Los famosos cipayos de los que tanto hablaba el abuelito de “La Familia Cebolleta” en los tebeos españoles de los años 50 y 60 (cuya palabra, en el lenguaje persa, se escribe “sepahi”) fueron, durante los siglos XVIII y XIX, soldados indios al servicio de Francia, de Portugal y de Gran Bretaña.Fue muy famosa la rebelión de los cipayos de 1857-1858 (Nota sacada del Pequeño Larousse Ilustrado del año 2007).
Según Wikipedia: Un cipayo (en idioma persa: Sipahi; en turco: Spahi, deletreado, Sepahi, o Spakh; en inglés: Sepoy, en francés:Cipaye; en otros idiomas europeor Sepahi o Espahí, debido al turco) era un miembro de una tropa de caballería de élite incluida dentro de las Seis Divisiones de la Caballería del Imperio otomano y que normalmente procedía del Magreb.
El nombre proviene del سپاهی persa Sepâhi, que significa «soldado». El estatus de los cipayos se asemejaba al de los caballeros europeos medievales. El cipayo era titular de un feudo (timar) concedido directamente por el Sultán Otomano, y tenía derecho a todos los ingresos del mismo a cambio de sus servicios como militar. Posteriormente, en el imperio Británico, se conocía como cipayo a un nativo de la India reclutado como soldado al servicio del poder europeo, normalmente del Reino Unido, pero también extendido su uso a los ejércitos coloniales de Francia y Portugal. En forma específica, fue el término usado en el ejército británico de la India para el rango de recluta (o soldado raso) de la infantería. El rango equivalente en la caballería inglesa se denominaba sowar. Generalizando, en el idioma español, el término se utiliza de forma despreciativa para referirse a un secuaz a sueldo.
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Rebelión de la India de 1857.- La Rebelión de la India de 1857, como se la conoce en la India o, como algunos historiadores la llaman también, Motín de la India o Rebelión de los Cipayos, es narrada de acuerdo a los británicos, quienes ganaron la guerra, en una forma y por los rebeldes indios, que la perdieron, en forma diferente. La controversia en ambas narrativas es agravada por la serie de atrocidades que se cometieron en ambos bandos.
La Compañía Británica de las Indias Orientales obtuvo el poder sobre el principado de Diwani en Bengala después de ganar la batalla de Plassey en 1757, la cual colocó bajo su dependencia a gran parte del Decán. La victoria en la batalla de Buxar en 1764 añadió Nizamat a su regencia.
En 1845, la Compañía había logrado extender su control sobre la provincia de Sindh tras una sangrienta campaña bélica. En 1848 tuvo lugar la Segunda Guerra Anglo-Sikh y la Compañía logró el control de Punjab también. En 1853 el líder maratha, Nana Sahib fue despojado de sus títulos y de su pensión, pasando a ser subordinado de los británicos.
En 1854 Berar fue anexada al dominio de la Compañía Británica de las Indias Orientales. En 1856 el estado de Awadh/Oudh fue también añadido a la regencia de la Compañía. Poco después el imperio mogol, que mantenía un poder puramente nominal ante los británicos, sucumbió en su totalidad ante el dominio británico, siendo el emperador Bahadur Shah Zafar el último de esta dinastía.
La rebelión de los indios tuvo diversas causas religiosas, sociales, políticas y económicas. Los cipayos hacía tiempo que venían acumulando animadversiones contra la Compañía Británica de las Indias Orientales, principalmente por las diferencias étnicas entre los oficiales británicos y las tropas indias.
Por otra parte, los indios no veían con buenos ojos la rápida ocupación de territorios por parte de la Compañía y la introducción de costumbres occidentales que dicha ocupación conllevaba, así como las conversiones de indios al cristianismo. Otro agravio fue la ilegalización de ciertas costumbres religiosas, tanto hindúes como musulmanas, las cuales se consideraban poco civilizadas por parte de los británicos. Por ejemplo, los británicos abolieron el matrimonio entre niños, el Sati (la cremación de las viudas en las piras funerales de sus fallecidos esposos) y el infanticidio de las niñas. Muchos de los esfuerzos de la Compañía Británica de las Indias Orientales se veían con desconfianza. Por ejemplo, la primera locomotora que arrancó de Bombay en 1850 se consideraba como un demonio por parte de los hinduistas. No obstante también había reformistas indios, muy notablemente Raja Ram Mohan Roy, que eran la verdadera fuerza detrás de estas reformas.
