vosotros porque… si al menos fuéseis tan guapos como James Bond… pero no… vosotros sólo sois carátulas. Así que deja que haga yo sólo mi trabajo.

– Sólo quería ayudarte…

– Ayúdate a ti mismo y habrás aprendido a sobrevivir.

– La verdad es que te admiro, “Judas”.

– ¿Me admiras de verdad, “Loco” de las narices?.

– Sí. Tu indiferencia ante todo, especialmente cuando de mujeres guapas se refiere, me llena de asombro.

– Las mujeres guapas sólo sirven para estorbar… cánto más guapas más estorbo… pero hablemos de algo importante. Para que sepa Serguei Lomanov “El Chepa” que yo puedo tener tanta cultura como él, aquí os relato, en breves notas, la historia de este champán.

Y sacando la cotella de Bollinger comenzó a relatar su historia.

– Bollinger tiene sus raíces en la región de Champagne, remontándose su origen a 1585, cuando los Hennequin, una de las familias fundadoras de Bollinger, adquirió la propiedad de unas tierras en Cramant. Antes de la fundación de la casa Bollinger en el siglo XVIII, la familia Villermont ya elaboraba vino, aunque no bajo su nombre de familia. En 1750, los Villermont se establecieron en el número 16 de la calle Jules Lobet de Aÿ, que luego se convirtió en la sede central de Bollinger. En 1803 Jacques Joseph Placide Bollinger nació en Ellwanger, en el reino de Wurtemberg. En 1822 se trasladó a la región de Champagne y comenzó a trabajar en la casa de champán Muller Ruinart, que ya no existe. Muchos otros ciudadanos alemanes vinieron a establecerse en la región de Champagne, incluido Johann-Joseph Krug y el Heidsiecks, que fundó una casa que se convertiría en Charles Heidsieck, Piper Heidsieck, Heidsieck and Company Monopole, Veuve Clicquot y otros. La casa de champán Renaudin Bollinger fue fundada el 6 de febrero de 1829 en Aÿ por Hennequin de Villermont, Paul Levieux Renaudin y Jacques Bollinger. De acuerdo con la tradición de la familia Villermont, los socios acordaron que este nombre no se utilizaría en las etiquetas, de ahí el nombre de la marca, Renaudin Bollinger. Desde que Jacques Bollinger se casó con Charlotte de Villermont, la casa ha sido gestionada por la familia Bollinger. A pesar de que Paul Renaudin falleció sin herederos con su nombre de pila, la marca no fue exclusivamente Bollinger hasta la década de 1960.El fundador Jacques Joseph Bollinger se casó con Charlotte de Villermont. La pareja tuvo una hija, Marie, quién tuvo dos hijos, Joseph y Georges. Ellos se hicieron cargo de la compañía en 1885 y comenzaron a ampliar el patrimonio familiar mediante la compra de viñedos en los pueblos cercanos. También desarrollaron la imagen de la marca, como cuando Bollinger se convirtió en el proveedor oficial de la corte británica, recibiendo una Cédula Real en 1884 de la reina Victoria. En 1918 Jacques Bollinger, hijo de George, se hizo cargo de la empresa. Jacques se casó con Emily Law de Lauriston Bourbers, conocida como “Lilly”. Jacques amplió las instalaciones mediante la construcción de nuevas bodegas, la compra de los viñedos Tauxières y la adquisición de los activos de otra marca de champán, en el Boulevard du Marechal de Lattire de Tassigny, donde se encuentra actualmente la sede oficial de Bollinger. Cuando Jacques Bollinger murió en 1941, Lilly Bollinger se hizo cargo del negocio. Lilly amplió la producción mediante la compra de más viñedos, aunque es más conocida por viajar por el mundo para promover la marca. Lilly lo promocionó ampliamente en la región de Champagne, dejando varias citas notables. “Lo bebo cuando estoy feliz y cuando estoy triste. A veces lo bebo cuando estoy sola. Cuando estoy acompañada lo considero obligatorio. Como con él si no tengo hambre y lo bebo cuando sí la tengo. En cualquier otro caso no lo bebo, a menos que tenga sed”. Lilly dirigió Bollinger hasta 1971, cuando sus sobrinos Claude d’Hautefeuille y Christian Bizot le sucedieron. Bollinger se modernizó bajo la dirección de Claude d’Hautefeuille, quién adquirió viñedos adicionales y desarrolló la marca a nivel internacional. Después de Claude, su primo Christian Bizot se hizo cargo de la casa Bollinger. Además de ampliar la distribución mundial de Bollinger, Bizot establecido la Carta de Ética y Calidad en 1992. Desde 1994, Ghislain de Mongolfier ha dirigido Bollinger. Bisnieto del fundador, Mongolfier también ha sido presidente de la Asociation Champenoise Viticole desde 2004. La marca ha utilizado la popular serie de películas de James Bond como sistema de marketing. En la película de 2002 “Die Another Day” se escucha a James Bond, interpretado por Pierce Brosnan, pidiendo una botella de Bollinger.

Los demás guardaban un sepulcral silencio.

– ¿Sabés cómo se traduce al español “Die Anither Day”?.

Nadie respondió.

– ¿Véis cómo sólo sois un hatajo de ignorantes?. En español se dice “Hoy muere alguien” y estoy seguro de que alguien va a morir hoy.

El silencio era ya mortal.

– ¿Sabéis por qué he bautizado con el nombre de “Barrabás” a mi querido catamarán?.

– ¡Déjalo ya, “Judas”!.

– ¡Nada de eso!. Quiero dejar bien claro que, además de ignorantes sois incultos y no hay mayor pecado en un hombre que eso de ser ignorante e inculto a la vez. Le bauticé “Barrabás” porque los grandes banqueros judíos adoramos más a éste que a Jesús de Nazaret.

