NOs hundimos en la vida de los instintos sumergidos en las luces de los ahoras y, en esos momentos en que todos nos impreganmos la piel asida a las horas del ensueño, nos agolpamos de sentires en las cálidas vivencias. Es entonces cuando somos miteriosa presencia en le mundo de los pensamientos y palpamos lo súbito de nuestros renaceres. Diariamente es así, con un solo golpe del Destino, cómo nos embarcamos en fugaces procesions de hombres y mujeres sombreados por las arboledas de los paseos circundantes. Y en la ciudad de los grandes ideales acompañamos al alma en sus delirios para luchar, a cuerpo abierto, con las realidades.
5 comentarios sobre “Lo súbito de nuestros renaceres”
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
¡Amigo Diesel!
Son muchas las personas que he conocido que han “buscado la luz”. Un deseo que siempre me ha resultado “metafórico” y un poco a la moda. Voy a preciando en tus últimos textos un “despertar suave” hacia la sensibilidad de la s personas conscientes de su condición humana y “creativida”. Ese punto de sensible creación es la “luz”, aunque muy pocos lo saben. ¡Un texto precioso!
Cuantas luces y cuantas oscuridades existen entremezcladas en este seno materno que es la tierra y la corporalidad… amigo mío! cuanto caminos se cruzan, se entretejen…se oponen y se juntan quizá… de eso se trata justamente, donde reside la complejidad del ser humano: buscar -encontrar- nuestra luz propia; pero no allá afuera, …sino aquí adentro amigo mío, muy adentro…
cariños…
tuya, Celeste
Destino humano, Diesel, donde todos vemos por momentos la luz de nuestras vivencias enfrascada con las sombras del atardecer. Bellísimo texto.
El Destino es ese amigo traicionero que ya lo sabe todo…y partiendo de ahí te da ánimos para seguir adelante aunque sepa a ciencia cierta que te equivocas…no te avisa…es esquivo y sólo sabe hacer daño…tarde o temprano duele la vida…
Un saludo
En mi renacer diario me noto como un súbito instinto de esos que tratas. Muy bueno. Es en mis grandes o pequeñísimos ideales donde tengo que luchar, día tras día, idea tras idea, cuerpo a cuerpo… para no sucumbir. Me anima esa fugaz procesión de sombras que tú expones aquí.