El sistema judicial, como era de esperarse en un régimen de ocupación extranjera, era injusto para los indios. El llamado Libro Azul que fue presentado ante la Cámara de los Comunes en 1856 y 1857 reveló que a los oficiales británicos se les otorgaba una serie de prerrogativas de apelación al ser acusados de brutalidad o de crímenes contra los indios.
La Compañía Británica de las Indias Orientales era una poderosa empresa de exportación cuya fuerza respaldaba gran parte de la colonización británica de la India. El poder de esta empresa llevó 150 años en lograrse. Ya en 1830 la compañía estaba muy activa, al punto que las dádivas a regentes y príncipes indios llegaban a 90.000 libras por año, una gran suma de dinero en aquella época. A través del soborno generalizado a aristócratas indios la Compañía podía operar en los mercados extranjeros a pesar de que las importaciones baratas del sureste de Asia de seda, algodón y otros productos eran perjudiciales a la economía de esas regiones.
En 1848, sin embargo, las dificultades financieras de la Compañía obligaban a una masiva expansión de los territorios británicos en el sur de Asia. La Compañía anexó doce reinos regentados por Rajás locales entre 1848 y 1854. En un artículo publicado por The New York Daily Tribune el 28 de julio de 1857, Karl Marx escribió «en 1854 el Raj británico de Berar, que comprende 80.000 millas cuadradas de terreno y una población entre cuatro y cinco millones de habitantes y enormes tesoros, ha anexado por la fuerza este territorio».
Para consolidar y controlar las colonias los británicos contaban con un ejército de 200.000 soldados nativos y 40.000 oficiales británicos. En 1857 los últimos vestigios de independencia en la India habían desaparecido y la Compañía exportaba toneladas de oro, seda, algodón y otros materiales de gran valor a Inglaterra cada año.
La región era gobernada bajo un sistema bastante duro y riguroso denominado Zamindari que facilitaba el cobro de impuestos a cargo de los rajás locales. En algunas regiones los campesinos fueron forzados a sustituir sus cultivos de productos para su subsistencia a plantaciones de índigo, café y té por orden del Raj Británico, que exigía dedicar atención sólo a los cultivos rentables para exportación. Esto ocasionó dificultades para los campesinos que no eran remunerados debidamente.
La industria local también sufrió de los rigores impuestos por la Compañía. Estableciendo muy bajas tarifas de importación, la India se veía inundada de telas baratas de Gran Bretaña, con las cuales las rudimentarias industrias indias no podían competir. De esta forma, la India que había sido un exportador de telas de lujo a Europa, se vio reducida a cultivar y exportar algodón, el cual era manufacturado en las fábricas de Gran Bretaña para elaborar textiles que luego serían subsecuentemente exportados a la India.
Los británicos crearon la “Doctrina del lapso” (The lapse doctrine, en inglés), como medio de aumentar los territorios bajo control directo británico. Según tal principio, si cualquier terrateniente (sea un rajá o un príncipe) fallecía sin un heredero masculino, sus territorios pasaban automáticamente a formar parte de la Compañía Británica de las Indias Orientales; inclusive si el difunto tenía un heredero por adopción, éste no era reconocido por la autoridad británica. Tampoco permitían los británicos que el terrateniente legase sus territorios a un tercero ajeno a su familia. Lord Dalhousie utilizó esta doctrina para tomar posesión de diversos reinos, entre ellos Pune, Nagpur y Jhansi, lo que movió a sus derrocados regentes locales a unirse a las tropas rebeldes. En ocho años, James Andrew Broun-Ramsay, Primer Marqués de Dalhousie y Gobernador General de la India anexó 650.000 km² de territorio a la Compañía, en detrimento de diversos terratenientes y rajás.