El silencio volvió a reinar en la estancia hasta que “Judas” se acercó, por fin, a la mesa con la botella en su mano derecha.

– ¡Aquí está!. ¡Esto vale mucho más que cien mujeres guapas juntas!. ¿Alguien tiene algo que decir en contra?.

El ambiente se volvió tenso. Se escuchaba el zumbido de un moscardón.

– ¡Que alguien acabe con ese maldito bicho, por favor!.

“Cicatrices” Johnson lanzó su mano derecha y atrapó al insecto.

– ¿Qué hago con él?.

– ¡¡Contra el suelo!!. ¡¡Estréllalo contra el suelo y aplástalo!!. ¡No permito que nadie ni nada me distraiga cuando estoy hablando!.

Joe “Cicatrices” Johnson estrelló al moscardón contra el suelo y lo aplastó con su bota derecha, mientras “Judas”, renqueando, volvió de nuevo a sentarse en el puesto de la cabecera de la mesa.

– ¡Vamos a brindar por el nuevo Gran Proyecto Universal!.

– ¡Brindemos. ¡Brindemos! -se emocionó Serguei Lomanov “El Chepa”.

– Pero no bebas tanto “Chepa” porque ya estás otra vez borracho…

– Si supieras lo que es llevar esta chepa a cuestas durante toda tu vida me comprenderías mejor.

– Empecemos ya -sugirió Aoki Yamamoto “Yamaha”.

Todos dejaron que “Judas ” llenase sus copas hasta el borde y brindaron por el nuevo Gran Proyecto Universal.

– Ya está. Ahora estoy lo suficientemente alegre para explicaros el plan.

– ¿No será que no deseas seguir contando con nosotros?.

– No. Todo lo contrario. Pero es necesario ser más astutos que ellos.

– ¿Quiénes son ellos? -se alarmó Mustafá “El Loco”.

– No te preocupes tanto, Mustafá de las narices. Seguirás teniendo tantas mujeres como siempre, “Loco”, pero es necesario saber que nos están vigilando.

– ¿Quiénes nos vigilan? -se extrañó “Cicatrices” Johnson.

– Pues precisamente compatriotas tuyos. Policías norteamericanos de la Interpol están descubriendo nuestros puntos claves. Es necesario que cambiemos algunas condiciones según dice “El Jefe”.

– ¿Podemos saber qién es “El Jefe”? -preguntó, asustado, “Yamaha”.

– Arthur Buster Manning.

– ¿El presidente de la Cámara de los Comunes de Londres?.

– El mismo, “Yamaha”, un tipo tan común y tan vulgar que es más basto que unos calzones de esparto.

– Si ese tipo es quien dirige la red clandestina de nuestras operaciones… ¡estamos acabados! -se inquietó “Cicatrices”.

– No vayas tan deprisa Joe. Es tan común, simple, basto y vulgar, que nadie podría deducir que es quien maneja todos los hilos. Lo que os tengo que decir es que he cambiado todos nuestros enlaces. A todos ellos los he asesinado.

– ¿Cómo has hecho tal barbaridad?.

– No te prepocupes tanto, Mustafá de las narices, no te preopcues tanto. Tengo los repuestos necesarios, los cuales están libres de sospecha alguna. La Interpol estaba ya detrás de la pista de algunos de ellos y tuve que eliminar a todos para no ser descubiertos. Pero antes de contaros más sobre ello es necesario cambiar algunas normas.

– Yo creo que no hay nada que cambiar -replicó “El Loco”.

“Judas” Rosemberg no se dignó ni tan siquiera contestarle y siguió con su discurso.

– No estamos ganando todos por igual. Mientras los negocios de Mustafá van en aumento, “Cicatrices” está viendo como ha bajado muchísimo el consumo de drogas y sus ganancias mientras “El Chepa” y “Yamaha” también peligran. Yo no estoy obteniendo los réditos que tanto busco en mi banco de Hong Kong. Somos cinco y, teniendo en cuenta que el cincuenta por ciento de todas nuestras ganancias se lo lleva Arthur, el resto tenemos que repartirlo como buenos hermanos.

– ¡Yo no estoy dispuesto! -renegó Mustafá “El Loco”.

Inmediatamente “Judas” Rosemberg sacó su pistola y se la puso contra la sien izquierda.

– Si vuelves a decir que no estás dispuesto es la última vez en la vida que no estás de acuerdo conmigo. Si vuelves a decir que no estás dispuesto date por muerto.

– No… espera… “Judas”… espera… no dispares… ¡¡por favor!!.

– Ya sabía que, además de avariento, eras cobarde, Mustafá de las narices.

“Judas” Rosemberg volvió a guardarse la pistola dentro de su elegante chaqueta de color crema mientras todos volvieron a quedar en silencio.

– Y ahora viene lo más importante del nuevo Gran Proyecto Universal. Escuchad todo bien porque es sumamente interesante. ¡He tenido que liquidar a todos nuestros agentes vitales pero los he sustituido, como ya os he dicho, por otros que están limpios ante la policía!.

– ¿Pero de verdad has matado a todos nuestros agentes vitales?.

– Por supuesto, “Chepa”, por supuesto… y si no estás de acuerdo ya sabes lo que tienes que hacer… rezar todo lo que puedas antes de desaparecer para siempre.

– No… “Judas”… no vuelvas a sacar la pistola. Debe dar bastante friolera sentir el cañón junto a una de las sienes.

– Que te lo explique el necio de Mustafá mecenas, el capricho de las nenas.

Mustafá “El Loco” sólo guardaba silencio pero un temblor recorrió todo su cuepro.

– Lo hice por urgente necesidad. Ya estaban siendo localizados por los de la Interpol y era necesario, como ya he explicado, matarlos para que no cantasen…

– ¡Bien hecho, “Judas” Rosemberg!.

