La verdad es que no se está bien habiendo vivido lo mismo que yo. Supongo que la genética hará sus estragos en mi vida (sensibilidad), pero con esto y todo, percibo que no sería fácil para nadie.
No son las cosas del hoy las que perturban mi mente, sino el pasado infantil más pasado de todos (del nacimiento a los 11 años). En aquella época no disfrutaba de la vida como cualquier niño. Por el contrario, me sentía diariamente invadida por sentimientos profundamente tristes que quedaron atrapados en una especie de pozo sin fondo o vacío de lenguaje razonador.
Aquellos sentimientos amigdalanianos, ancestrales, basales, guían hoy mi vida sin un control percibido, y no porque no haya conseguido taparlos con éxito durante el tiempo que he tardado en llegar hasta aquí, sino porque una vez aquí, curar mi herida requiere abrirla y desinfectarla tres veces por semana.
Claro que me parece injusta la vida, como no. No le parecerá injusta al que sufre problemas evidentes, pero sí al que sufre por “nada”, como es mi caso.
Cualquiera podría decir: no le hagas caso al dolor. En realidad digo cualquiera cuando quiero decir yo misma. No le hagas caso al vacío… es fácil decirlo e incluso hacerlo. Reconozco que soy una persona muy dura. Resisto lo que me echen y es difícil notar dolor en mi rostro. Muchos dolores profundos pasaron “desapercibidos” a lo largo de mi existencia. La capacidad de encontrar juegos intelectuales es mi gran arma para enfrentar la ansiedad repentina y “absurda”. Puedo decir que en eso tuve suerte, nada de padres autoritarios (más bien ausentes). El juego intelectual me procura sabiduría, entendimiento, asociación, bienestar relativo.
Es fácil decir “olvídalo, vive tu vida”, pero me gustaría añadir para los cobardes, que también es fácil hacerlo. Se hace y punto, hay, en mi caso, mil remedios hogareños: dormir más de 8 horas, THC para disminuir sinapsis que procuran dolor, alcohol, la relación social ayuda-necesitado, la fusión con otra persona, el arte compartido (la gran víctima de nuestra estructura económica)… con esto quiero decir que, se puede uno obligar a estar bien y conseguirlo. Eso sí, el que lo haga, que se olvide de razonar con lógica sobre su identidad, de entender lo que realmente pasa a su alrededor y, por supuesto lo más importante, que olvide por completo que su problema tiene solución. Porque hay una cosa más cierta que todo lo que he dicho y es que la esperanza no cabe en la vida de una persona que decide olvidar.
En mi caso he de decir que la suerte me acompañó de nuevo. Choqué de frente con la verdad gracias al dinero. Y la verdad consistía en no olvidar… ¿Suerte? ¿Desagracia? Psicoanálisis.
Muy buen texto, Marianela. A esto lo llamo yo escribir con conciencia. Hay muchos y muchas que escriben solamente por escribir sin clase alguna para distinguir lo que es profundo de lo que es superficial. Sólo saben de la superficialidad. Pero a veces, a quienes nos da por escribir desde la primera infancia nos da por escribir con profundidad. Quizás el vacío que citas sea ese barranco por donde muchos no desean ascender literariamente no vaya a ser que se descubran sus naderías. Hay un escritor, cuyo nombre no recuerdo ahora, pero en el próximo comentario te digo quien fue que escribió una novela titulada “Naderías” y una famosa escritora ganó el Primer Premio Nadal con la novela titulada “Nada”. Te envío en el siguiente comentario el nombre de los dos escritores (él y ella) de España. En la Literatura a veces hay quienes se han subido a la cúspide sin pasar por las faldas; o sea, levantados por la palanca esa de la que alguien pudo haber dicho: “¡Dadme una palanca y moveré las letras!”. Desubicación. Yo a esos escritores les llamo apalancados de la desubicación. Todavía quedamos los otros y las otras; los que escribimos tontería y media hasta que nos proponemos escribir con profundidad para demostrar que somos capaces de escribir algo más “naderías” y algo más que “nada”. Te felicito.