Los cipayos eran soldados indios que servían en el ejército de la Compañía bajo el mando de oficiales británicos. Estos oficiales eran entrenados en escuelas de guerra que tenía la Compañía en Inglaterra. Los enclaves de la Compañía en Bombay, Madrás y Bengala mantenían sus propios ejércitos con sus propios comandantes-en-jefe y tenían mayor contingente de tropas que el ejército del Imperio Británico. En 1857 había 257.000 cipayos. y a los soldados británicos se les conocía como Casacas rojas
La Compañía también reclutaba indios de otras castas diferentes a los brahmanes y los rajastaníes. Estos últimos son una casta guerrera de la parte occidental del norte de la India. En 1856 tropas de cipayos fueron a pelear en Birmania. La tradición hindú dictaba que aquellos que «atravesaban las aguas negras» perdían su casta en la comunidad hindú. Por esto los cipayos se antagonizaron muy profundamente al ser enviados fuera de India.
Los cipayos también estaban descontentos con varios aspectos de la vida militar. Si bien no estaban sujetos a ciertas normas exclusivas de los soldados británicos (como el castigo de azotes con látigo), la paga era relativamente baja y gozaban de pocas prestaciones. Cuando los británicos conquistaron Awadh y Punjab, los cipayos no recibieron la paga extra que representaba servir en estas regiones, por cuanto ya no se consideraban como misiones extranjeras.
El detonante de la rebelión fue, sin embargo, un nuevo fusil de avancarga. En efecto, por esta época el ejército fue armado con el fusil Enfield Modelo 1853. El cartucho de papel que utilizaba este fusil estaba cubierto por una membrana engrasada que debía rasgarse con los dientes para poder cargarlo en el fusil. Circulaba el rumor que esa grasa provenía de vacas o de cerdos, algo ofensivo tanto para los soldados hindúes como para los musulmanes, dado que consideraban el consumo de cualquier producto derivado de la vaca o el cerdo como algo prohibido por sus principios religiosos. Los británicos alegaron que la grasa no era de animales y trataron que los indios prepararan su propia grasa de abejas o vegetales. No obstante el rumor persistió. Inclusive se estableció un nuevo procedimiento mediante el cual el cartucho podía ser rasgado, no con los dientes, sino con las manos.
Por aquella época también se esparció el rumor entre los fieles hinduistas y musulmanes que el dominio británico “sólo duraría cien años”. Este dominio comenzó en 1757, tras la Batalla de Plassey, lo cual aumentó la inquietud al acercarse el centenario de dicho evento.
El 26 de febrero de 1857, el Regimiento 19º de Infantería de Bengala rehusó utilizar los nuevos cartuchos. El coronel del regimiento les exhortó a hacerlo, profundamente enojado, amenazándolos con artillería y caballería. Finalmente el jefe británico aceptó retirar sus amenazas tratando de buscar una solución pacífica al problema.
El 29 de marzo de ese mismo año en Barrackpore, cerca de Calcuta, un soldado cipayo del 34° Regimiento de Bengala (compuesto por nativos indios) atacó e hirió a un sargento británico y a su ayudante. Posteriormente corrió la versión que el soldado estaba en un trance religioso. Después que le fuera ordenado a otro soldado nativo su captura, el soldado se negó a cumplir la orden. Finalmente capturado el atacante, ambos soldados fueron ahorcados el 8 de abril. El regimiento completo fue desbandado como castigo por este incidente y porque se temía también una venganza contra los oficiales británicos. Los soldados de otros regimientos consideraron que el castigo había sido excesivo. El soldado que inició la revuelta se llamaba Mangal Pandey (1827-1857) y es considerado por los indios como uno de los primeros luchadores por la libertad de su país. en 1984, el gobierno indio emitió una estampilla para conmemorarlo.
El 9 de mayo, 85 soldados del 3er regimiento de Caballería Ligera también se negaron a utilizar los cartuchos. Fueron hechos prisioneros y sentenciados a 10 años de trabajos forzados, después de despojarlos de sus uniformes en público.