– No hace falta que me alabes tanto, “Cicatrices” Johnson. El nuevo plan de nuestro Gran Proyecto Universal se llamará, entre nosotros, “Código Zirka”.

– ¿Por qué precisamente “Código Zirka”?.

– Por una simple razón “Chepa”… hay aquí, en la ciudad de Odesa, un hotel con ese nombre, está situado en la Uspenskaya Street y en su habitación número 13 se guarda el secreto.

– ¿Qué secreto?. ¡Mal número es el 13!.

– ¡No digas más tonterías, Mustafá!. Es por eso por lo que los policías nunca van a sospechar que el número 13 nos de buena suerte. El asunto es que, en esa habitación matrimonial del Hotel Zirka existe un cuadro de Rembrandt. Una copia exacta de “La novia judía”.

– ¿Y qué nos quieres decir con eso?.

– ¡Estás esta noche estás demasiado salido de tus casillas, Mustafá!. Antes os voy a dar otra lección de cultura como buen judío que soy. ¡Y no te corras tanto de emociones “Loco” que pareces a Hamilton en plena Fórmula Uno!.

Nuevo silencio sepulcral en el camarote mientras “Judas” Rosemberg se explayaba a gusto sintiéndose admirado por todos.

– La novia judía es una obra del artista holandés Rembradt pintada en 1666. Es un óleo sobre lienzo de 121,5 por 166,5 centímetros. En el cuadro aparecen dos personas: un hombre en la izquierda y una mujer joven a la derecha. Ambos están vestidos con ropajes que demuestran que son de clase alta. El hombre abraza a la chica con su brazo alrededor del hombro y con la otra mano, la más visible al espectador, toca suavemente el pecho de ella. Mientras, la mujer le agarra su mano de una forma muy cariñosa. Ella tiene muchas joyas que adornan su atuendo: pendientes, un collar, pulseras y anillos. Se han dado diversas interpretaciones sobre la identidad de la pareja pero hoy en día realmente se desconoce. El nombre actual de la pintura, La novia judía, se le dio a principios del siglo XIX. Un coleccionista de arte de Ámsterdam identificó el tema como el de un padre judío que le regala a su hija un collar el día antes de su boda. Esta interpretación ya no es aceptada y todavía no se sabe a ciencia cierta quiénes son. Esta ambigüedad se debe a la falta de contexto anecdótico y sólo deja claro un tema universal como lo es el amor en una pareja. Las especulaciones sobre la pareja fueron tantas que incluso se llegó a decir que era el hijo de Rembrandt y su novia. También se ha pensado en que fueran parejas del Antiguo Testamento como Abraham y Sarah o Boaz y Rut. Quizás lo más probable sean Isaac y Rebekah por cómo son descritos en el Génesis 26:8, algo que además se aprecia en un dibujo que hizo el artista sobre el mismo tema. Los colores son amarillos, verdes, marrones, negros y sobre todo el tono que más destaca es el rojo del vestido de la mujer. Respecto a la relación que tenía Rembrandt con los judíos hay que decir que en el Amsterdan del siglo XVII, la población sefardí se estableció en la ciudad. Allí vivió el pintor y absorbió parte de la cultura judía. Una cercanía que plasmó en sus obras e hizo escenas del Antiguo Testamento, en las que pintaba textos en hebreo y sus personajes tenían atributos judíos.

– Pero… ¿qué nos quieres decir con todo esto del cuadro?.

– Una copia. Es una copia, “Yamaha”. Y no te debería extrañar tanto porque los japoneses sois verdaderos artistas en copiarlo todo.

A “Yamaha” se le subieron los colores a la cara por primera vez en la noche.

– Tengo que deciros algo que no debe saber nadie más que nosotros. Detrás de ese cuadro existe una caja fuerte instalada por mí mismo hace sólo un par de días. En ella está toda la documentación de nuestros nuevos agentes vitales, todas las rutas de nuestros diversos negocios y todo el mecanismo con el que funcionamos. ¡¡Todo!!. ¡¡Absolutamente todo con direcciones exactas, teléfonos claves y sistema de nuestra planificación mundial que yo he rehecho con sumo detalle ayudado por nuestra Divina Jefa!!.

– ¿Nuestra Divina Jefa?. ¿Quién es esa mujer?.

– No te entusiasmes tanto, Mustafá. Ya pertenece a Arthur Buster Manning. Lo que os quiero decir es que jamás salga de nosotros el conocimiento de toda esa información que se guarda en un sobre de manila dentro de dicha caja. La fórmula para abrirla es tan difícil de averiguar que nadie podría imaginarlo. No consta sólo de números sino también de letras y para abrirla es necesario, primero, la palabra “Pilatos” y después, la siguiente serie de 441770RR490108913015DJ. Solamente nuestra Divina Jefa, Máxima Emilianova Bonev ocupará, esta noche a partir de la doce en punto, la habitación núemro 13 del Hotel Zirka, abrirá la caja fuerte, sacará los documentos y os enviará a vuestro correos electrónicos toda la información. ¡Confiad en ella!. ¡Nunca se equivoca!.

– ¿Y por qué no lo haces tú directamente?.

– Órdenes de Arthur Buster Manning.

– ¿Pero de verdad alguien tan vulgar como ese tal Arthur Buster Manning es quien dirige esto?.

– ¡No me seas lerdo, “Chepa”!. Quien dirige todo es ella. Arthur sólo es un muñeco en manos de Maxima Emilianova Bonev.

– Pero.. ¿quién es, en realidad, Máxima Emilianova Bonev? -preguntó, ansioso, Mustafá.

– Ya te he dicho que es la que maneja a Athur y todos nuestros hilos pero te tengo que decir que es lesbiana… ¡Así que fastídiate, Mustafá de las narices!.