La autora de “Nada” (gracias de nada te doy por anticipado) fue Carmen Laforet. Autores de “Naderías” hay, por desgracia, muchos… así que voy a ver si aprovecho la noche para descubrir al alguno de la amplia pléyade de “estrellas literarias” que han escrito “Naderías”. Con un poco de suerte hasta voy y me inspiro y escribo yo alguna “nadería” por aquello del nadar y guardar la ropa… no vaya a ser que nos expulsen de toda la Galaxia Literaria y tengamos otra vez que comenzar con aquello de “Érase una vez en un país de cuyo nombre no quiero acordarme un individuo escritor de los de hambre en el cerebro y bolígrafo de titanlux, pues de luces abundaba bajo las lunas menguantes que hasta se le menguaban los verbos y cambiáballes según le diesen permiso sus mercedes que, acompañado de un famélico galgo no corredor sino de los de pelo irlandés y un amigo más bien tirando a gordo, púsose a escribir verdades”…
Sí, de Laforet… lo leí la primera vez que escapé del “hogar”, cursando mi tercer 2º de bachiller (lo cursé tres veces), qué recuerdos… gracias.
La frase cervantina completa debe aumentar con “pues resultábase que era setter” y “con permiso de mis mercedes por ver si el amparo le llega a las horas nocturnas” (o algo así) y en cuanto a la novela “Naderías” no es una novela sino un poema escrito por Pruden. Gracias por seguir en Vorem.com dando pinceladas de buen escribir y lo digo de verdad: escribes muy bien.
Plena consciencia frente a ignorancia inducida y el psicoanálisis como vía para llegar a ella. Una profunda y sólida reflexión desde el conocimiento.
Plena consciencia como medicina contra el dolor existencial: ese ruido de fondo de las personas incapaces de conformarse, inquietas y necesitadas de sentirse plenas, de exprimir la vida. Sentimientos que, con el suficiente tiempo libre provocan insatisfacción, ansiedad, quizá autotortura…
Ser así es una desgracia o un don, depende cómo se mire: ¿De quién quieres rodearte? ¿Con quién prefieres hablar?
Una pregunta: estará relacionado quizá la necesidad de dejar huella en el mundo? con un sentimiento de estar llamado para algo más?
Excelente comentario, Alberto, y muy bueno tu punto de vista que, en este caso, comparto del todo.
Claro que está relacionado. En realidad significan cosas muy parecidas: “sentir que se está llamado para algo más” y “necesitar dejar huella”. Tienen en común que son autopreguntas fruto de un malestar interno. Creo que serían más las consecuencias de un sentimiento negativo interno prolongado (del que, la mayor parte de las veces, no somos conscientes siquiera). Es decir, primero se siente algo (malestar, tristeza, ansiedad…) durante un tiempo. Cuando la mente no encuentra justificación a ese malestar busca porqués y se hace preguntas como las que has elaborado tú: cuál es mi cometido aquí?. También pasa que, cuando no encontramos la causa en algo externo (medible: me ha dejao mi pareja, mis amigos ya no me llaman…), los más idealistas, soñadores, sufridores, o como lo quieras llamar, alcanzamos reflexiones muy abstractas y pensamientos globales ideales sobre el mundo y nosotros mismos. Un besito grande, Alberto: mmmchua!
La relación existente entre dos cosas parecidas como es el “sentir” y el “sentimiento” es la distancia que existe entre el tiempo que dura un malestar (“sentir”) y el tiempo que dura superar ese malestar (“sentimiento”) lo cual implica conocer que cuando alguien nos olvida no es el olvido de ese alguien es que nos deja huella sino recordar que ese alguien nos olvidó; cosas, por cierto, muy diferentes. Cuando conocemos ciertas expresiones vitales empezamos a expresarnos con abstracciones pero no olvidamos nunca que lo concreto se materializa a través del espíritu y nuestros pensamientos, pasando por el tamiz del sentimiento, se nos hace realidad superada o realidad no superada según sea nuestra forma de vivirlo. Los ideales nunca se olvidan porque las ideas son infinitas mientras que lo abstracto que no se concretiza no es exactamente un conjunto de ideas superadoras de las experiencias vividas sino una forma de manifestar cierto sometimiento a las realidades no superadas; ahora bien para concretizar algo abstracto es bueno desarrollar un conjunto de ideas nuevas, ideas que definan lo abstracto con concreciones vitales (para comprender bien esto, por favor leed mi novela histórica titulada “Morir por ti Siempre” muy próxima ya a aparecer en las librerías.