Al día siguiente, los Regimientos de caballería 10º y 20º de Bengala en Meerut, se sublevaron contra sus oficiales. Liberaron a los prisioneros del 3er regimiento y atacaron los enclaves europeos de la zona, matando a todo europeo que encontraron a su paso, incluyendo mujeres y niños, y quemando sus casas. Las fuerzas rebeldes fueron enfrentadas por las fuerzas británicas en Meerut, localidad que tenía el mayor contingente de tropas británicas de la India. Con la ayuda de 12 cañones, 2.038 soldados y oficiales británicos hicieron frente a 2.357 cipayos, quienes estaban desprovistos de artillería. Los comandantes de las fuerzas británicas en Meerut, sin embargo, reaccionaron tardíamente y no lograron detener a los cipayos, que se dirigieron a Delhi. Tampoco informó la guarnición de Meerut a otros cuarteles acerca de que se había producido una rebelión, todo bajo la creencia de que podrían contenerla ellos mismos.
El 11 de mayo los rebeldes llegaron a Delhi, donde encontraron refuerzos de otras tropas rebeldes y atacaron y capturaron el Fuerte Rojo (Lal Qila), matando a cinco británicos, incluyendo un oficial y dos mujeres. Lal Qila era la residencia oficial del emperador mogol Bahadur Shah Zafar, y los cipayos le pidieron retomar su trono. Si bien al principio se negó, finalmente accedió y se convirtió en el líder de la rebelión.
La rebelión comenzó a extenderse más allá de las fuerzas armadas, si bien no resultó tan popular como sus líderes esperaban. Los indios no estaban totalmente unidos. Si bien Bahadur Shah Zafar fue restituido en su trono mogol con poder real y efectivo, había facciones que querían que el trono lo ocuparan los marathas (temiendo una resurrección del Imperio Mogol) y, por su parte, los awadhis (del actual Uttar Pradesh) querían mantener el poder que su nawab tenía antes de la ocupación británica.
La guerra se centró principalmente en el norte y centro de la India. Delhi, Lucknow, Kanpur, Jhansi, Bareilly, Arrah y Jangdishpur fueron los lugares donde hubo mayores enfrentamientos. Hubo también proclamas de jihad o guerra santa por parte de algunos líderes musulmanes entre ellos Amhedullah Shah, lo cual hizo pensar a los británicos que eran los musulmanes la principal fuerza detrás de la rebelión.
Por otra parte, muchos indios respaldaban a los británicos debido a que rechazaban la idea del retorno del Imperio Mogol o de la Confederación Maratha y, además, porque la mayoría de rajás no percibían la existencia de una nación india, debido a las fuertes divisiones políticas, linguísticas, y religiosas, que habían prevalecido en el subcontinente durante muchos siglos. Estas fuerzas fueron cruciales para la recuperación por parte de los británicos de las zonas ocupadas por los rebeldes. Los Sikhs y pathans del Punjab, en el Noroeste de la India, respaldaban a los británicos y fueron una fuerza determinante en la captura de Delhi. Los gurkhas de Nepal también formaron parte del contingente británico, debido en parte a su tradicional hostilidad hacia los mogoles. El sur de la India, en la llanurá del Decán, se mantuvo relativamente pacífico, únicamente con brotes aislados de violencia. La mayoría de los estados del sur estaban regentados por los nizam de Hyderabad o de Mysore, los cuales no estaban sometidos a la ocupación británica directa y que mantenían pocos intereses en común (o incluso diferencias frontales) con los mogoles y marathas del centro y el norte.
Bahadur Shah Zafar se proclamó emperador de India. La población civil, la nobleza y otros dignatarios tomaron el juramento de obediencia y alianza con el emperador. Por otra parte su nombre fue añadido al Khutbah, lo que representaba el reconocimiento de los musulmanes que Bahadur era su legítimo rey.
Inicialmente las tropas indias lograron victorias sobre las fuerzas británicas, las cuales se replegaron. Los cipayos capturaron varias ciudades importantes tales como Haryana, Bihar y las provincias centrales. Las tropas británicas acantonadas en Meerut y Ambala, por otra parte, lograron resistir los ataques de los cipayos por varios meses. Sin embargo, las fuerzas británicas resultaron ser un formidable enemigo, principalmente debido a su superior armamento y mejor entrenamiento y estrategia. Los cipayos, por su parte, carecían de organización y de un eficaz liderazgo centralizado.