– ¿Podemos saber dónde reside?.

– Si. Por supuesto. Se esconde en un pueblo de su país natal que es Bulgaria,
“Cicatrices”.

– ¿En qué pueblo?.

– De nada te va a valer saberlo, “Yamaha”, pero es el pueblo de Ajtos, muy cerca de la ciudad de Burgas que está no muy lejos de aquí ya que se encuentra también en esta costa del Mar Negro.

– Yo veo mucho peligro en todo esto.

– ¿Tienes miedo de verdad, Serguei Lomanov?.

En ese momento se abrió de golpe, con gran estrépito, la puerta del camarote… y los cinco grandes mafiosos se quedaron mudos, con la boca abierta, pasmados y estupefactos ante la aparición de aquel monumento de mujer que surgió como del cielo en bañador completo mientras estaba siendo apuntada por la pistola de “Anás” Dubiutzky.

Hasta que, pasado medio largo minuto, “Judas” Rosemberg rugió de rabia.

– ¿Quién es esta mujer?.

– “Judas”, la he encontrado junto a la puerta. Yo estaba junto al timonel “Caifás” Davidman cuando escuché unos ruidos sospechosos y estuve buscando entre el estay de proa, los obenques, la escota de foque… ¡hasta que la encontré justo en esta puerta!.

– ¿Cómo te llamas, desdichada? -siguió rugiendo “Judas”.

Ella se mantuvo serena.

– Me llamo Eva María Amorim, tengo veinte años de edad, soy brasileña y estoy en Odesa solamente de vacaciones.

– ¿Y cómo has llegado hasta aquí?.

– Estaba nadando y me sentí cansada, descubrí este catamarán y conseguí subirme a bordo para poder descansar de mi agotamiento, oí voces y estaba a punto de llamar para pedirles a ustedes que me diesen algo de beber para recuperar el aliento. Fué entonces cuando esta especie de gorila humano me apuntó con su pistola y dio una patada a la puerta.

– ¿Qué llevas en esa bolsa impermeable?.

– Sólo mis ropas y los artículos de belleza que llevamos cualquier mujer.

Las palabras belleza y mujer fueron como si le hubiesen dado dos patadas en el estómago a “Judas” Rosemberg.

– ¡”Anás”, átala de pies y manos, ponle un saco de cuarenta kilos de patatas en el cuello y tírala al mar!. ¡Será emocionante imaginar cómo agoniza lentamemte!.

– ¡Un momento, “Judas”!.

– ¿Qué te sucede a tí ahora, “Cicatrices” Johnson?.

– Tengo algo que decir. Se me ocurre otra idea mucho mejor.

– ¿Mejor que mandarla a ser pasto de los tiburones?.

– Ya sabemos todos los aquí reunidos que a ti no te gustan las mujeres y que cuanto más guapas son más las odias… pero a nosotros nos ocurre lo contrario… así que tengo otro plan que nos puede dejar a todos contentos.

– ¿Qué hago, “Judas”? -inquirió “Anás” Dubiutzky.

– Esperemos a ver qué plan es ese…

– Muy sencillo. A nosotros cuatro nos encantaría gozar de esta mujer toda la noche antes de que Mustafá la obligue a formar parte de su red de prostitutas. He pensado que lo mejor es que, para divetirnos un poco con ella, nos juguemos a esta mujer a las cartas.

– ¡¡Perfecto plan!! -aplaudió Mustafá “El Loco”

– Esperad que piense un poco antes de decidir.

– Perdonen caballeros, pero tengo ganas de usar el aseo.

– ¡Está bien!. ¡Acepto que os la juguéis a las cartas antes de que Mustafá la enrole en su negocio!. Y… bueno… tienes solamente un máximo de veinte minutos para que uses el baño, te arregles y regreses lo más atractiva que puedas… al fin y al cabo a mí me da lo mismo que existas o que no existas. Pero no irás sola, por supuesto.

– Preferiría ir sola.

– Pues te confundes bombón. ¡”Anás”, acompáñala al aseo del camarote de los invitados y entra en el baño con ella para no perderla de vista ni un segundo!.

– ¡Será para mí un enorme placer verla completamente desnuda!.

– ¡Escucha bien, “Anás”, no es tuya ni te pertenece y sólo uno de nosotros cuatro puede gozar esta noche de ella… así que mírala todo lo que quieras… pero nada más!…

– ¿Y quién te ha dado permiso para que tú ordenes lo que hay que hacer con ella o no hay que hacer con ella, Mustafá de las narices?. Yo opino lo contrario… y si tienes ganas de hacerlo con ella no te contengas ni un sólo segundo, “Anás”… porque para eso eres compatriota mío. Primero tú, después “Caifás” Ehrlich y luego el más afortunado de estos cuatro… ¿estáis todos de acuerdo?.

– ¡Yo no estoy de acuerdo, “Judas”!.

– ¡Te repito por última vez, Mustafá de las narices, que aquí el que manda soy yo!. ¿Alguien más está en contra de lo que he mandado hacer?.

– Todos estamos de acuerdo.

– Bien, “Yamaha”, al fin y al cabo eres el único que sabe esperar. ¡Ojalá tengas suerte con las cartas y sea para ti!. Y ahora, “Anás” haz lo que te he mandado… pero primero déjala que haga sus necesidades… para que puedas gozar mejor con ella.

– Entendido, “Judas”. Una para todos y todos para una…

– Ni hablar. Tú y “Caifás” Ehrlich tenéis la suerte de ser judíos como yo… pero de estos cuatro ignorantes e incultos seres sólo uno la va a gozar toda la noche. !Que las cartas dicten sentencia, yo me lavo las manos como hizo Pilatos, y ya puedes llevártela lejos de mi presencia!.

