Eran tiempos duros y ya vivíamos los 4 (mi esposa, mis dos hijas y yo) en la Calle San Roberto, número 10, habiendo dejado, hacía ya algunos años, la torre de pisos de “lujo” (lo de lujo es un decir y por eso lo pongo entre comillas) que existe cerca del Metro de Batán, en la calle madrileña de Villamanín; la torre de pisos en cuyos bajos fondos (porque de verdad parecían bajos fondos de ladrones y rateros porque hasta ratas había por allí) se encontraba el establecimiento correspondiente de Día. Así que había que subsistir Día a Día como se podía. Gracias a Dios que no morimos de inanición.
Alguien me dijo que aquel establecimiento Día (que ya se sabe que cada establecimiento Día tiene distintos propietarios) lo regentaba un tipo duro que, cuando pillaba a algún cliente o alguna clienta que pasaba mucha hambre, hurtando un pequeño envase de aceitunas, por aquello de poder subsistir con algo que llevarse a la boca, los castigaba duramente; pues era un tipo tan duro que les tomaba el nombre, el DNI y avisaba a la policía diciendo chulerías como “para vestir trajes o vestidos sí que están ustedes preparados pero para pasar hambre no me parece a mí que sea cosa de quitarme un envase de aceitunas de tan sólo 50 céntimos de valor”. Así que lo quise comprobar yo mismo.
En efecto. Era cierto que aquel tiparraco era más duro que el pedernal de La Pedriza de Madrid. Tomaba el DNI y avisaba a la policía por un simple envase de aceitunas de 50 céntimos nada más. Era inflexible. Era tan legal y tan legalista que era inflexible del todo. Pero mirad por donde, por esas cosas de la vida, el 27 de enero de aquel año de 1994 se convocó una huelga general en toda España. Esta huelga, celebrada el 27 de enero de 1994 (24 horas), fue convocada por CCOO y UGT contra la reforma laboral. Se suman los sindicatos minoritarios.
Y aquel tipo tan duro que tenía la mollera más dura que el pedernal de La Pedriza de Madrid, de repente que va, haciéndose el machito como siempre, y resulta que es un esquirol. Él, que presumía de ser un trabajador honrado, legal y legalista, hizo su agosto aquel día en su Día; ya que traicionó a la clase obrera (de la que tanto se ufanaba él pertenecer) y abrió las puertas de su establecimiento del Día. Y como todos los trabajadores y amas de casa pasábamos un poco de hambre… pues en aquel día de la huelga general el tipo duro, legal y legalista, se forró a costa de los trabajadores que secundaron la huelga; puesto que en su Caja ingresó más dinero que todo el resto del año junto. Menos mal que había otros establecimientos Día con gerentes mucho más humanos.
Vivir para ver. Pero fue realidad. Ya dice el dicho “cuando alguien sale bicho es bicho hasta su nicho” (este dicho me lo acabo de inventar como homenaje a aquel tiparraco de mollera más dura que el pedernal de La Pedriza de Madrid).
Por lo que veo la calidad de los productos Dia es igual que la calidad de sus empleados.
Jajaja, Nocturna. Verás. Los productos de los Día no son mucha cosa para decir la verdad, pero resulta que cada establecimiento Día, por lo menos en aquel entonces, eran propiedades de personas privadas y diferentes unos de otros… así que el verdadero problema (dejando a parte los productos que no es que sean gran cosa pero valen para alimentarse y salir del paso de algunos apuros cuando el dinero escasea) residía en la clase de personas que tenían la propiedad o, en otros casos, solamente quien regentaba el local en nombre del propietario. Un abrazo cordial.