Al principio los británicos reaccionaron lentamente. Finalmente, sin embargo, tropas de Meerut y Simla fueron enviadas a Delhi, luchando contra los desorganizados contingentes indios a quienes paulatinamente fueron derrotando. Por otra parte, los británicos trajeron regimientos que habían luchado en la Guerra de Crimea, así como otros originalmente destinados a China.
Después de una marcha que duró dos meses, el ejército británico derrotó a las fuerzas indias en Badl-ke-Serai cerca de Delhi, obligando a dichas fuerzas a replegarse a esa ciudad. Los británicos sitiaron Delhi durante dos meses y no fue sino después del refuerzo recibido de tropas sikhs y gurkhas (enemistadas con los rebeldes indios) que lograron romper la resistencia de los cipayos. Las fuerzas británicas lograron entrar a través de la Puerta de Cachemira y tras una semana de intensa lucha en las calles lograron llegar al Fuerte Rojo donde residía el emperador mogol Bahadur Shah, quien huyó y se escondió en la tumba de Humayun. A este punto las tropas británicas reconquistaron la ciudad.
Las tropas británicas se lanzaron al saqueo de Delhi (de lo cual se habían abstenido al tomarla por vez primera en 1803) y un número considerable de indios, tanto combatientes como civiles fueron brutalmente asesinados en las mismas calles o dentro de sus casas, como represalia por los europeos ejecutados por los rebeldes. Varios sectores de la ciudad fueron bombardeados con fuego de la artillería, incluyendo las casas de dignatarios musulmanes. Los británicos lograron arrestar prontamente a Bahadur Shah II y al día siguiente de su arresto sus tres hijos fueron fusilados, luego decapitados, y sus cabezas llevadas ante Bahadur por las tropas británicas.
En junio de 1857 las tropas de cipayos bajo el mando del General Wheeler se rebelaron, aparentemente con la aprobación tácita del regente maratha, Nana Sahib, sitiando el acantonamiento europeo de Kanpur. El cerco de Kanpur duró tres semanas en donde los británicos resistieron con escasos alimentos y agua y frecuentes bajas. Finalmente el 25 de junio el Nana Sahib exigió la rendición a Wheeler, quien se vio obligado a aceptarla. El Nana Sahib prometió una segura retirada a los británicos, pero cuando éstos estaban listos a ser transportados en barcazas, los nativos prendieron fuego a éstas y los cipayos abrieron fuego contra los británicos, matando soldados y civiles. Únicamente una barcaza con cuatro soldados logró escapar.
Las mujeres y niños sobrevivientes fueron trasladados a Bibi-Ghar (Casa de las Damas) en Kanpur y mantenidos como rehenes. El 15 de julio, preocupado por el avance de las tropas británicas el Nana Sahib ordenó matar a todos esos rehenes, en la creencia que al no haber europeos vivos los británicos desistirían de su ataque. Esto resultó ser un error, pues el ataque continuó: los soldados británicos tomaron la ciudad y descubrieron lo sucedido. En el recinto de Bibi-Ghar aún quedaban las manchas de sangre y restos de cadáveres, con lo cual la propaganda imperialista británica logró un pretexto para cometer atrocidades contra los rebeldes. Los cipayos perdieron además el respaldo de una gran parte de la población india, al ser obvio que la represalia de los británicos sería especialmente salvaje. Durante el combate por la toma de Kanpur Nana Sahib desapareció y probablemente murió en su intento de escapar.
Cuando los británicos retomaron Kanpur, obligaron a los prisioneros cipayos a lamer las manchas de sangre de los lugares donde aniquilaron a los rehenes europeos, aún cuando la gran mayoría de cipayos se había negado a cumplir la orden de matar mujeres y niños desarmados. Posteriormente los prisioneros fueron ahorcados por los británicos.
La rebelión también surgió en el estado de Awadh (actualmente Uttar Pradesh) poco después de los eventos de Meerut. El comandante británico, Henry Lawrence, dirigía 1.700 soldados, incluyendo a cipayos leales. El primer asalto rebelde fracasó, pero seguidamente atacaron con artillería la posición británica, siendo Lawrence uno de los primeros en morir. Los rebeldes trataron de abrir brechas en los muros con explosivos, al mismo tiempo que cavaban túneles para entrar en el acantonamiento británico. Después de 90 días de asedio, los británicos apenas contaban con 350 soldados británicos, 300 cipayos y 550 civiles.