Eva María y “Anás” salieron del camarote de “Judas” dirigiéndose al de los invitados especiales.

– Se me ocurre una idea de cómo podemos jugar.

– Adelante, “Yamaha”, me da la sensación de que eres el más inteligente de los cuatro.

– Los japoneses sabemos muy bien cómo hacer las cosas con intensidad.

– Pues espero que sea para tí… de verdad que espero que sea para tí…

– ¡Creía que eras imparcial en esto, “Judas”!.

– !No deseo discutir contigo “Chepa”… así que pon atención a las explicaciones de “Yamaha”!.

– Es interesante. Muy interesante.

– ¡Suéltalo ya, “Yamaha”!.

– No te inquietes tanto, Mustafá de las narices, y deja que “Yamaha” os lo explique.

– Todos estamos de acuerdo en que con sólo veinte años de edad es todavía una chica… ¿no es cierto?… ¡un monumento de mujer pero solamente una chica todavía!.

– Es cierto, “Yamaha””.

– Gracias, “Cicatrices”, pero por eso es más apetitosa. Así que, para que todos partamos con las mismas oportunidades, lo mejor que podemos hacer es ir barajando las cartas y cortando. Quienes vayan sacando la carta de mayor puntuación queda eliminado automáticamente hasta que queden al final dos contrincantes. El asunto es que gana quien saque la carta de numeracíón más chica y, cómo sabéis, el as es la más chica y el rey es la más alta. Quien vaya sacando las numeraciones más altas se va quedando eliminado.

– Yo lo llamaría órdago a bordo -y no pudo aguantarse la maléfica sonrisa “Judas” Rosemberg.

– Empecemos ya… qué sólo tengan veinte minutos escasos esos dos mierdas…

– No llames mierdas a mis compatriotas, “Chepa”, o ya sabes lo que hago con quienes me caen fatal.

– No perdamos tiempo.

– Haced caso a “Yamaha” y no discutáis que el tiempo vuela…

– Está bien, “Judas”, pero si me toca a mí espero que no me la quites.

– No te preocupes, “Chepa”… dicen por ahí que todos los chepudos tenéis suerte.

Comenzó por barajar las cartas el estadounidense “Cicatrices”, cortó y sacó un cinco.

– No está mal. Con un cinco puedo tener aspiraciones.

El segundo en barajar las cartas y hacer el corte fue “Yamaha” y sacó una sota.

– ¡Maldición, “Yamaha”, yo creía que eras más inteligente!.

– No te preocupes “Judas”… yo soy optimista.

Pero el siguiente en barajar y cortar fue el ruso “Chepa” y sacó un seis.

– Me acabo de salvar… sigo en la pelea…

– ¡Faltas tú, Mustafá de las narices!.

El último fue el libio Mustafá quien sacó otro seis.

– ¡¡Maldición!! -perdió su flemática compostura el japonés.

– ¡Aoki!. ¡Aoki!. ¡¡Pensé que eras más inteligente!!.

– ¡Esto no es cuestión de inteligencia, “Judas”… no me convence este sistema!.

– Te aguantas… tú fuiste precisamente quien pusiste las normas del juego…

– Sí, “Judas”, pero no es justo quedar eliminado por una sola carta. Yo opino ahora que habría que perder tres veces para quedar eliminado.

– Ni tenemos tiempo ni es justo que ahora cambiemos las reglas de juego -intervino
“Cicatrices”.

– Le doy la razón a Joe… no podéis cambiar las normas y menos tú, “Yamaha”.

“Anás” Dubiutzky iba tan emocionado por lo que le esperaba tras aquella puerta que, cuando llegaron al camerino para los invitados ilustres, bajó la guardia. Sólo fue un segundo de descuido pero Eva María, totalmente concentrada, lo supo aprovechar por completo dando un tremendo codazo en los riñones del israelita, el cual, con el agudo dolor que le produjo se retorció hacia adelante mientras ella, ladeándose hacia la derecha le atizó un golpe seco, con el dorso de su mano izquierda, en las cervicales. “Anás” quedó tumbado hecho un ovillo en la misma puerta de entrada.

– Ahora veremos quien de vosotros queda eliminado -seguía riéndose “Judas” Rosemberg.

Barajó Joe “Cicatrices” Johnson y cortó. Sacó un tres de copas.

– ¡Bravo!. ¡Continúo en la pelea!.

– No cantes victoria antes de tiempo, Joe, con mejores cartas he visto perder a algunos.

– Sí, “Judas”, pero eso es en otros juegos. ¡Yo estoy seguro de que paso la eliminatoria!.

El siguiente fue Serguei Lomanov “El Chepa” y sacó un dos de espadas.

– ¡Toma ya, yanqui de las narices!. ¡Ya soy finalista!.

A Mustafá “El Loco” le temblaba el pulso mientras se lo pensaba antes de cortar.

– ¡Deja de sudar, Mustafá!. ¡Y corta la baraja!.

– Un momento, “Judas”, un momento. Estoy apurado pero no desesperado.

– Pero me estás desesperando a mí… así que… ¡corta ya o te corto la mano en este mismo instante! -“Judas” había sacado de su chaqueta un cuchillo afiladísimo.

“El Loco” tembló de miedo mientras cortaba y… ¡sacó el dos de bastos!.

– ¡¡No puede ser!!. ¡¡No puede ser!! -se quejaba dando alaridos “Cicatrices” Johnson.

– Lo siento, compañero. El juego es el juego y tú has jugado muy bien… así que haz el favor de abandonar la batalla porque has perdido.

– ¡Pero no puede ser, “Judas”!. Este Mustafá de las narices tiene demasiada suerte para ser verdad. ¡Estoy seguro de que estos naipes están trucados!.

– ¡Nada de nada, yanqui!. Te fastidias. Yo paso a la final contra “Chepa”.

