Bendita idea de volar,
Benditas ganas de ir,
Benditas iniciativas aquellas,
Que me llevaron a ti;
Te negué más de mil veces,
Aborrecí tu nombre de pueblo,
Pues te llevaste a unos seres,
Que desde el alma contemplo;
Mas la vida es ordenada,
Aunque no entienda el desorden,
Suavemente me arrastrabas,
Hasta tu lecho que absorbe;
Aquello que era imposible,
Fue ocurriendo en mi interior,
Desde que llegue a tu orilla,
Tu río me enamoro;
Y fue tu rostro divino,
Verde como el pasto nuevo,
Calido sol que da abrigo,
Y el catatumbo en el ebano,
Lo que hizo darle gracias,
A Dios padre omnipotente,
Por esa tierra llamada,
Santa Bárbara y su gente;
Tu gente bella y solidaria,
Humilde y trabajadora,
Despertó en mí cual aurora,
Ganas de quererte más;
Así es como fui aprendiendo,
Que Dios escribe muy bello,
Y nos da regalos nuevos,
Cuando queremos jugar;
Santa Bárbara bendita,
Tú tienes en tu regazo,
A un hombre muy especial,
Que me ha tendido la mano;
El ha mostrado su sapiencia
Y su hermosa humanidad
He sabido que te ama
Más allá de su verdad.
Te siente, te cuida y ama,
Y te llama paraíso,
Aunque no estés arreglada,
O tengas puesto un vestido;
Como un buen hijo a su madre,
Te ama y te da valor,
Tú eres madre
Lo has parido,
Diste amor y protección;
El ha sido mi maestro,
Tu traductor de memorias,
Mi amigo, mi confidente,
Y mi maestro de obras,
Porque estoy edificando,
Bases para mi futuro,
Renovando el corazón,
Y nutriéndome de amor puro.
Supo darme humanidad,
Humildad y gran sentir,
Cuando me hablo de justicia,
Y de gente sin porvenir;
Gracias Santa Barbarita,
Por mantenerlo en tu lecho,
De ti no quiero apartarme,
Ni de él, aunque este lejos.
Te confieso tierra linda
Que hay una gran coincidencia,
Entre él y nosotras dos,
A los tres nos gusta dar,
Con afecto el corazón,
Aunque nos muerdan la mano,
O no nos miren siquiera,
Llena mas dar y sentir,
La alegría de aquel que entrega.
Ayer conocí a tus hijos,
A los que son olvidados,
A los que pariste Santa,
Y los llevas de tu mano;
Con ellos cante canciones,
Y conocí cosas nuevas,
Sentí miedo, sentí agrado,
Y sentí, no hay diferencia,
Entre su sonrisa y la mía,
Entre sus aplausos y jerga.
Tu luna me acompañó,
Le pidió relevo al sol,
Y tú seguiste guardando,
A tus hijos de las bestias,
Que creen que hacen justicia,
Desarmando vida ajena,
Vida que no le pertenece,
Ni siquiera a quien la lleva.
Pero yo no estaba sola,
Estaba el conmigo,
Y entre versos y canciones,
Me mostraba otro camino,
Que lindo, que gran amigo,
Lo tengo en mi corazón,
Porque mis raíces tienen,
De su madera y su olor…
Me siento identificada,
Con cada paso que él da,
Con su pensar y sus ganas,
De darle a Dios el lugar,
Que de forma muy sagrada,
Le debe esta humanidad,
Y es que no es tarea fácil,
Pero sé que el secreto está,
En compartir la tonada,
Y no para el andar…
Bienvenida a la familia Vorem, gracias por permitirnos conocer tu sensibilidad. Os diré respecto a tu poesia sobre Santa Bárbara que como la mama pacha Vive, y te abraza con la humedad de su clima, acriciano con calidez de los rayos de su Sol, dejando un suavez broceando de sus sabanas. Es la naturaleza viva, misma. Como la naturaleza es aun pura, como tu poema. Gracias de nuevo, disfruta y sobre todo, sé tu misma. QTAM.!
Jesucristo dice ¡SI!. Perfecto en el sentimiento y perfecta la expresión de ese vital sentimiento.
Yo también te doy la bienvenida Chinita.
Esta frase la ratifico:
“Aunque nos muerdan la mano,
O no nos miren siquiera,
Llena mas dar y sentir,
La alegría de aquel que entrega”
Es mi forma de pensar y sentir.Un abrazo
Hola Chinita!
Me encanta cada una de las palabras que has escrito. Me transmites un enorme sentimiento de devoción a la vida y a su creación. Yo no soy ninguna entendida pero felicidades por este regalo que no has hecho. Un besazo enorme y sigue disfrutando con la misma intensidad con la que lo haces.