El 25 de septiembre millares de soldados de los regimientos Highlanders bajo el mando del General Sir Henry Havelock acudió a la ayuda de los británicos en Lucknow. En octubre, otra unidad de Highlanders bajo el comando de Sir Colin Campbell logró romper el cerco de los cipayos y evacuó a las tropas leales llevándolos a Kanpur, ciudad ya capturada por los británicos.
Jhansi era un estado regido por un rajá ex aliado de los marathas. Cuando el Rajá de Jhansi falleció sin descendencia masculina en 1852, el estado fue anexado de inmediato al Raj Británico alegando que el último rajá no tenía herederos varones. La viuda del rajá, Rani Lakshmi Bai protestó contra esta acción argumentando que no se le había permitido la adopción de un heredero como era permitido por la costumbre india.
Cuando la rebelión estalló, Jhansi se convirtió en importante centro de la revuelta. Un pequeño grupo de oficiales británicos se refugió en el fuerte de la ciudad de Jhansi y la Rani negoció su evacuación. Sin embargo, cuando los británicos salieron del fuerte fueron aniquilados por los rebeldes. Si bien la masacre bien pudo haber sido perpetrada sin la autorización de la Rani, los británicos la acusaron de complicidad.
En septiembre y octubre de 1857, la Rani logró defender exitosamente a Jhansi de los ataques de los rajás vecinos de Datia y Orchha. En marzo de 1858, el ejército británico comandado por el coronel Rose avanzó sobre Jhansi y sitió la ciudad. Posteriormente los británicos capturaron la ciudad y la Rani se escapó disfrazada.
El 1 de junio de 1858, Rani Lakshmi Bai y un grupo de marathas rebeldes capturaron la fortaleza de Gwalior en aquel entonces regida por regentes Shinde, que eran aliados de los británicos. La Rani murió tres semanas más tarde en los combates trabados al iniciarse el asalto de los británicos contra Gwalior, los cuales capturaron la ciudad tres días después de la muetre de la soberana.
Para finales de 1857 los británicos habían comenzado a ganar terreno en la batalla contra los rebeldes. Lucknow fue retomada definitivamente por Havelock y sus hombres en marzo de 1858. El 8 de julio de 1858 un tratado de paz fue firmado y la guerra cesó. Los últimos rebeldes fueron derrotados en Gwalior el 20 de junio de 1858. En 1859 los líderes de la rebelión habían sido liquidados o habían huido del país. Fue una guerra cruda y brutal en donde ambos bandos incurrieron en claros crímenes de guerra incluso para los estándares de 1857.
Al final, sin embargo, fueron los indios los que registraron el mayor número de bajas, al carecer de una dirección unificada y de un objetivo común, algunos pedían el retorno del Imperio Mogol, otros exigían resucitar la Confederación Maratha, y otras más simplemente reclamaban que los antiguos rajás desposeídos por los británicos (como el propio caso de la lideresa Rami Kakshmi Bai en Jhansi) volvieran a ocupar sus tronos sin mayor cambio. Muy escasas eran las voces rebeldes que reclamaban una unificación política de la India o insistían en que los diversos rajás y comunidades abandonaran sus diferencias. Los regionalismos e intereses particulares impidieron a los rebeldes formar un frente unido, mientras que las motivaciones iban desde los abusivos tributos contra los campesinos hasta la mera defensa de privilegios de élites locales contra los británicos.
Por el contrario, la Compañía Británica de las Indias Orientales y sus aliados indios mantenían un solo fin: preservar sus inmensas ventajas comerciales en el caso de los británicos y mantener privilegios regionales o de casta en el caso de los indios.