En el exterior, el timonel “Caifás” Davidman estaba inquieto. Pasaban ya muchos minutos sin saber de su compinche “Anás” Dubiutzky.

– ¡”Anás”!. ¿Dónde estás, “Anás”?.

Como nadie respondió a su llamada pensó que algo no iba bien… así que decidió dejar el timón por unos minutos mientras buscaba por la borda a su querido compatriota.

– ¿Por dónde diablos andas, “Anás”?.

De pronto se lo encontró tirado en el suelo y como muerto. Se agachó para tomarle el pulso y comprobar que todavía estaba vivo, pero Eva María no perdió el tiempo y, surgiendo rápidamente desde el interior del camerino, le propinó una monumental patada en la cabeza que dejó, instantáneamente, liquidado a “Caifás”.

Ahora no debía perder el tiempo. Tomó su bolsa impermeable y se dirigió hacia la puerta donde los cuatro mafiosos estaban echando a suertes con quién debería pasar la noche entera.

– Espero que sepas aceptar la derrota, Mustafá…

– Ya lo sé. Ya sé que me odias a muerte, “Judas” Rosemberg, pero estoy dispuesto a todo… con tal de que sea mía…

– Eso será si me vences -terció “El Chepa”.

– Baraja ya… ruso iluso…

– Nada de pareados ahora… la cuestión no es de parear sino aparear.

– No me gustan tus chistes, “Chepa”… nunca me han gustado tus chistes…

– Lo siento Judas pero ha empezado él.

– Parecéis dos niños discutiendo idioteces. ¡Haz el favor de jugar ya!.

El ruso Serguei Lomanov “El Chepa” barajó, hizo el corte y sacó el as de oros.

– ¡¡Vencí!!. ¡¡Vencí y convencí!!. ¡Ya decía yo que los chepudos somos hombres con suerte!.

Al libio Mustafá “El Loco” le temblaba el labio inferior.

– ¿Qué te sucede, Mustafá de las narices?.

– Yo no creo en la suerte de los chepudos.

– Juega y no digas más idioteces.

– Yo seré idiota, “Chepa”, pero tú eres muchos más imbécil que yo.

Mientras esta discusión absurda para hombres ya muy viejos, pues todos rebasaban los setenta años de edad, se desarrollaba dentro del camerino, Eva María hacía su labor. Una vez terminada, se acercó a la borda y llamó por su teléfono móvil.

– Hola.

– ¡Operación terminada con éxito, capitán!. Ya he colocado el artefacto.

– ¡¡Sal de ahí inemediatamente, Eva María!!. ¡¡Sal de ahí inmediatamente si no quieres volar en mil pedazos!!. ¡¡Al agua!!. ¡¡Rápido!!. ¡¡Es cuestión de segundos!!. Te espero en la playa de la Arcadia. ¡¡Aléjate cuanto antes de ahí o no vivirás para contarlo!!. ¡Vamos, Eva Maria, te espero en la playa de la Arcadia!.

Ante la sorpresa general, Mustafá seguía teniendo suerte pues tras barajar y cortar los naipes sacó un as de copas.

– ¡¡Gané!!.

– ¡¡Nada de eso!!. ¡¡Hemos empatado y hay que desempatar!!.

– ¡He ganado yo, “Judas”!… ¿verdad que he ganado yo?.

– ¡Los dos hemos sacado un as así que hemos empatado!.

– Perdona, “Chepa”, sabes que aunque tú me caes mal, este Mustafá de las narices me cae peor pero… ¡ha ganado él!. El as de copas vale menos que el as de oros. Y no hablo en sentido metafórico.

Mustafá ya no esperó más tiempo. Se levantó y salíó corriendo hacia la puerta.

– ¡Voy a ver cuánto tiene de Eva y cuánto tiene de María!.

Eva María ya se había lanzado al agua, con la bolsa impermeable cruzada sobre el pecho, y nadaba desesperadamente para alejarse del catamarán.

Y al abrir Mustafá la puerta… ¡¡¡bum!!!… la tremenda explosión partió en miles de pedazos al catamarán y a todos los rufianes que estaban dentro de él.

– ¡No la diviso por ninguna parte, capitán, no la diviso por ninguna parte!.

– Tiene que estar en el mar… un poco más de paciencia, Mijail.

– ¡No, capitán!. ¡Ha debido de morir!. ¡No le ha dado tiempo de escapar de los efectos de la explosión!.

– Solo un momento más. Yo tengo confianza en que se haya salvado.

– Lamentablemente no es así, capitán… ¡¡ha muerto con la explosión!!.

– Ha sido culpa mía. Nunca debí dejarla que lo intentara.

– Lo peor de todo es que hemos perdido toda posibilidad de acabar con las mafias.

– Lo peor de todo es que ella ha muerto, Mijail. ¿Qué me importan a mí las redes de las mafias si ella ha muerto?.

– Es cierto, capitán, ella valía más que todos los mafiosos de la Tierra juntos.

– Vámonos de aquí, Mijail. Fin del sueño.

El capitán y Mijail Velev se alejaron de la playa. La noche ya empezaba a oscurecer el ambiente y no podían divisar ningún rastro de ella. La brasileña había muerto.

– ¡¡Capitán!!. ¡¡Capitán!!. ¡¡Aquí!!. ¡¡No puedo más!!.

El capitán Joseph Orwell dio media vuelta completa.

– ¡¡Está viva, Bojidar!!. ¡Está viva!.

Y se lanzó, sin preocuparse de sus ropas, hacia el punto donde ella se debatía para poder sobrevivir.

– Espera… ya estoy aquí… vamos… déjate arrastrar por mí… afloja los músculos y deja que te guíe hasta la playa. Para algo deben servirme mis estudios de primeros auxilios.

Ya en la playa, él la cubrió con el abrigo que le ofreció Bojidar Velev y la abrazó fuertemente.

– ¡Creíamos que habías muerto!.

– Gracias a Dios estoy viva para contarlo y tengo mucho que contar.

– ¿Qué has descubierto?.

– Abre la bolsa, capitán… ahí tienes la grabación de todo lo que han dicho en el catamarán. El más rufián de todos quiso hacer de mí carne para los tiburones pero, ahora, por lo que he visto y presenciado, él sí que está a merced de los escualos.

– Él no… Eva María… los pedazos que quedan de él y de todos sus compinches sí. Pero ahora lo importante es alejarnos de aquí antes de que llegue la bofia ucraniana.

Se oía el ulular de las sirenas llegando hacia el puerto.

– Tengo el coche preparado, capitán.

– Vamos, Eva María, Bojidar sabe muy bien por donde circular sin llamar la atención.

– A donde nos dirigimos…

– Al Restaurante Klarabara. Te mereces una buena cena.

– Pero hay todavía algo que hacer mucho más importante que ir a cenar, capitán.

– Nada hay más importante que verte viva.

– Escucha, Joseph, tenemos que estar en el Hotel Zirka antes de que suenen las doce de la noche.

– Está bien. Tenemos tiempo de sobra. Sólo son las diez y media.

– Con más razón para no tener que improvisar demasiado.

– ¿Qué va a suceder en ese hotel a las doce de la noche?.

– Mejor escúchalo en la grabación. Yo estoy agotada.

El capitán Joseph Orwell escuchó todo lo que se había hablado en la reunión del camarote del ya inexistente catamarán “Barrabás”.

– Vamos al Hotel Zirka, Bojidar, directo y sin llamar mucho la atención.

– Capitán… ¿usted cree que con Eva María se puede pasar desapercibido?.

– No. Por supuesto que no. Por eso procura dar un rodeo…

– ¿Para qué dar un rodeo?.

– No debemos cruzarnos con ningún policía ucraniano.

– Está bien. Sé de sobra cómo circular por mi ciudad sin llamar la atención. Aunque nací en Sofía, los soviéticos deportaron a mi padre a esta ciudad y siempre me he criado en Odesa.

– Bueno, Eva María, ha llegado la hora de presentarte a Bojidar Velev, el mejor agente que tengo en Ucrania.

– Yo pensaba que todo iba a quedar entre nosotros dos solamente. El asunto no es para que todo el mundo lo sepa.

– Bojidar no es como Judas. Por cierto… ese tal “Judas” Rosemberg… ¿qué tal tipo era?.

– Un ser despreciable, capitán, para todas las mujeres y, sobre todo, para las más guapas.

– No me cuentes más… entiendo lo que me quieres decir…

– Ya lo has escuchado…

– Bien. Llegamos al Hotel Zirka, capitán.

– Tú quédate dentro del coche hasta que salgamos. Es mejor que entre una pareja a no que entremos los tres juntos. Despertaríamos sospechas en caso contrario.

Al agente Bojidar Velev se le escapó un sonrisa.

– No me gustan esos chistes, capitán… ya estoy harta de escuchar chistes…

– No te enfades, Eva María… procuraré trabajar en serio. En el maletero tienes unos zapatos que te van a parecer canoas porque el número de los pies de Bojidar es un cincuenta y dos.

– Sin bromas, capitán, hemos dicho sin bromas…

– Es que no es una broma… venga… póntelos y vamos para adentro. Ni se te ocurra quitarte el abrigo porque entonces no puedo responder de lo que suceda…

– Si no te conociese tanto pensaría que eres machista.

– No empecemos ahora con eso…

– Sí. Bastante he tenido que soportar con el Mustafá de las narices.

Entraron al desierto salón donde se encontraba la recepción y el capitán Joseph Orwell tomó la iniciativa.

– Buenas noches.

– ¿Qué desean? -les contestó un señor bajo, gordo, con una enorme cabeza y un bigote al estilo del siglo XIX.

– Esta dama tiene reservada la habitación matrimonial número 13.

– ¿Cómo se llama?.

– Eva María Amorim.

– ¡Imposible atender su petición, caballero!. ¡Esa habitación está reservada esta noche para Máxima Emilianova Bonev y no se parecen en nada!.

– Esta dama es la compañera sentimental de Máxima Emilianova Bonev.

– Lo tenían que haber dicho antes. Esta es la llave… señorita… bueno… supongo que es usted la señorita…

– No lo dude ni un instante.

– Me apellido Jerkov. Es para mí un honor atender a tan bella señorita -y el recepcionista entregó la llave al capitán.

– Vamos, Eva María, toma la llave y sube a la habitación. Sólo tienes media hora.

– Pero… ¿no va a pasar la noche con su amada?.

– Eso no es de su incumbencia. De momento dejemos la cosa como están y procure no irse de la boca.

El capitán enseñó la placa de la Interpol al asombrado Jerkov.

– Si se pone pesado es usted hombre muerto -y le entregó un billete de mil dólares.

– Mi boca es una tumba.

– Mejor que su boca sea una tumba y no todo su cuerpo. Por cierto… está usted demasiado pasado de peso. Yo le recomendaría que practicase algún deporte.

Eva María subió rápidamente a la habitación número 13 mientras el capitán seguía distrayendo la atención el recepcionista para que no pensara en ella.

– Antes practicaba el tenis.

– ¿Y por qué lo dejó usted?.

– Diga mejor por quién lo dejé.

– ¿Alguna mujer acaso?.

– Eso es, señor. Una mujer acabó con mi carrera de tenista.

– ¿Era usted profesional?.

– No. Pero lo intentaba ser cuando ella apareció en mi camino.