Debido a la forma sangrienta en que la rebelión se inició y la violencia indiscriminada desatada contra los europeos, especialmente la “”traición”” de Nana Sahib y la matanza de Kanpur (que incluyó la masacre de civiles), los británicos consideraban justificado el uso de similares tácticas. Sobre esta base, al final de la guerra la mayoría de los combatientes rebeldes que fueron apresados terminaron fusilados o ahorcados, al igual que un gran número de civiles indios quienes fueron percibidos como simpatizantes a la causa rebelde. De hecho, la “columna de castigo” británica de Havelock en Lucknow ganó horrible fama por causar incendios y destrucciones masivas en las aldeas y granjas de indios que hallaban a su paso, matando a sus ocupantes o condenando al hambre a sus sobrevivientes.
Peor aún, al saber de las matanzas de civiles en Delhi y Kanpur, ni la prensa británica, ni el gobierno de Londres abogaron por clemencia de cualquier índole, si bien el Gobernador General Canning trató de hacer ver lo contraproducente de las severas medidas en el pueblo indio. Los prisioneros rebeldes frecuentemente eran ajusticiados de un modo brutal y terrorífico para los seguidores del hinduismo: eran atados a la boca de un mediano cañón de campaña y al disparar la respectiva bala el cuerpo del prisionero era despedazado horriblemente por la explosión del proyectil. Semejante muerte no sólo era un espectáculo atroz para los sobrevivientes indios, sino que además dentro de las doctrinas del hinduismo suponía una venganza especialmente cruel: al destrozar violentamente el cuerpo de un difunto la reencarnación de éste resultaba casi imposible, condenándolo al desprecio divino. Esta represalia fue llamada por los indios «El viento del diablo».
En agosto de 1858 se emitió una proclama real mediante la cual la regencia de la India pasaba a la corona de manos de la Compañía Británica de las Indias Orientales. Un ministro del gabinete fue nombrado como la autoridad en asuntos de la India, así como un Virrey, quién sería el jefe ejecutivo de la región. Los británicos comenzaron un programa de reforma, tratando de integrar a las castas altas de la India al gobierno.
El Virrey abolió la ocupación de tierras, decretó tolerancia religiosa y admitió a indios en entidades gubernamentales, si bien siempre como subordinados de los británicos. El ejército también aumentó su contingente de tropas británicas de forma tal éstas no serían nunca menores a un tercio de cualquier regimiento y solo los británicos les era permitido manejar piezas de artillería. En 1877 la Reina Victoria tomó el título de Emperatriz de la India siguiendo el consejo del célebre Primer Ministro Benjamin Disraeli. Bahdur Shah fue condenado por traición y exiliado a Rangún, donde falleció en 1862, finalizando de esta forma la dinastía Mogol. 90 años después de finalizada la rebelión, India se emancipó de Gran Bretaña.
Revista Digital:
Resistencia al imperialismo. India: la revuelta de los cipayos. 1857-1859.- Los cipayos eran soldados indígenas encuadrados dentro del ejército británico de la India. En 1857 se rebelaron contra la metrópoli. El detonante de la revuelta estuvo ligado a razones de índole religiosa: el uso de grasa de cerdo (animal considerado impuro por hindúes y musulmanes) en la munición de un nuevo modelo de fusil utilizado por el ejército. Sin embargo, tras esta causa subyacían otros motivos de mayor calado, como los abusos cometidos por la Compañía comercial de las Indias Orientales, desafortunados cambios administrativos o las expropiaciones de tierras en el Norte de la India. La revuelta fue sofocada pero, como consecuencia de ella, la Compañía de las Indias Orientales fue disuelta y el territorio pasó a ser administrado directamente por la Corona Británica, es decir, por la mismísima reina Victoria I.
Una vez resuelta la independencia de la India, al retirarse Inglaterra de su misión de robo y rapiña, ellos, los ingleses dieron un ejemplo; Felicitaron a los aguerridos indios antiimperialistas, y a los cipayos los despreciaron y colgaron, como repudio a la indignidad…les usaron de alfombra y cuando ya no servían mas , les trataron como a una alfombra que ya no sirve…las ironías del poder no?. Aquí en mi país Argentina, se usa la palabra cipayo para denominar a todos aquellos traidores a los intereses de la Nación, también se les dice a los antiperonistas, pero eso era antes, ahora les dicen gorilas.Gracias por traer historia.Saludos.
Jejeje… curiosa y graciosa aportación al tema. Te lo agradezco Flama. Un saludo cordial.