– De las mujeres hay que preocuparse más que de un animal carnívoro… ¿sabía usted eso?.

– Ni se le ocurra decirlo delante de mi esposa.

En esos instantes apareció Eva María Amorim con el grueso sobre manila en su mano derecha.

– ¡Toma, capitán!. Aquí está completamente todo.

– Salgamos rápidamente del hotel, Eva María, y ahora no me negarás que te mereces esa cena en el Klarabara.

– Ahora sí. ¿Dónde está eso?.

En la calle les esperaba ya con el motor del automóvil en marcha el agente Bojidar Ganev.

– No. Sal del coche, Bojidar. Ahora conduzco yo. Tú tienes que quedarte en el hall del hotel y cuando aparezca la inescrupulosa Máxima Emilianova Bonev ya sabes lo que tienes que hacer.

– Siempre me toca hacer la peor parte a mí. Por un día preferiría estar en su lugar, capitán.

– ¿Tú también sabes hacer bromas machistas?.

– Perdónale, Eva María, no lo dice por eso…

– Pero sí lo digo por eso, capitán…

– Venga… en serio… quédate en el hall del hotel y la detienes de inmediato. Con ella detenida lo demás caerá por su propio peso. Es la instigadora intelectual de todas las mafias.

El capitán Joseph Orwell y la bellísima brasileña subieron al automóvil. Orwell arrancó con destino al Restaurante Klarabara de la Ciudad Jardín de Odessa.

A las doce en punto llegaba la despampanante rubia Máxima Emilianova Bonev al hotel Zirka. Se le cruzó, de inmediato, el gigantesco Bojidar Ganev.

– ¿Que hace usted, torpe?.

– Eso de torpe es sólo un decir. Necesito hablar con usted un momento.

– Pero yo no hablo con hombres desconocidos.

– Si le digo que me llamo Bojidar Ganev dejo de ser un desconocido.

– Que le repito que no quiero hablar con ningún hombre.

– Y yo le digo que tiene que venir conmigo.

– ¿Está usted loco?.

– Si lo estoy no es por su culpa, desde luego…

– ¿Acaso está usted borracho?.

– Bien. Dejemos de jugar al gato y al ratón. En estos momentos no estoy para perder el tiempo. Llevo todo el día en tensión y quiero descansar cuanto antes.

– Entonces déjeme pasar y váyase a su casa a dormir la mona.

– Pero resulta que aquí la mona es usted. Así que vamos… directos a comisaría…

– Pero… ¿usted quién se cree que es?. Pienso quejarme ante las autoridades policiales por su impertinencia.

– No se preocupe por las autoridades. Yo soy autoridad y si no me cree mire…

Bojidar Ganev le enseñó su placa de agente de Interpol. Y ella se dio cuenta de que había perdido…

– ¿Qué quieres cenar, Eva María?.

– Prefiero que tú elijas porque siempre he confiado en tu buen gusto tanto en la comida como con las mujeres.

– Bueno, en lo de las mujeres es cierto, pero en cuanto a la cena espero tener suerte. ¿Qué te parece de primer plato una sopa Solianka?.

– ¿Qué es?.

– Una especie de sopa, muy especiada, típica de la cocina rusa y ucraniana. Puede que fuera popular en Ucrania ya en el siglo XVII. Existen tres tipos diferentes de solianka, donde los principales ingredientes son carne, pescado o setas. Todo ellos contienen pepino encurtido con salmuera, a menudo repollo, seta en salazón, nata y eneldo. La sopa se prepara cocinando los pepinos y añadiendo los otros ingredientes.

– Que sea de pescado. Estando en una ciudad portuaria debe estar sabroso el pescado por aquí.

– Perfecto. ¿Y de segundo puede ser pollo Kiev?. ¿Te gusta el pollo?.

– Me encanta el pollo por la noche. ¿Qué es el pollo Kiev?.

– El pollo Kiev es un plato de pechuga de pollo deshuesada, aporreada y enrollada alrededor de un trozo de mantequilla de ajo sin sal fría, que se empana y se fríe u hornea. Esta forma de preparar el pollo probablemente no tenga origen ucraniano, como sugeriría el nombre de Kiev, su capital. El historiador gastronómico ruso William Pokhlebkin afirmaba que la receta fue inventada en el Merchants’ Club de Moscú a principios del siglo XX y fue bautizada pollo Kiev en algún restaurante ruso años después.

– ¿Y qué me recomiendas como postre?.

– Tarta de manzana sin azúcar. Aquí lo sirven fantásticamente bien. Y no olvidemos acompañarlo todo con una botella de champán Bollinger… en memoria del desaparecido “Judas” Rosemberg.

Eva María comenzó a reír.

– Eso es… reír es lo más sano de una buena cena…

– Si no fuese por que estás casado y eres completamente fiel a tu esposa…

– No sigas.

– ¿Es que no podrías hacer una sola excepción conmigo?.

– ¿Tú engañarías a tu esposo por cualquier otro hombre?.

– Tú no eres cualquier otro hombre así que… contigo si lo haría…

– Cena tranquilamente. Mañana saldrá el sol y nos vamos para casa. A mí me está esperando ella y yo jamás la tracionaría por ninguna otra… aunque se llame Eva María Amorim y sea un monumento.

– Por eso te admiro más.

– Y, sin embargo, no hago ningún esfuerzo para que nadie me admire.

– Entonces… cenemos y mañana será otro día…

– Cenemos. Mañana será otro día y la distancia será un olvido.

– Pero yo no deseo olvidarte ni olvidar que me has salvado la vida.

– Tú has salvado muchas más vidas esta noche que yo en toda mi vida.

– Te equivocas. Fuiste tú quien dio la idea…

– Pero es que las ideas no son de nadie…

– Sin embargo alguien debe apuntarse el tanto.

– Digamos que Dios.

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